Editorial
Un tiempo nuevo

En este tiempo nuevo es imprescindible seguir insistiendo en que la resignación es un lujo que no nos podemos permitir.

8 jun 2020 04:51

El 24 de febrero de 2020 el colectivo de trabajadoras de El Salto envió los archivos del número 35 de la revista a la imprenta. Faltaban dos semanas para la manifestación del 8 de marzo y casi tres para que entrásemos como sociedad en una dimensión desconocida. El estado de alarma y las consideraciones sobre la salud de las personas que hacemos El Salto, y las que trabajan en la cadena de distribución y venta de la revista, nos hicieron suspender la publicación de los números 36 y 37 de nuestra edición mensual en papel.

Nos hemos comunicado con las socias y socios del proyecto para explicar cuáles son las perspectivas económicas y laborales en las que hemos entrado desde la crisis del coronavirus. A principios de mayo, además, enviamos un boletín con contenidos especiales, destinados para llegar primero a quienes hacéis posible que un proyecto como este sobreviva.

Entramos en una fase nueva con la certeza de que una mayoría de las clases asalariadas va a sufrir el recorte de una parte sustantiva de su salario

Desde ese 24 de febrero se han exacerbado algunas de las tensiones que dan sentido a la existencia de este proyecto. Se ha acelerado una crisis de alcance global, en la que la disputa de la hegemonía entre Estados Unidos y China ha dado un salto imprevisible hace solo unas semanas. El efecto que esa pugna tiene sobre nuestras vidas es importante en la medida en que ninguno de los actores en disputa defiende la profundización de la democracia como el gobierno del pueblo. 

Entramos en una fase nueva con la certeza de que una mayoría de las clases asalariadas va a sufrir el recorte de una parte sustantiva de su salario. Ya estamos viendo colas del hambre en un país que vivía una “feliz desigualdad” y cerraba los ojos ante la pobreza. Hemos llegado a un tiempo en el que determinadas instancias del Estado y la administración van a seguir jugando a arbitrar la lucha de clases en lugar de intervenir contra la desigualdad. Una etapa en que el poder económico doméstico tratará de obtener todas las garantías del Estado y apostará por ampliar sus espacios de acumulación de capital.

Derechos laborales, derechos humanos y defensa de la vida frente a la necropolítica y la lógica de la desigualdad

En esta crisis hemos visto lo que ha supuesto la ampliación de esos espacios en el sistema de residencias de cuidados de personas mayores. A partir de este mes veremos cómo esos poderes buscarán y contarán con la complicidad de las administraciones para mantener una apuesta por el turismo depredador de derechos laborales, ecosistemas y responsable de la subida de los alquileres en nuestras ciudades.

En este tiempo nuevo es imprescindible seguir insistiendo en que la resignación es un lujo que no nos podemos permitir. Derechos laborales, derechos humanos y defensa de la vida frente a la necropolítica y la lógica de la desigualdad. Es un programa de mínimos bajo el que creemos que nos podemos reagrupar para este nuevo tiempo que nos toca vivir.

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