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Fútbol a este lado
Memorable
“Bruce Grobbelaar, Alan Kennedy, Phil Neal, Mark Lawrenson, Alan Hansen, Sammy Lee, Ronnie Whelan, Craig Johnston, Ian Rush, Kenny Dalglish, Graeme Souness, fierce player”. Es una alineación de fútbol, pero es más. Es un salmo por lo civil. Lo recita Tony, el personaje que el actor Stephen Graham encarna en la película para televisión Help, que llega a España, a través de Movistar, en los próximos días. Lo hace al principio, y es uno de los anclajes que utiliza para pisar suelo, para volver a la realidad, para volver a saber quién es. Cuando le presenta a Sarah a su amigo Kenny, recuerda que se llama así por Kenny Dalglish. Están en una residencia en las últimas navidades sin mascarilla.
Sarah, su cuidadora interpretada por Jodie Comer, todavía no sabe la que se les viene a todos encima. Ella es del Everton, por lo que no le debe de hacer mucha gracia el póster que tiene en su cuarto Tony, que se pasea con la camiseta del Liverpool con la mítica publicidad de Crown Paints. Solo él, por edad, sabe que la ciudad scouse, junto a los mineros del norte, se convirtió en el foco de la resistencia a los tories antes de que el laborismo entregase las armas. Era cuando, como decía Michael Robinson, los niños salían a la calle a morder de pura hambre a los perros. Tony y Sarah saben que el Everton no pudo jugar la Copa de Europa, pese a haber ganado la liga, por el castigo a los equipos ingleses tras el desastre de Heysel. Ambos actores, Graham y Comer, son en realidad hinchas de Liverpool y Everton respectivamente.
El fútbol, un juego que a los aficionados se nos ha robado de las manos sin que hayamos hecho nunca demasiado. Una industria que ya no tiene nada que decir en la cultura de esta época
Aquí se acaban las referencias al fútbol en Help y en esta columna. Quizá es lo que merece un deporte cuyos dirigentes han hecho lo posible por que pierda su capacidad para ser memorable. Un juego que a los aficionados se nos ha robado de las manos sin que hayamos hecho nunca demasiado. Una industria que ya no tiene nada que decir en la cultura de esta época. El fútbol quiso despiojarse con un soplete. Se hizo una lobotomía. Renunció al contexto, a la memoria, al amor propio, en gran parte a la vida real. Hoy habla del espíritu de nuestro tiempo infinitamente menos que el autotune, el reparto a domicilio, las oposiciones, el victimismo fascista o el refugio de decir, decir, decir como este texto sin poder hacer sin embargo gran cosa. Qué niño va a acordarse dentro de diez años de un Real Madrid-Barcelona jugado en Arabia Saudí. Se acordarán los padres, ya medio abuelos, intentando no verbalizar eso tan temido en otros ámbitos de la vida: que ya no te hace sentir igual y que ya es tarde para cambiar.
Help es una película sobre acordarnos. Sobre la memoria, ahora que la tenemos. Un día podemos echarla mucho, mucho de menos. Sobre que no todo vale. Vidas abandonadas en residencias y hospitales durante la pandemia, sacrificios humanos a mayor gloria de un dios siempre insatisfecho, la codicia capitalista. Crímenes. Sanitarias y cuidadoras sobrepasadas. Otras personas empujadas a la soledad y el miedo, a un pozo sin billete de vuelta. Esto ha pasado. Esto. Ha. Pasado. No quiero olvidarlo. El manual productivista de la absorción de daños vende una amnesia que rara vez tiene que ver con la justicia. Nos hace confundir la palabra memorable con algo especialmente satisfactorio, cuando su significado es el de aquello que es digno de conservar en la memoria. Ojalá lo recordemos siempre como hacemos con una fiera alineación de las que un día nos hicieron apretar los puños.
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