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Fútbol
Mundiales de fútbol y cine (V): La inercia del chovinismo pizpireto
Deschamps ha resucitado el sueño veraniego de 1998, cuando la selección francesa ganó en casa su primer Mundial y generó pasiones patrias como la de Amélie.
Marcador tras la prórroga: 4 películas para 4 estados vitales.
Empieza la tanda de penaltis.
Para escudriñar a Jean-Pierre Jeunet hace falta pasear por el barrio de Montmartre, subir su colina hacia la Basílica del Sagrado Corazón y empaparse así de la maravillosa fantochada que es París. Una parada obligatoria en guías de viaje de la capital francesa, inmortalizada para deleite de los 'millennials' cuando el propio Jeunet dirigió la película Amélie y coincidió en las taquillas con Moulin Rouge (2001), de Baz Luhrmann.
Aunque Luhrmann recreó el icónico cabaret en 1900, Jeunet eligió personajes un tanto alucinados del siglo posterior; arquetipos de un barrio pintoresco de día... y grutesco al anochecer. La madrugada del 30 al 31 de agosto de 1997 es el punto de inflexión para Amélie Poulain, pues detrás de una baldosa halla una caja con juguetes y fotos mientras se topa con la trágica muerte de Lady Di en el túnel del parisino Puente del Alma.
Jeunet vivió ese accidente de Diana Spencer, exprincesa de Gales, desde los estudios de la Fox en Los Ángeles y durante la postproducción de Alien: Resurrection. Veinte meses bajo sol californiano para alguien que apenas chapurreaba inglés y acostumbrado a la llovizna de Montmartre. Fue la primera peli de la saga que no se rodó en los británicos estudios Pinewood y su anecdotario aún le despierta tirria al director y guionista Joss Whedon.
Una vez terminada su primera experiencia en Hollywood, Jeunet regresó a París y soñó con un gran film sobre su barrio. Así que en verano de 1998, en plena Copa Mundial de fútbol, se le ocurrió la historia de un personaje femenino que quiere ayudar a los demás pero es incapaz de ayudarse a sí misma. El primer día de aquel campeonato, a la vez que Brasil le ganaba 2-1 a la selección escocesa en Saint-Denis, Jeunet comenzó a escribir el guion de Amélie junto a Guillaume Laurant.
Ya habían trabajado juntos en La ciudad de los niños perdidos (1995) y más tarde repitieron por ejemplo en Largo domingo de noviazgo y Micmacs. Pero lo que les hizo un hueco en el acervo cinematográfico francés fue su personaje de Amélie Poulain, diseñado al calor del ambiente futbolero. Crearon diálogos pizpiretos como reacción a una época de escepticismo, exhibiendo tradiciones tan patrias y populistas como diametralmente opuestas.
La selección francesa que ganó ese Mundial del 98 desprendía algo parecido, luciendo el ideal 'black-blanc-beur' ('negro-blanco-árabe') por la buena integración de sus jugadores pese a ser el reflejo de etnias o credos dispares. El éxito de Didier Deschamps, Lilian Thuram, Patrick Vieira, Zinedine Zidane, Thierry Henry, David Trezeguet y compañía contagió durante unos pocos años a la esfera política y sociocultural de su país.
A rebufo de eso y de la desbordada sensación de libertad que traía consigo el nuevo milenio, el cine galo supo vender muy bien sus ideas de plasticidad. Llenar de colores el nuevo mundo de las computadoras, falsear el alma del entorno intracableado que estaba en ciernes. Amélie fue un involuntario funeral del ego mecanoclasta y gracias a ello se convirtió en la película francesa más taquillera de la historia hasta el estreno de Intocable en 2011.
Lo curioso es que Amélie bien pudo ser Emily, y tener infancia inglesa en lugar de ser francesa de estirpe y cuna. En el primer borrador del guion, Jeunet había planeado que la londinense Emily Watson interpretase a la joven protagonista. El director se había sorprendido gratamente al verla en Rompiendo las olas (1996) y de hecho la primera opción fue titular a su cinta Emily, no Le fabuleux destin d'Amélie Poulain (título original).
Watson hizo pruebas con Jeunet, pero a punto de iniciar el rodaje le llamó a su casa para avisar de que finalmente no actuaría. Dijo que su nivel de francés no era muy bueno y que no quería pasar seis meses fuera de casa (en mente ya estaba el nacimiento de su primera hija); además, se había comprometido para filmar Gosford Park. A Jeunet le tocó organizar otro casting y encontró a Audrey Tautou, de la que rápidamente se quedó prendado.
Lo 'chic' de la actriz suplente sirvió al entrenador más que la flema de la jugadora titular. Un proyecto que había empezado celebrando goles mundialistas, y que siguió en un duelo con La vida es bella por ser la peli de habla no inglesa más taquillera de la historia, acabó con sabor agridulce por no lograr estatuillas hollywoodienses. “No cambiaría ni uno solo de los César que ganó Amélie por llevarme los cinco Oscars a los que optamos”, dijo Jeunet en la alfombra roja antes de la ceremonia en el Kodak Theatre.
Se quedó tan a gusto, como si hubiera sido más importante conquistar el Mundialito de 1997 (sí, el de la 'bomba inteligente' de Roberto Carlos) que el Mundialazo del año siguiente; la selección de Inglaterra ganó aquel torneo oficioso, mientras que los del 'black-blanc-beur' vencieron en el oficial. Reminiscencias de dos equipos resucitados para acariciar la gloria en este 2018.
Acaba la tanda y ya tenemos nuevo campeón.