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Justicia
Sevilla "Top Secret": la Ciudad de la Injusticia
Entre centros comerciales y nuevos proyectos de edificios públicos, la ciudad de Sevilla aún se mueve en términos previos a la explosión de la burbuja inmobiliaria. Por otro lado, el oscurantismo de algunos casos que, en principio, están al "servicio" de la ciudadanía como es la creación de la "Ciudad de la Justicia" en la capital andaluza.
Sevilla ha sido escenario de muchos asuntos de profundo calado jurídico y enorme proyección mediática. En la actualidad es el caso de los ERE el que acapara buena parte de la atención judicial, pero muchos otros asuntos han llenado páginas de la prensa: el caso Arny, o la reciente absolución de los policías locales acusados de un macrofraude durante las oposiciones son ejemplos pasados o recientes de su trascendencia social. Pero es ahora, tras la llegada del flamante Gobierno andaluz cuando se ha hecho pública una noticia hasta entonces secreta. Quieren que la Ciudad de la Justicia, concentración de todos los servicios judiciales, se ubique en Palmas Altas. De sede de Abengoa a sede única judicial. Quieren que los flashes sobre la justicia se disparen en otro sitio. ¿A quién beneficia y perjudica esto?
Lo cierto y verdad es que la Junta de Andalucía ya tenía –antes de la toma de posesión y el “cambio”- un plan secreto de traslado de las sedes judiciales a “Palmas Altas”. El espacio que simbolizó el mayor éxito –y fracaso- empresarial andaluz va camino de convertirse en la nueva “Ciudad de la Justicia”. Y muy poco han tardado los nuevos gobernantes en cacarear las virtudes del plan secreto de sus antecesores. El ahora Viceconsejero de Justicia -y antes Vicerrector de la Universidad privada Loyola (sí, esa misma que gestionaban en ese mismo sitio, Palmas Altas)- rápidamente se pronunció a favor de la propuesta calificándola de “gran solución”. La antes conocida como “Palmatraz” por el régimen carcelario con que se trataba a los empleados iba por fin a tener calabozos de verdad.
Un sueño húmedo para algunos que por fin pasaría de sus mentes al papel y luego al suelo, que de eso va la vaina.
El resto de la ciudadanía, por cierto, seguimos a día de hoy sin conocer el plan, las propuestas y las presuntas bondades de tal solución que proclama quien la valora a espaldas de la ciudadanía y de los profesionales implicados en la materia. Y es lógico que sigamos sin conocerla porque para eso es secreta. O mejor dicho, “Top Secret”, que los anglicismos siempre gustan mucho en estos perfiles.
Del actual pelotazo de los alquileres (¿cuánto nos cuestan al día las sedes de VIAPOL o NOGA, por ejemplo? ¿cuántos euros les hemos destinado en las últimas décadas?) al futuro pelotazo de la construcción (¿cuánto nos costará “adaptar” las proyectadas como nuevas instalaciones?). De oca inmobiliaria a oca inmobiliaria. Y tiran de nuevo porque les toca. Ahora parece que se trata de “rescatar” Abengoa. Los otrora adalides del ingenio empresarial ya no aparecen cuando se habla de los dividendos del IBEX35. Ahora son el concurso de acreedores, la bancarrota o la quiebra los términos que los han situado en la más vibrante actualidad. Quedan ya muy lejos de aquellos tiempos donde reiteraban su imagen de ejemplar prosperidad como empresa que abanderaba la patronal andaluza.
Desde hace algún tiempo las instituciones públicas han acudido repetidamente en su ayuda, pero nada es bastante. Y es que son los empresarios que más machacan el mantra de la iniciativa privada, quienes más requieren de la intervención pública. Aquí no se les plantean matices ideológicas. Esas son las paradojas del liderazgo y el emprendimiento neoliberal. Es el capitalismo asistido –y subvencionado hasta decir basta- de toda la vida.
Pues bien, lo último que sabíamos era que habían programado y ya se construía el mayor centro comercial del sur de Europa. Revalorizar indirectamente su suelo era el plan. Poco importa que se ubique junto a la zona más saturada y punto negro del tráfico sevillano, el Puente del Quinto Centenario. Para eso están los amigos. Y sobre todo los “amiguetes”. Los del viejo y los del nuevo Gobierno, que en ciertas cosas no caben distingos. Sin embargo, se ve que tampoco es suficiente. O bastante, según se mire.
La codicia y la avaricia jamás se detienen. Y menos en este caso. Por eso, desde el secretismo hay quienes proyectaban e incluso visitaban -con nocturnidad y alevosía- las futuras instalaciones a dedicar al mundo jurídico.
La esperada “Ciudad de la Justicia” de la capital andaluza por fin vería la luz. Pero sin luz. Desde la opacidad.
Las formas han sido y son lamentables. Planes secretos de la Consejería de Justicia. Más que clarificador titular. ¿A alguien se le ocurre gestionar así un servicio público tal como la justicia? ¿Qué motivo hay para evitar que toda la ciudadanía pueda conocer los planes de su Gobierno en materia de sedes judiciales? Y máxime en un asunto cuyo debate ha sido continuo desde hace ya algunos años: Los Gordales, el Prado de San Sebastián, Cartuja, Bermejales, El Higuerón, etc. De hecho, desde ciertos sectores de la sociedad civil parece existir acuerdo en que la ubicación del Prado es la más adecuada. Al menos en ese sentido presentaron su propuesta de “Distrito Judicial” arquitectos y abogados el pasado 25 de enero.
No se puede hacer peor. O mejor, según se mire. Si lo relacionado con el ámbito judicial debe ser limpio y transparente, aquí están los gobernantes de la Junta para traer sombra y oscurantismo. Se apuesta por la opacidad y el secretismo. Es otro puntillazo final para un justicia ya de por sí muy desprestigiada socialmente. Así, las voces neoliberales que claman por la privatización del servicio (mediación, resoluciones extrajudiciales, etc.) frotan ya sus manos y hacen hueco en sus carteras y cajas fuertes. Los operadores jurídicos que defendemos la justicia como un servicio público tenemos un gran reto por delante: que Sevilla no se convierta definitivamente en la Ciudad de la injusticia.