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Deportes
No al deporte femenino
¿Por qué no suprimimos de una vez el adjetivo ‘femenino’ cada vez que nos referimos al deporte practicado por mujeres? Así ahorraríamos en tinta y, de paso, en machismo.
Podría decirse que en el ‘deporte rey’, igual que en la monarquía española, el varón tiene prevalencia sobre la mujer. El ejemplo del fútbol es la constatación de una clara tendencia: aunque prácticamente la totalidad del periodismo deportivo todavía está dedicado a los hombres, la progresiva mediatización de las mujeres parece imparable.
Los últimos récords de asistencia a partidos de fútbol de mujeres, en estadios donde solo suelen jugar hombres, no dejan lugar a dudas: el deporte femenino está de moda. Sin ir más lejos, el pasado domingo 60.739 personas asistieron en el Wanda Metropolitano, en Madrid, al partido entre el Atlético de Madrid y el Barça de la liga de fútbol femenina. Pero es bien sabido que las modas conducen a la corrección política, y esta, a su vez, a la retroalimentación entre los medios de comunicación y la opinión pública. Vamos, que hubiera estado feo que el Marca, diario deportivo líder en el Estado, ignorase el cartel de “no hay entradas” para el partido del domingo y dedicara su enésima portada a Vinicius, futbolista brasileño de 18 años por el que el Real Madrid pagó 61 millones de euros el pasado verano.
Qué duda cabe de que sacar a Vinicius en portada el lunes hubiera sido machista, pero también muchísimo menos hipócrita por parte de un diario deportivo que, como muchos otros, acostumbra a dedicar a las mujeres el espacio proporcional a la talla de sujetador de las novias de los futbolistas. Con casos así, dar lecciones a peces gordos como Juan Ignacio Gallardo, director de Marca, es como nadar en aguas tranquilas.
La premisa económica de los medios deportivos es básica: ofertan lo que el público demanda. Así que lo más normal y comprensible es que un aficionado del conjunto masculino de Osasuna esté igual de interesado en su equipo femenino como en uno de la cuarta división regional de Letonia. Entonces, si suponemos que los hombres son mejores que las mujeres dando patadas a un balón y el aficionado demanda nivel, ¿por qué todo el mundo no es de aquel club que se puede gastar 61 millones de euros en la estrella brasileña de 18 años del momento? La realidad es mucho más sencilla, basta con invertir la premisa económica mencionada: la demanda del aficionado se construye a partir de los deportes, equipos o deportistas sobre los que tiene cierta oferta informativa.
Pero la crisis económica de los medios de comunicación aprieta y las secciones deportivas están lejísimos de arriesgarse a apostar por una igualdad real. Como soy consciente de ello, propongo un cambio mucho más sencillo en la cobertura deportiva: dejemos de dar por supuesto que el deporte es cosa de hombres y añadámosle el adjetivo “masculino” cuando así lo sea... Aún más fácil, ¿por qué no suprimimos de una vez el adjetivo “femenino” cada vez que nos referimos al deporte practicado por mujeres? Así ahorraríamos en tinta y, de paso, en machismo. Pero esta vez de verdad.