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Feminismos
“Poder acceder a los procesos de sanación, es hacernos justicia a nosotras”: Ana María Hernández
“Las redes salvan” dicen desde la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos (IM Defensoras), y en libro que ha editado “Entre aguas dulces y mareas”, recientemente presentado en Barcelona, condensa los saberes acumulados de una década de poner en primer plano los cuidados y el autocuidado de las mujeres que luchan en sus territorios.
IM Defensoras es una red de solidaridad en la que hay mujeres defensoras, trans, mujeres indígenas, afrodescendientes, mujeres jóvenes, grandes, mujeres que buscan a sus hijas e hijos, mujeres sindicalistas, activistas de organizaciones que están trabajando en múltiples luchas y lo que les une es el derecho a defender los derechos.
La Casa La Serena es uno de los espacios de reposo que la Red de defensoras ha echado a andar como parte de una de las estrategias de protección integral para la recuperación, sanación y descanso para defensoras de derechos humanos. La Serena se ubica en el estado de Oaxaca, México y tiene más de diez años de trabajo. Por La Serena han pasado 250 mujeres de Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, México, Colombia, y Brasil.
“Es un espacio donde puedas sentirte no criticada, no juzgada, en donde puedas expresar tus sentimientos, tus emociones, donde puedas sentirte vulnerable sin tener miedo, de expresarlo”
En el Salto Radio hemos charlado con Ana María Hernández, directora de Casa La Serena, ella misma conoce, en sus propias carnes, los logros pero también los cansancios y riesgos del activismo social. Ella ha trabajado con el autocuidado como estrategia política y en la Casa La Serena vamos a encontrar “un espacio donde puedas sentirte no criticada, no juzgada, en donde puedas expresar tus sentimientos, tus emociones, donde puedas sentirte vulnerable sin tener miedo, de expresarlo y donde seguramente vas a salir un poco más fortalecida con redes que hacen el soporte. Es hacer realidad esto que nosotras decimos en Iniciativa Mesoamericana: las redes salvan”, asegura.
Os invitamos a escuchar esta conversación sobre cuidados y autocuidado, sanación y acuerpamiento para defensoras de derechos humanos. Para este podcast se han utilizado fragmentos de la canción “Sorora”, de Vivir Quintana.
A manera de resumen...
Hernández destaca que en esta década de acompañamiento a las defensoras han llegado a conocer mejor los impactos que dejan las diferentes violencias: la sociopolíticas, la violencia estructural de los poderes fácticos, de los gobiernos, de las policías, de las instituciones, pero también las violencias invisibles del patriarcado, del machismo que juntas hacen una vida muy compleja para las defensoras. “La violencia del activismo, de estar acompañando a víctimas, eso nos va llenando el cantarito de dolor y de impotencias muchas veces porque no alcanzamos a acompañar a las personas y los movimientos. Muchas defensoras han quedado en el camino sin ver la justicia, y eso es muy doloroso” admite la directora de La Serena .
“Nadie se salva sola“, afirma Ana María, ”porque estos dolores que cargamos no son dolores, son herencia de movimientos que han sido afectados y la única manera de sentirnos reparadas es en grupo”
Hay que tomar en cuenta que seis de cada diez defensoras no tienen derecho a un salario, es decir que hacen su labor de una manera voluntaria. Muchas de las que sí tienen un salario vive en países con un sistema de salud escaso como sucede en casi la totalidad de países de Mesoamérica. “Nadie se salva sola“, afirma Ana María, ”porque estos dolores que cargamos no son dolores, son herencia de movimientos que han sido afectados y la única manera de sentirnos reparadas es en grupo, en círculo, es mirando también la realidad de la otra compañera, acompañándote con la palabra, el abrazo, la emoción, la reflexión de juntas estamos, nos sentimos más fuertes“ agrega.
Hablamos una justicia sanadora, o sea poder acceder a los procesos de sanación, es hacernos justicia a nosotras. o sea hemos sido víctimas directas o indirectas de estas violencias pero no queremos ser víctimas como identidad, entonces hay que transformarlo, hay que convertirlo en resiliencia, en fortaleza. No necesitamos que hayan heridas abiertas y las casas de sanación sirven para cicatrizar esas heridas, para que no sigan latiendo con dolor.
“Hablamos de una justicia sanadora, es decir, poder acceder a los procesos de sanación, es hacernos justicia a nosotras... no queremos ser víctimas como identidad, entonces hay que transformarlo, hay que convertirlo en resiliencia, en fortaleza“
La directora de esta casa de reposo insiste en ejercer el autocuidado: “Soy una mujer defensora como cualquiera otra pero que todos los días intento decir no y poner límites a mi aporte porque no quiero no quiero morir en el intento. El neoliberalismo nos quiere jodidas, enfermas, renunciando a nuestros sueños y yo por lo menos, no le voy a dar gusto. Creo que las defensoras no tenemos que darle ningún gusto a los neoliberales. Más bien tenemos que dar la batalla desde este lugar, cuidándonos”.
Hernández sostiene que el esfuerzo de IM atinó en la necesidad de articularse en torno a la red de defensoras ya que el centro de su misión es el “acuerpe” para que así “nuestra labor de defensa esté protegida, esté soportada y que si nos atacan o nos amenazan podamos acuerparnos entre todas”. Y finaliza, “No queremos víctimas, no estamos de acuerdo en generar víctimas sino que queremos devolver la dignidad, la lucha, nuestro liderazgo, nuestro poder colectivo para seguir aportando a la transformación”.