Margarita Robles Congreso
Margarita Robles en el Congreso de los Diputados el 27 de abril de 2022. No CC. Dani Gago

La semana política
Las apariencias

El neofranquismo tiene una agenda clara para ver arder no solo la imagen de “calidad democrática” exitosamente trabajada durante décadas y hoy en crisis sino la democracia en sí. El PSOE de Sánchez intenta sostener en pie las apariencias de un Estado funcional.
Pablo Elorduy
Foto de Dani Gago.
30 abr 2022 06:04

Sí, todavía el PSOE es el partido que más se parece a España. Y sí, por eso mismo el PSOE es un mar de confusiones, un partido, un país, al que nadie entiende del todo. El escándalo que ha terminado de estallar esta semana en torno al presunto espionaje directo por parte del Estado a decenas de personas, antes que de la calidad democrática de España, señala la energía decreciente del Partido Socialista para tratar de mantener el trampantojo de que esa calidad democrática es tal y como se presenta en la esfera internacional. 

Ese empeño por sostener una imagen de funcionalidad democrática tiene cierto mérito, pero cada vez menos recorrido. El país —y el Gobierno más aún— ha perdido la capacidad de sostener las apariencias en un Estado que funciona bajo un código de silencio en sus estamentos principales. Una ley del silencio que ni siquiera se aplica en la comisión de secretos oficiales del Congreso, ya que esta está programada para ser inútil y, al mismo tiempo, cumplir perfectamente el papel de mantener ciertas apariencias.

Solo las cloacas parecen tener fuerzas para llevar a cabo la regeneración que no hace tanto tiempo se planteó como eslogan publicitario por parte del sistema de partidos. La vida paralela del país en su conjunto, entre lo que es y lo que se dice que es, está en peligro por la incapacidad para proceder a una depuración de los elementos antidemocráticos del sistema.

La descomposición de la legitimidad del Estado salido del 78, ininterrumpida a lo largo de la última década, está favoreciendo al partido más disfuncional y menos democrático

La ministra de Defensa, Margarita Robles está en el vértice de esa incapacidad. En ese parecerse a España, Robles se defendió el miércoles atacando, peleando con el fantasma de los enemigos de España y reconociendo implícitamente que pertenece a ese Estado profundo que ha mostrado más miedo que vergüenza —y ninguna clase de templanza— en su manera de abordar el pulso independentista del año 2017. Hoy su posición corre peligro, no tanto por lo que ha ordenado hacer sino porque, con su cabeza política, Sánchez ganaría algo de margen para mantener la etiqueta de la calidad democrática. Si no ha caído aún es porque el despido de Robles sería una buena noticia —la prueba definitiva de la abducción de Sánchez por parte de esos enemigos de España— para quienes ven en la crisis del Estado la posibilidad de un cambio radical de paradigma: la oportunidad de pasar de la apariencia de la democracia plena a un sistema emanado de una nueva y fiera legitimidad.

La descomposición de la legitimidad del Estado salido del 78, ininterrumpida a lo largo de la última década, está favoreciendo al partido más disfuncional y menos democrático. Vox dirige la orquesta porque es la organización que más pronto se ha deshecho de la mística de la Transición. La intervención de Macarena Olona el pasado jueves en el debate sobre la apertura de la comisión de secretos oficiales ha sido uno de los ejemplos más estremecedores de esa propuesta.

Al fascismo que viene no le define la impertinencia de un señor en la cola del autobús o la cantidad de pulseras y complementos patrióticos que visten a un defraudador, sino la nueva legitimidad que quieren extender sus élites. En la tensión eterna entre fuerza y moral de los Estados modernos, los procuradores neofranquistas apuestan sin complejos por el desequilibro completo a favor de la fuerza. Ese nuevo principio —en realidad más viejo que las cerillas— parte de la idea de que todo lo que hagan los funcionarios de los cuerpos de seguridad del Estado, de las fuerzas armadas, y de los cuerpos judiciales es legítimo por el solo hecho de llevar uniformes. Hay que recordar (parece que hay que recordar) que la legalidad vigente, al menos virtualmente, cuestiona esa proposición. La Constitución y el Código Penal establecen que no es legal, porque no es legítimo, acceder al contenido de los móviles ni siquiera, o especialmente, de quienes tienen una ideología distinta a la ideología oficial del Estado. 

El primer paso hacia otro ordenamiento que sí contemple la perfecta legalidad de la persecución de la Antiespaña es introducir primero esa otra legitimidad. Y la tarea no la está llevando a cabo solo Vox. Unas horas antes, en la sesión de control del Congreso, Inés Arrimadas, de Ciudadanos acusaba a los espiados de “lloriquear” por haber denunciado su caso. Confundida o confundiendo, la representante del partido autodenominado liberal habló durante la sesión del espionaje “legal” —algo a lo que no se atrevió una Robles que primero negó el espionaje y luego sugirió que era legítimo— y aconsejó a los independentistas que “si no quieren ser espiados, no delincan”.

Ciudadanos, PP, Vox y el PSOE realmente existente entienden el Estado como una fortaleza acosada por fuerzas malignas. Lo ven, o lo presentan como algo mucho más frágil de lo que en realidad es. Pero sobre todo, entienden que las razones de ese Estado no se deben a ninguna ética y que las protestas de quienes han intentado cuestionar esas razones —o de quienes en su legítimo derecho odian lo que significa la patria “España”— son por este orden exageraciones, noticias falsas, lloriqueos y pueden suponer, en último término, un castigo ejemplar aunque haya que forzar la interpretación jurídica vigente.

Pensamiento
Del Estado secreto

El secreto genera poder. Su práctica impide ver cómo es en realidad el semblante del Estado.

El otro país

En su carrera por sostener lo que queda del anterior consenso, Sánchez cuenta con apoyos. El esperado es el de un Partido Nacionalista Vasco que tiene muchos tiros pegados en lo de sostener las apariencias. El más inesperado es el de EH Bildu que, en la práctica, ha abandonado la tesis de que España es irreformable. O al menos la ha dejado en cuarentena en una estrategia que puede, en el medio plazo, abrir la puerta de una reforma de la Comunidad Autónoma Vasca, controlada desde hace décadas y con otros códigos por el PNV.

Los dos partidos, y un ramillete de organizaciones ajenas a la política nacionalista española, salvaron el pasado jueves el decreto de medidas para paliar las consecuencias de la guerra en Ucrania. Lo hicieron a pesar de que no creen en las explicaciones que el miércoles dio Margarita Robles sobre el espionaje de Pegasus. Apoyaron al Gobierno pese a que la reacción del PSOE ante el escándalo no ha dejado entrever ninguna voluntad de transformar esa condición antidemocrática en el núcleo del Estado.

Hoy, las organizaciones periféricas, la izquierda independentista y el espacio que nació como impugnación del sistema son el principal elemento que contribuye a sostener la democracia imperfecta. Del otro lado, el recambio está listo y, al contrario que en otros países de la Unión Europea, no procede de los arrabales del sistema sino que ha sido socializado en el corazón de ese sistema. 

Cada día que pasa parece un poco más complicado ganar una nueva legitimidad que se contraponga y enfrente abiertamente la apuesta de cierre autoritario liderada por Vox, que encuentra complicidades en todo el arco de los partidos autodenominados constitucionalistas. Parece claro que la sonrisa, la ilusión y la gestión del actual estado de cosas son fórmulas agotadas. Mantener el trampantojo tiene su mérito —no es algo sencillo— pero frente a una apuesta decidida y fiera como la que encabeza la ultraderecha es necesario algo más que salvar las apariencias.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Solo para socias
Solo para socias Nueva carta mensual: “Redactor en crisis”, por Pablo Elorduy
Después de La Semana Política, el coordinador de Política de El Salto regresa a un formato periódico.
La semana política
La semana política Lo que pasó, pasó
Hora de algunas despedidas. Ada Colau tiene difícil volver a ser alcaldesa de Barcelona y la izquierda tiene difícil volver a convocar el espíritu de una época en la que pudieron cambiar muchas cosas.
La semana política
La Semana Política La nave del misterio electoral
La compra de votos en Melilla y otros puntos del Estado agita la última semana de campaña y muestra el auge del conspiracionismo.
Medio ambiente
Crise climática Sarria, cun dos peores índices de calidade do aire de Galiza, á espera dunha nova planta contaminante
Sarria convive dende hai décadas coa contaminación provocada pola cementeira do Oural. Agora, Votorantim Cimientos proxecta a instalación dunha nova planta para a produción de combustible a partir da coincineración de residuos.
Economía social y solidaria
Tecnología Inteligencia Artificial y economía solidaria: ¿posibles aliadas?
¿Cómo debe relacionarse la economía solidaria con una tecnología que vulnera derechos humanos y ambientales constantemente? Cooperativas e investigadoras tecnológicas animan al movimiento a perderle el miedo y a utilizarla de manera crítica.
Líbano
Líbano Cinco décadas sin paz ni justicia en Líbano
El país mediterráneo conmemora el 50 aniversario desde el inicio de la guerra civil, un conflicto cuyos crímenes no se han juzgado y cuyos desaparecidos no se han encontrado

Últimas

Crisis climática
Crisis climática La UE se entrega al ardor guerrero mientras descuida la crisis social y la emergencia climática
Varios países de la UE ya están recortando drásticamente en servicios públicos y estado del bienestar para poder costear el aumento del presupuesto militar.
Opinión
Opinión Poliamor de derechas, poliamor de izquierdas
La no-monogamia no puede ser simplemente una etiqueta identitaria o una preferencia personal, sino una práctica material que cuestiona la propiedad privada, la privatización de los cuidados y la reproducción de los roles de género
La vida y ya
La vida y ya Días de vacaciones
No somos conscientes de que la lluvia depende, en un porcentaje altísimo, de ellas. Sin plantas hay menos lluvia. Sin lluvia las semillas no germinan. Así funciona.
València
València “‘El vol de Guillem’ ha supuesto la liberación de todos estos años de lucha”
Ricard Tàpera, autor del cuento, y Betlem Agulló, hermana de Guillem Agulló, que ha puesto voz a la historia, nos explican cómo ha sido el proceso de creación de esta obra coral, ilustrada por Helga Ambak.
Ayuntamiento de Madrid
Residuos La “motosierra de Almeida” no frena la oposición social al cantón de la limpieza en Montecarmelo
Los vecinos no entienden por qué el Ayuntamiento madrileño no accede a construir el cantón en una parcela técnicamente viable y que no afectaría a miles de niños y la única zona verde del barrio.
Opinión
Space X Los viajes al espacio y el efecto Katy Perry
El 2024 fue el año más caliente desde que hay registros, mientras que Katy Perry y un puñado de millonarias nos deleitaron con su viaje espacial cortesía de Jeff Bezos.
Estados Unidos
Estados Unidos La buena sintonía entre Trump y Meloni
Como era de esperar, los mandatarios mostraron afinidades políticas e ideológicas. La italiana insistió en la idea de “fortalecer Occidente”.

Recomendadas

Minería
Minaría Bruxelas cava fondo: litio galego para o novo militarismo europeo
No medio do rearme ordenado pola UE, Galiza entra no ámbito xeopolítico como potencial provedor de litio para a industria de defensa. Un enclave de alto valor ecolóxico en Doade (Ourense) converterase en canteira de baterías militares.
Historia
Historia Cuando la solidaridad antifascista reunió a musulmanes, judíos y cristianos en la España republicana
Marc Almodóvar y Andreu Rosés rescatan a los combatientes árabes de la Brigadas Internacionales en el libro ‘Moros contra Franco. El antifascismo y la Guerra Civil española en el mundo árabe’.
Senegal
Senegal Una ‘Escuela de rehenes’ o cómo Francia usó la educación en África para transformar las mentes
La administración colonial francesa puso en marcha en 1855 un centro educativo que tenía el objetivo de formar a los hijos de los reyes locales mediante el borrado de su cultura.
Camboya
Camboya 50 años del inicio del genocidio en Camboya
El régimen de Pol Pot acabó con la vida de más de dos millones de personas. Solo tres integrantes de los Jemeres Rojos han sido condenados por crímenes contra la humanidad.