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Economía
Nueva gobernanza fiscal europea: momento Hamilton o momento Ferrovial
Es octubre de 2008, el banco de inversión Lehman Brothers ha quebrado y ha transmitido por todo el sistema financiero global el virus del impago. El entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy, habla de la necesidad de “refundar el capitalismo”. Un empezar de cero que tuvo su traducción carpetovetónica: Díaz Ferrán, entonces al frente de la CEOE, llegó a pedir al Gobierno un paréntesis en la economía de libre mercado.
Menos de dos años después, la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo imponen a Grecia el primero de una serie de planes de recorte e intervención de su economía, una medicina que sólo habían probado los países de la periferia mundial. Grecia, España, Italia sufren todavía los efectos de esta medicina.
Es marzo de 2020, es febrero de 2022. El parón mundial inducido por la pandemia, primero, y por la guerra de Ucrania, después, imponen un cambio de marcha en la sala de máquinas de la política europea: la Comisión suspende el Plan de Estabilidad. El alivio es inmediato para las cuentas nacionales asoladas por el déficit y la deuda pública: los límites respectivos del 3% y el 60% habían sido fijados 30 años antes y son inseparables, en la cabeza de los europeos, de la noción de austeridad.
Esta moratoria expira en 2023, y desde noviembre del año pasado la Comisión presidida por Ursula Von der Leyen cuenta con algo parecido a un plan, o un lema, para el día después. Se llama Comunicación para la reforma del marco de gobernanza económica de la Unión Europea, y este 14 de marzo se reúnen los ministros de economía europeos para debatirlo. Si el momento Von der Leyen se va a parecer a un momento Hamilton (en referencia al funcionario norteamericano que tras la guerra de la independencia daría con la fórmula del pegamento fiscal que mantiene más o menos unido a los Estados Unidos) o a un momento Sarkozy/Díaz Ferrán es algo que se pregunta, con otras palabras, todo el mundo.
Si no se fijan unas reglas fiscales comunes, sin dumping fiscal, coherentes con los objetivos climáticos, habrá más momentos Ferrovial
Las últimas en hacerlo han sido 30 organizaciones -entre las que se encuentran las grandes ONG ambientalistas, los sindicatos de concertación, la CGT o Ecologistas en Acción-, que han difundido esta mañana una carta al Gobierno español en la que vienen a preguntar esto mismo. Las firmantes se dirigen a Sánchez, Calviño, Díaz y Rivera pidiéndoles una toma de postura de cara al 14, y a ser posible una que asuma su análisis: 1) si el punto de partida son las condiciones del Pacto de Estabilidad, aunque sea para moderarlo/adaptarlo/mejorgobernarlo, empezamos mal. 2) lo que surja del punto 1) no deberá ser aprovechado por los Díaz Ferrán de hoy para hacer lo de siempre.
Crisis económica
La Unión Europea en la tormenta perfecta
Calviño y los hechos consumados
Volvemos a la máquina del tiempo. Concretamente, a ayer mismo. Una de las destinatarias de la carta, concretamente la que se va a sentar en el encuentro del día 14, saca algo de artillería -ligera- ante el anuncio de Ferrovial de trasladar su matriz a los Países Bajos. A la derecha del espectro mediático y político se habla de riesgo de reacción en cadena, de colapso de la recaudación ante la fuga de la flor y nata de la gran empresa española por la inseguridad jurídica por las medidas populistas del gobierno PSOE/Díaz/Podemos. Calviño tiene que tranquilizar pero también debe ofrecer algo a su parroquia, la del espectro izquierdo. Eso que ofrece (Hacienda vigilará de cerca la operación) dice algo sobre el encuentro del 14.
Para las organizaciones firmantes de la carta, lo que dice es que si no se fijan unas reglas fiscales comunes, sin dumping fiscal, coherentes con los objetivos climáticos, y tendentes a volver permanentes y más amplias algunas medidas como los impuestos extraordinarios a los beneficios de las empresas energéticas o la banca, habrá más momentos Ferrovial: hechos consumados que cabrá, como mucho, criticar y vigilar. Lo que dice es que si no se fijan unos criterios distintos al PIB, que recojan cosas ajenas a la captación de grandes flujos de inversión para el crecimiento, el estándar de lo que funciona en Europa será, digamos, Irlanda: su aumento de más del 16% del PIB en 2022 es lo que ha sacado a las cuentas europeas de la recesión técnica.
Cosas ajenas: la misiva habla de criterios de justicia social, de género, con indicadores ambientales, climáticos, sociales y feministas. El vacío que puede dejar un desmantelamiento de la industria europea -alemana, fundamentalmente: la última noticia es el plan de despidos de Basf- basada en los combustibles fósiles puede llenarse -o no- con empleos e industrias verdes que sean la base sobre la que se aplique esa nueva fiscalidad común. EE UU y China tienen otros planes, y el margen para una redefinición socialdemócrata de prioridades a escala europea puede ser pequeño.