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Huelga
Ya no está de moda convocar huelgas
La reducción del número de huelgas y de participantes en los paros habla de más de tres décadas de paz social provocadas por distintos factores.
Una sentencia del Tribunal Supremo, emitida en noviembre de 2016 y hecha pública este año, fue interpretada como el penúltimo clavo en el ataúd del derecho a la huelga. El alto Tribunal enmendaba a la Audiencia Nacional y admitía la legalidad de la subcontratación de servicios durante una jornada de paros para cubrir la actividad de las plantillas en huelga.
Los medios señalaron entonces la trascendencia del fallo del Supremo, una forma de esquirolaje para vulnerar el derecho de huelga que, sin embargo, no puede ser extrapolado a otros casos, como señalaron los sindicatos.
Pese a que la sentencia no transforma las relaciones laborales tal y como se ha dicho, se suma a un clima de hostilidad hacia el derecho a la huelga.
Más de 300 personas han sido encausadas en los últimos años por participar en protestas, organizar piquetes o simplemente convocar huelgas generales, sectoriales o de empresa. A las decisiones judiciales se suman campañas en los medios y declaraciones políticas —véase el caso de los estibadores— que quieren convertir en reliquia una de las formas de protesta que nació con el movimiento obrero, a mediados del siglo XIX.
No obstante, la reducción del número de huelgas desde la Transición no puede achacarse solo a factores externos. Las gráficas hablan de un cambio profundo en las relaciones laborales desde los tiempos de las huelgas contra el régimen franquista hasta hoy.