Coronavirus
¿Cuándo nos han importado los informes?

Últimamente escuchamos mucho en los medios de comunicación y a personalidades políticas hablar de informes. Todo a cuento de los informes que se han realizado desde diferentes organismos internacionales sobre el covid-19, sobre todo por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y nos tiramos de los pelos porque nuestros rivales políticos no hicieron caso de ellos, o no en la medida que ahora sabemos que se debieron hacer. El problema es que tampoco hicieron caso aquellos con quienes sí tenemos más afinidad. Ambos gobiernan y tienen sus consiguientes responsabilidades ya sea a nivel nacional como autonómico. Pero eso nos lo callamos.

Antes de nada, creo que es importante aclarar algo, por las posibles dudas o confusiones que puedan surgir. Todos esos informes son públicos. Tanto unos como otros grupos políticos los conocen o desconocen en función de determinadas prioridades o intereses. Pero nadie dentro de las estructuras políticas de Gobierno y oposición puede hacerse el sorprendido. Ni siquiera deberíamos hacerlo la ciudadanía de a pie, que también tenemos acceso a ellos pero nunca nos han interesado. Por qué no nos interesan o por qué no se les da la importancia debida, son preguntas pertinentes. 

Lo cierto es que informes de todo tipo e infinita variedad de temas de mucha importancia son creados constantemente por organismos diversos como agencias internacionales, universidades, grupos de estudios e investigación, ONG, organismos internacionales o supranacionales, etc. Y la verdad es que son pocas veces las que se tienen en cuenta más allá de la respuesta de algunos comunicados que se basan en lugares comunes y en caso de mayor pertinencia se crean ciertas medidas que resultan ser mero maquillaje en las políticas públicas y las agendas de los gobiernos y partidos políticos. 

Uno de estos organismos es las Naciones Unidas, a quien pertenece la OMS. Pues bien, las Naciones Unidas sacan informes y recomendaciones constantemente sobre temáticas diversas que afectan a la vida de millones de personas en todo el mundo. Con entrar en la web puedes acceder a ellos y ver —y comprobar— cuántos de los informes han sido y son tenidos en cuenta a día de hoy. ¿De cuántos has oído hablar?

Entre tantos encontramos que a día de hoy el cambio climático acapara una gran cantidad de ellos. Pero, ¿cuántos informes se han tenido en cuenta sobre el cambio climático?  ¿Los que ahora critican no haber escuchado los informes sobre el covid-19 por qué no han tenido en cuenta e incluso han llegado a criticar y politizar informes en torno al cambio climático y la contaminación de las ciudades? Estos informes hablan de millones muertes en todo el mundo cada año por la contaminación y el cambio climático. Concretamente en España, según la OMS, más de 10.000 personas mueren al año por contaminación atmosférica, y a nivel global esta cifra se sitúa en torno a los 7 millones cada año.

Es más, gracias a una investigación de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, y de la Universidad de Siena, en Italia, se sabe la influencia de la contaminación en la mortalidad por coronavirus. Así como otro estudio de la Universidad de Harvard que estableció “que los pacientes con coronavirus en áreas que tenían altos niveles de contaminación del aire antes de la pandemia cuentan ahora con más probabilidades de morir por la infección que los pacientes residentes en las áreas con una atmósfera más limpia”.

Estos datos no se han tenido en cuenta, así como las recomendaciones al respecto hechas por la OMS y otros organismos internacionales y nacionales. Un ejemplo muy reciente es el caso de Madrid y la medida de Madrid Central, que fue considerada una medida de corte ideológico —como si el resto no lo fueran— y criticada porque ponía en cuestión la libre circulación de las personas —en sus coches privados— por encima del derecho a tener un aire más limpio. Fue una medida vinculada con el comunismo. Una privación de derechos —si queremos considerar un derecho universal el poder conducir por donde queramos— que ahora hemos asumimos quedándonos en nuestras casas o cediendo nuestros datos de geolocalización al estado.

En la pasada Cumbre del Clima de Madrid, el experto de la OMS Diarmid Campbell-Lendrum señaló según RTVE “que menos del 1% de la financiación internacional para la lucha contra la crisis climática se destina al sector de la salud” y dejó un mensaje claro: “La Organización Mundial de la Salud considera que el cambio climático es potencialmente la mayor amenaza para la salud del siglo XXI”. Y aun así no se toman medidas contundentes, y las que se plantean son rechazadas por ser “medidas ideológicas”.

Ya por el 2007, nos reímos cuando el expresidente Mariano Rajoy rechazó los informes sobre el cambio climático citando a un primo suyo que “le había prometido que no era posible predecir “ni el tiempo que va a hacer mañana en Sevilla”. Desde entonces, han muerto miles de personas en España por el cambio climático. Hoy recogen el guante miembros del partido de Vox —así como de otros partidos políticos—, entre ellos su presidente Santiago Abascal cuando afirmaba hace no mucho en una entrevista “que nos digan a los hombres y mujeres del mundo occidental que somos los culpables del cambio climático. Me parece que es algo que no se puede probar y que responde a intereses ideológicos”. Partiendo de esa postura se entiende que, saltándose las recomendaciones de Naciones Unidas, en su programa electoral de las “100 medidas para la España Viva” no incluyera ninguna propuesta en relación al calentamiento global.

Si años atrás se hubieran tomado medidas sobre la contaminación, no solamente habrían muerto muchas menos personas en ese periodo sino que, posiblemente ahora estarían muriendo menos personas por el coronavirus como nos indica el estudio señalado en Italia y Dinamarca publicado en la revista Environmental Pollution y el estudio de Harvard.

Entonces, ¿cuándo, cómo y por qué pasaron a ser los informes de la OMS un elemento a tener en cuenta y no documentos con cargas ideológicas? 

Algunos de las personas que están realmente indignadas por cómo se pasaron por alto las recomendaciones de la OMS son las mismas que rechazan los informes sobre las desigualdades que experimentan las mujeres

Algunas de las personas que están realmente indignadas sobre cómo se pasaron por alto las recomendaciones de la OMS sin reconocer que ellas también las pasaron por alto, son las mismas personas, entidades políticas, institucionales y asociaciones, que rechazan los informes sobre las desigualdades que experimentan las mujeres —por el hecho de ser mujeres— en relación con los hombres en multitud de áreas de las estructuras económicas, políticas y sociales. Informes, muchos de ellos, elaborados por la misma organización que ahora respaldan como eje vector al que seguir. Informes que vienen a ser tildados de supuestas políticas de las agendas de lo que denominan “ideología de género”. 

Y es que sobre el machismo, las diversas opresiones que viven las mujeres y la violencia machista, no solo hay informes y recomendaciones, sino también mandatos que obligan desde las leyes internacionales y europeas a cumplirse. Es decir, la existencia por ejemplo de una normativa concreta para la violencia machista es un mandato internacional de Naciones Unidas y también de la Unión Europea tras suscribir en 2014 el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia sobre la mujer y la violencia doméstica, el llamado Convenio de Estambul.

Una vez más esto repercute en agravar la situación actual del coronavirus en las mujeres, de ahí que el secretario general de la ONU haya solicitado medidas para proteger a las víctimas de violencia de género durante la pandemia. Una tesis con la que están en contra los mismos que insisten en señalar que no se escuchó a la OMS, es decir la ONU, sobre la pandemia. Aun así el 016, el teléfono gratuito donde se puede llamar para denunciar la violencia machista, ha recibido un 18% más de llamadas desde que se decretara el estado de alarma.

También encontramos numerosos informes sobre la situación de racismo en España. Cada año se elaboran informes sobre las condiciones carcelaria, de falta de higiene y fallos en las estructuras de los Cíes. Se han creado informes sobre las redadas racistas por parte de la policía o sobre las condiciones en las que viven las poblaciones gitanas. Hace pocos años, en el 2016, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de Naciones Unidas visitó a España y presentó un informe en el que instaba al Estado a tomar medidas en relación a los controles de identidad basados en perfiles raciales y étnicos;  a reforzar los esfuerzos para mejorar la situación de los gitanos; a tomar medidas para evitar el uso recurrente de la privación de la libertad de migrantes y considerar medidas alternativas, etc.

¿Cuándo han interesado los informes sobre los movimientos migratorios? ¿Sobre los refugiados? Existen multitud de documentos que señalan cómo miles de inmigrantes mueren al año en todo el mundo por los modelos de frontera. Pero por el contrario estas fronteras siguen siendo gestionadas bajo la lógica contraria a la que defienden tales informes reforzando cada vez más la militarización fronteriza que supone miles de muertes anuales.

Según los datos de Missing Migrants Project (Proyecto de Migrantes Desaparecidos) de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde enero de 2014, han muerto y desaparecido 28.052 personas mientras intentaban alcanzar otros países a través de las principales rutas migratorias del mundo. Aquellas que nos afectan directamente, es decir las que cruzan el Mediterráneo han sido 16.107 personas muertas (datos que se asumen que se quedan muy cortos).5 Pero estas son muertes de las que nadie asume, ni tampoco demanda, responsabilidades. 

Hace no mucho, es más, en tiempos del coronavirus a principios de febrero, el relator de Derechos Humanos de Naciones Unidas visitó España y señaló entre otras cosas la pobreza generalizada en el país, la situación de los inmigrantes jornaleros, criticó el sistema de protección social y lanzando algunas recomendaciones como el control de precios de los alquileres. Para algunos de los partidos que señalan que no se escuchó a la OMS en el tema del virus —estoy siendo reiterativo a propósito—, en ocasiones anteriores tacharon a las Naciones Unidas de violar la soberanía española. Pero más allá de eso, ¿qué caso se hace sobre los informes de pobreza al año? ¿Cuántas personas mueren por la pobreza al año en el mundo? 

Como consecuencia de la pobreza energética, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que se producen cada año el 30% de las muertes adicionales en invierno, por agravamiento de enfermedades previas, por ejemplo. Tomando esta tendencia, si en 2012 se produjeron 24.000 muertes adicionales en invierno, más de 7.000 de estos fallecimientos se habría producido por esta razón.

La pobreza energética es responsable de miles de muertes, pero con estos datos en la mano, en España no se han adoptado medidas eficaces para evitarlas

Con estos datos en la mano y las diferentes recomendaciones, en España no se han adoptado medidas eficaces para evitar estas muertes. En este punto, podemos plantear si sólo se deben asumir responsabilidades cuando las consecuencias llegan al extremo de muertes o si no es necesario llegar a esos extremos. ¿No reconocer informes que invitan a tomar medidas frente a la absoluta precarización de la vida de tantas personas es necesario para exigir responsabilidades o hay que esperar a que se mueran? ¿De qué tipo de responsabilidades estamos hablando?

Para terminar, y teniendo en cuenta el contexto actual, creo que podemos destacar los informes sobre los sistema sanitario. Estos vienen señalando la necesidad de reducir los recortes de la Sanidad pública y el proceso de privatización como respuesta de una agenda política concreta y evidentemente ideológica. 

En el 2018 un informe del Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Salud publicado por la oficina regional de Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el estado del sistema de salud de España señaló la necesidad de ciertas reformas estructurales. Certificó los recortes en el Sistema de Salud Nacional: “Algunas cifras dan cuenta del tamaño de los recortes en el SNS. El gasto del Gobierno en Sanidad disminuyó un 5,3 por ciento (casi un punto porcentual del PIB) entre 2009 y 2015. El número de camas se redujo una quinta parte desde comienzos de siglo: de 368 por cada 100.000 habitantes en 2000, a 298 en 2015. (…) Los damnificados de la crisis no fueron solo los pacientes. Los profesionales sanitarios se vieron sujetos a numerosas restricciones y el documento lo refleja. Por ejemplo, los salarios decrecieron entre 2010 y 2014, si bien han comenzar a crecer desde entonces”.

Amnistía Internacional, organismo que no es tenido en cuenta por determinados sectores políticos al situarlo en un plano ideológico opuesto, en su informe La receta equivocada. El impacto de las medidas de austeridad en el derecho a la salud en España señalaba que el “resultado fue que, entre 2012 y 2014, la Sanidad pública perdió casi 28.500 profesionales y, aunque desde 2015 ha ido aumentando, aún no se ha vuelto a los números previos a 2012”.8 Por otro lado, el país en general en los últimos años ha perdido 23.500 médicos y médicas que han tenido que salir del país por las condiciones de precariedad del trabajo. Solamente en el 2018 más de 3.500 se marcharon o tuvieron intención de hacerlo, mayoritariamente a Francia y Reino Unido, según la Organización Médica Colegial (OMC), quien está encargada de expedir el certificado que convalida los títulos para otros países.9 Se han ido por condiciones precarias que son resultado de políticas concretas que no siguieron las recomendaciones de muchos organismos nacionales e internacionales. Y hoy sabemos que parte del colapso de nuestro sistema de salud, y como consecuencia la muerte de más personas de las esperadas, se debe en parte a la falta de médicos, médicas, enfermeros, enfermeras, camas, y en general material sanitario como resultado de los recortes ya señalados.

Pero es que ya en septiembre de 2013 la Oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa advertía en un encuentro con representantes de los 53 países europeos en Turquía del peligro de los recortes presupuestarios en Salud.

El 23 de septiembre pasado tuvo lugar una reunión de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la cobertura sanitaria universal en 71ª edición, cuyo tema fue la “Cobertura sanitaria universal: avanzar juntos para construir un mundo más sano”. Esta Asamblea se reúne cada año y se hacen valoraciones generales, se tratan temas concretos y se establecen recomendaciones. Así, igual que la OMS hizo recomendaciones sobre el coronavirus que en su mayoría no fueron tenidas en cuenta por la amplia mayoría de países, lo cierto es que desde hace años se han hecho recomendaciones sobre el desarrollo de vacunas, las aplicaciones de recursos para el refuerzo frente a posibles pandemias, en laboratorios, investigación, refuerzo de recursos en hospitales, aumento de plantillas y materiales.

Todo esto ha tenido implicaciones en la vida de las personas en todos estos años, pero también en cómo ha afectado el virus a España y el resto de países europeos tal y como reconoció la propia OMS advirtiendo que los recortes sanitarios han agravado la crisis “Esto es un recordatorio doloroso. No recorten en los servicios de salud en que el personal está sobresaturado”.

Una OMS que siempre ha recomendado y señalado la cobertura universal de la salud. En España, hay partidos que no están de acuerdo y crean políticas para sacar a los inmigrantes de esa cobertura. Hay quienes piden que las personas inmigrantes ilegales —de los colectivos con menos recursos del país— se paguen los tratamientos del covid-19 saltándose por alto las recomendaciones que tanto reivindican para otras cosas y los derechos humanos, sobre todo, la Constitución.

En el 2012 una ley excluyó a las personas sin papeles de la Sanidad pública a pesar de las denuncias de los colectivos de inmigrantes y antirracistas y de las recomendaciones de organismos internacionales

Aun así en el 2012 una ley excluyó a los “sin papeles” de la Sanidad pública a pesar de las denuncias de los colectivos de inmigrantes y antirracistas, de las recomendaciones de organismos internacionales e incluso de las recomendaciones sanitarias para el conjunto de la población. 

“La mortalidad entre la población sin papeles aumentó una media de un 15% entre 2012 y 2015, los tres años posteriores a la aplicación de la ley sobre la reforma sanitaria implementada en España en septiembre de 2012 a través del Real Decreto 16/2012, que deja sin cobertura a personas en situación administrativa irregular. Así lo afirma una reciente investigación, la primera de este tipo, del Instituto de Economía de Barcelona y la Universidad Pompeu Fabra. Se titula The deadly effects of losing health insurance (Los efectos letales de perder la cobertura sanitaria) y ha sido presentada el 13 de abril en la Escuela Nacional de Sanidad de Madrid. (…) y el porcentaje aumenta con el tiempo: en el tercer año de estudio, el 2015, la mortalidad ascendió un 22,6%”.

Vistos estos informes y que ahora hemos podido comprobar esas consecuencias llevadas al extremo, ¿son más válidos los informes de OMS sobre el virus que los de hace años sobre el proceso de precarización del sistema de salud? ¿Cuántos se han tenido en cuenta? ¿Cuántas vidas ha costado?

He señalado solo algunos casos a partir de una búsqueda rápida, pero la realidad es que ha existido, y continua, una cultura del no escuchar, no contrastar y no adoptar medidas sobre los efectos nocivos que tiene el modelo político, económico, social y cultural en infinitas áreas de la vida de las personas. Estos silencios, que no son inocentes, responden a intereses económicos y políticos, como también ideacionales, que ponen unas vidas por encima de otras.

La mayoría de los ejemplos mencionados son de informes de las Naciones Unidas, simplemente por el hecho de que es posiblemente el organismo internacional más respetado por la amplia mayoría de las personas y por lo tanto más difícil de asignar una categoría ideológica –aunque evidentemente la tenga. Y también porque es probablemente el organismo que elabora una mayor variedad de informes en todo el mundo. Naciones Unidas consigue de cierta forma consensos que no consiguen el resto.

Cuándo han importado los informes? Parece que nunca, lo cual no exime de la crítica, que se debe traducir en una crítica general de todo el orden político

Esto no quiere decir que se deba respaldar ciegamente la OMS, que es una institución criticable y que responde también a intereses económicos, aspectos que no resultan de interés para la finalidad de este texto. Hablamos de coherencia y de señalar las estrategias discursivas que no atienden a hechos sino a crear realidades a partir de la repetición de un relato que se termina asentando en el imaginario. Porque la gente hasta ahora, como hemos visto, nunca se había preguntado ¿por qué no les hicisteis caso?

Visto lo visto, ¿cuándo han importado los informes? Parece que nunca, lo cual no exime de la crítica, que se debe traducir en una crítica general de todo el orden político. De otra forma, lo que se produce es una trampa discursiva que solo ve la paja en el ojo ajeno y que busca autoeximirse de la responsabilidad presente e histórica de las consecuencias de las decisiones políticas que se vienen tomando desde hace décadas.

Por lo tanto, ¿por qué se deberían asumir consecuencias por no prestar la debía atención a unos informes y no a otros? ¿Cuál debe ser la vara de medir? ¿Deberían asumir consecuencias los gobiernos anteriores —de un lado político como de otro— que no prestaron atención a informes de distinta tipología sobre las categorías que hemos mencionado y que han implicado miles y miles de muertes?

Esto tampoco implica reconocer y aceptar la labor de la OMS en esta pandemia, la propia organización, como todos, ha ido por detrás de los acontecimientos y no al revés. Ha dudado, ha cambiado de parecer, ha improvisado, se ha sorprendido, se ha visto superada, y en definitiva, como absolutamente todo el mundo del campo de la política, la ciencia, la academia, el tertuliano de televisión y el tertuliano de bar nunca podrían haber imaginado ni previsto lo que está pasando. Porque es nuevo para todos y todas. Y es a partir de ahí, desde la humildad, donde nos debemos encontrar.