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La semana política
Mucho humo y poco gas
Semana llena de polémicas de garrafón. El martes toca ración doble. Abucheos a Pedro Sánchez por parte del Madrid de orden en el desfile del 12 de octubre. Previsible. Pero ocurre algo, una anécdota. De las que gustan. La Patrulla Águila, formada por cazas, dibuja la bandera española con el humo de sus reactores. Uno de ellos se tiñe de color morado o al menos lo parece. Para qué queremos más. Que si la cara de éste, que si el tuit de aquél.
Finalizado el desfile de los cacharros millonarios del Ejército, la rutina se impone. El problema viene cuando la rutina está por las nubes: el precio que pagan los hogares por la electricidad ha subido un 44% en un año. Ayer el precio de la electricidad se situó en 231,82 euros el megavatio/hora. Es el segundo viernes más caro de la historia, el primero fue el de la semana pasada.
Las oscilaciones en los precios de la energía desgastan la batería que le queda al Gobierno de coalición. Lo proclama el miércoles Aitor Esteban, del PNV, y lo confirma un día después Oskar Matute, de EH Bildu. Cada uno desde un lugar distinto. El jueves se debate el real decreto que recorta a las eléctricas 2.600 millones de los beneficios obtenidos de vender el kw/h generado por fuentes nucleares e hidroeléctricas al precio del kw/h generado por gas natural. Los llamados beneficios caídos del cielo
“Está en juego el futuro de la economía pero también el futuro de su propio Gobierno”, dice Esteban. El PNV se abstiene en la votación del jueves. Mensaje implícito: no siga por esa vía, Sánchez, esto es un serio aviso. El Partido Nacionalista Vasco está ligado hasta la médula al sector energético. Jon Josu Imaz, consejero delegado de Repsol, fue presidente del partido jeltzale. Iberdrola tiene su sede en Bilbao y es una puerta giratoria bien engrasada para políticos del PNV.
“O ceder al chantaje de las eléctricas o hacerlas frente”, Oskar Matute, de EH Bildu plantea la gran bifurcación. Si sigue por esa vía, aunque sea coyuntural, temporal y extraordinaria, aunque sea contra la propia naturaleza del PSOE, el Gobierno podrá seguir contando con las bancadas más hostiles al Madrid (y al Bilbao) sistémico, es el mensaje implícito. La mayoría en el Congreso cada vez está más lejos del centro.
No todo pasa en Serrano
La recuperación económica internacional está en peligro (no importa cuando leas esto). La clave es la geopolítica, no la de las cabras y los hangares llenos de armas inútiles, la otra.
Rusia tiene un plan: librarse del paso del gas por Ucrania y tomar la ruta báltica. Gazprom, la compañía energética rusa, anunció en septiembre que el gasoducto Nord Stream 2 ya está listo. Alemania, país que abandonará definitivamente la energía nuclear el año que viene, debe autorizar en los próximos meses la exportación de gas ruso. Lo que supone puentear a Ucrania y Polonia, lo que supone contravenir a Estados Unidos, exportador de gas licuado y sobra decir que hostil a los planes de Rusia. El conflicto es el pretexto para la subida del gas natural, que hoy cuesta un 470% más que hace un año.
En el Mediterráneo sur se habla del gas argelino. Pocas personas han seguido el tema en España como Enric Juliana, periodista de La Vanguardia. El 12 de octubre lanza una pequeña granada sobre nuestras rutinas: “Hay gas para 20 días”. Para dimensionar el problema: el 14 de octubre, el ciclo combinado —el que transforma el gas natural en electricidad— es la primera fuente por generación eléctrica en España. Y se acerca el invierno. El país cuenta con una reserva estratégica escasa. De momento las relaciones con Argelia, principal fuente de suministro de gas, son buenas pero no óptimas, dice Juliana.
Argelia cerró en septiembre la llave de paso del gasoducto Magreb-Europa por su enfrentamiento con Marruecos. El gasoducto Medgaz, que va de costa a costa sin pisar territorio marroquí, y cuya titularidad comparten la argelina Sonatrach y un consorcio “español” formado por Naturgy (antigua Fenosa) y por el omnipresente Blackrock, debe asegurar el suficiente suministro. Las relaciones con Argelia deben ser exquisitas. Al mismo tiempo, deben ser exquisitas las relaciones con Marruecos; una nueva crisis en Ceuta es lo último que necesita el Gobierno. La mirada diplomática de España está torcida.
Problemas serios que en el eje Castellana-Génova se toman por donde se quiere: campaña contra el Gobierno por la autorización de entrada de Brahim Gali para ser tratado por coronavirus. Visto con la mirada del autor de frases ingeniosas, Gali, líder del Frente Polisario (ya saben, buenas relaciones con Argelia, enemigo de Marruecos), es solo una partícula con la que generar más humo.
Un mínimo roce
“Quien pone reglas al juego se engaña si dice que es jugador”, cantaba Luis Eduardo Aute. Aquí las reglas las ponen las eléctricas, a las que les ha tocado la mejor parte de la volatilidad del precio del gas. La escasez es el negocio. Una prueba: para aprovechar la coyuntura, y para explotar un mercado de subastas hecho a su medida, este verano vaciaron pantanos sobre los que tienen una adjudicación pasadísima de fecha. La multa por hacerlo fue de 25.000 euros y el PSOE se negó en la Mesa del Congreso a que Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, compareciera para rendir cuentas. Y es que un mínimo roce, casi imperceptible, con el Estado-Iberdrola puede hacer descarrilar al Gobierno. Lo advirtió Aitor Esteban y lo sabe la ministra de medio ambiente, nada propicia a meterse con los que mandan.
La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, recuerda el viernes la secuencia. Desde el anuncio de un recorte temporal de sus beneficios, las tres grandes del oligopolio eléctrico (Endesa, Naturgy, Iberdrola) han invocado al caos. Amenazaron con parar las nucleares por las bravas y con cortar los suministros.
“Con extremistas no se puede gobernar”, dijo Galán el sábado pasado en referencia a Unidas Podemos. Iberdrola captará entre 8.000 (dice el Gobierno) y 30.000 millones de euros (pone la compañía en su web), de los fondos Next Generation, pero el leve roce que supone descontar esos 2.600 millones de sus balances es un aviso que no van a pasar por alto.