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Hay algunas cuestiones que por mucho que te las enseñen o muestren no se conocen si no la vives de cerca. Tenemos capacidad de empatizar con múltiples problemas sociales o con verdaderos dramas sociales porque nos conmueven o porque lo hemos visto de alguna forma y los llegamos a conocer e incluso comprender. Y no es menos cierto que a veces un drama social lo podemos vivir muy de cerca y por mucho que pase el tiempo es como si no lo pudiéramos comprender del todo, como si la confusión generada por la fatal experiencia se extendiera por siempre. Bueno, pues hay un momento donde hay que poner frontera al dolor y sobre todo al silencio que te hace cómplice de ese drama humano en cierta manera por mantenerlo aislado y fuera del conocimiento de la gente. He tardado más de dos años en poder escribir estas líneas.
En la novela La apostasía de las putas de Gorka Mola, que verá la luz el próximo mes de septiembre, los personajes femeninos pasan de ser víctimas de los malos tratos o la explotación sexual a fuertes guerreras que buscan justicia asesinando a sus verdugos. En sus quinientas páginas conoces la biografía de cada una de las protagonistas, también el de sus esposos, curas y demás agresores; en cierta manera el autor te hace empatizar con las víctimas a tal punto que ves como algo heroico y justo lo cínico y criminal de sus actos (se convierten en mujeres que hacen justicia por su cuenta, pues el sistema no es capaz de hacerlo por sí mismo). Y más allá de las simpatías que generan las protagonistas las reflexiones sobre el patriarcado y los resortes que tiene en el mismo sistema son parte de la novela: “El enemigo era el propio juez Arias, conocido por su cercanía al Opus Dei. Tenía innumerables precedentes, en los que ninguneaba a las mujeres por sistema”. Lo que viene a demostrar esta ficción en sus quinientas páginas es que los monstruos que maltratan o explotan a las mujeres forman parte de la cotidianeidad. Con estos monstruos (me niego a llamarlos lobos por respeto al cánido que ya tiene bastante problemas de supervivencia) convivimos a diario y esto es lo terrorífico de la trama tanto en una novela como en la realidad. La realidad que nos muestra es la que tenemos delante de nuestros ojos. Y a veces no queremos verla y otras simplemente pasa desapercibida.
Gracias a esta novela me he visto con ganas de contar lo que está sucediendo a muchas jóvenes, sobre todo chicas, en Sevilla y en general en toda España. Las jóvenes a las que hago referencia habrán tenido diferentes experiencias, algunas seguirán incluso metidas en ese submundo de relaciones consentidas y económicas con personas de mayor edad, otras habrán salido por su propio pie u otras simplemente les habrá dado una patada el que manda en el asunto. Pero las formas de captación de estas jóvenes y los intereses de los que mueven estos hilos son parte de una trama criminal que alimentan los gustos de viejos pederastas. La captación de las jóvenes se da en edades de los 17 a los 19 años, y gracias a los perfiles de las redes sociales a veces se esmeran en conocer la situación personal de la joven (mejor con padres separados, por ejemplo, entre otros datos de interés para conocer la fragilidad social de la menor o de la chica). Quien capta a la joven puede ser cualquiera, pero suele ser una chica que también puede hacerse amiga muy pronto de lo que será una víctima (aunque la víctima no se dará cuenta de ello hasta más tarde o a veces nunca). Y no, no estoy hablando ya de la novela, estoy hablando de una investigación policial que hemos conocido de primera mano y que nos abre a un submundo con el que vivimos diariamente.
En los casinos de España (algunos de Andalucía y Madrid con total seguridad) se pueden ver chicas muy jóvenes acompañando a viejos. También en los hoteles que rodean a dichos establecimientos y otros también. ¿Hace falta ir al Caribe para ver esto? En verdad nunca hizo falta ir al Caribe porque la corrupción de menores y la prostitución en España van de la mano desde hace décadas. ¿Os habéis puesto a pensar cuántas películas españolas, ya sean de los años 60 o más recientes, nos hablan del fenómeno del hombre mayor con la chica joven? Yo conozco algo la historia de la literatura universal y en todas las culturas siempre hay un cuento, una novela, una obra teatral… donde se aborda desde diferentes puntos de vista esto del amor entre un hombre mayor y una chica joven. Una vez que has conocido que estas historias pueden ser escasamente reales en el sentido de que quizás puede haber amor de verdad entre personas tan distantes en años (y posición social, claro) te das cuenta de cómo en verdad toda esta literatura y volviendo al cine, lo que hacen es maquillar una vez más una de las facetas más criminales del sistema patriarcal.
El fenómeno de las scorts, un anglicismo eufemístico para referirse a las chicas de compañía, se está multiplicando en nuestro país y es un síntoma claro de una sociedad que adolece de múltiples problemas. Los llamados “monstruos” pueden ser básicamente de dos maneras: el que consume prostitución, compañía o como quieras llamarlo; o el que mueve los hilos y facilita de forma organizada la exhibición, exposición y venta de su mercancía. Te sorprendería querido lector de este artículo, conocer cuántas chicas jóvenes viajan a Madrid desde mi ciudad Sevilla cada semana para estar en lugares como discotecas y clubs nocturnos, formando parte de un decorado que alimenta precisamente esos lugares de ocio nocturno. Es normal que la mayoría de las personas investigadas como monstruo que maneja los hilos, sean propietarios de conocidas marcas ligadas al ocio nocturno o los dueños de dichos establecimientos. El coctel se completa con drogas y juego, porque como diría aquel, estos monstruos son completitos. Pero no es en este punto donde debemos hacer un análisis moralista, sino más bien centrar la mirada en el por qué supuestamente una sociedad que es más moderna, abierta e igualitaria, con más acceso a la información o a la pornografía por ejemplo, se convierte en un nido de corrupción de menores y de abusos contra las mujeres jóvenes.
El hecho de escribir este artículo provoca un malestar interior fuerte pero creo que debemos hacer visible esta realidad que nos puede tocar a todas y a todos. Están aquí cerca esas redes que captan a nuestras jóvenes. Esos llamados “sugar daddy” están por todas partes, aunque socialmente han existido de toda la vida, parece que la sociedad actual lo permite como si fuera lógico y normal que con dinero se pueda hacer lo que quieras con otra persona. Mientras además escribía estas líneas el caso Daniel Sancho ha sacado a la luz esa prostitución encubierta. La periodista Lourdes Gómez en un artículo publicado el jueves 17 de agosto en El Correo decía lo siguiente: “España es el quinto país del mundo con más usuarios registrados en aplicaciones de sugar dating, con 400 mil inscritas e inscritos. A través de ellas, los jóvenes entablan relaciones con hombres mayores a cambio de objetos de lujo, viajes o dinero, que se enmascaran como ‘regalos’. Esta forma de prostitución encubierta está tan aceptada entre las nuevas generaciones que ha alertado a las ONG que combaten la trata. Y, lamentablemente, está de actualidad”.
Considero que visibilizar este tema debería ser un primer paso. Los que hemos conocido de primera mano este asunto también sabemos de la grave escasez de recursos que tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional tienen para combatir estos crímenes, pues los depredadores sexuales saben manejarse siempre en la cuerda floja de la legalidad, y caminan siempre de manera que no pueden ser acusados directamente de los delitos que cometen. Con más recursos los cuerpos de seguridad podrían ser más efectivos. Así que no basta con visibilizar si no se acompaña de una estrategia seria de persecución de la trata, con dinero y personal especializado.
La ciudadanía por nuestra parte nos tendríamos que organizar para visitar institutos, centros educativos…o las calles de nuestras ciudades para informar y alertar de que los monstruos andan sueltos. No se trata de criminalizar ni el amor libre ni la sexualidad, se trata de perseguir el abuso de menores y jóvenes a través del sexo y el dinero. Y por supuesto no vamos a hacer como en la novela La apostasía de las putas un grupo de personas para localizar y liquidar a los monstruos. Tenemos que gestionar la ira y el dolor que provocan esos seres depravados y conseguir que su actividad sea reconocida como criminal y que todo el peso de ley se aplicara contra él y sus propiedades. Lo que sí podemos aplicar de esta novela es la máxima que las mujeres protagonistas de la novela asumen como filosofía de vida: si nos tocan a una, nos tocan a todas.
Cada vez confiamos menos en nuestras instituciones. Pocas veces a los defensores de “la familia” se les ha escuchado hablar de este grave problema en sede parlamentaria. Tampoco se les ha escuchado a otros grupos políticos defensores de los derechos humanos hablar de este grave problema de manera monográfica y con profundidad. Quizás se habla más de los países en desarrollo que de España para abordar la proliferación de fenómeno scort. Por lo que más que nunca debemos generar un movimiento social que supere a la clase política y que ponga la dignidad y la libertad de nuestros jóvenes en el centro del debate de la sociedad actual. ¿Qué está pasando con nuestros jóvenes? ¿por qué pueden captar de forma tan sencilla a cualquier joven de nuestras casas? Tendremos que mirar qué hemos hecho al respecto pero también dar un paso en una mirada colectiva que ayude a detectar el problema y erradicarlo de la mejor forma posible, con el menor trauma posible para nuestras chicas y nuestros chicos.