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Literatura
¿Qué libro le regalarías a una mujer en prisión?
En España hay diez comunidades autónomas con prisiones que no admiten mujeres, lo que supone que muchas tengan que cumplir condena lejos de su lugar de origen o residencia habitual. Son datos de Acope y reflejan a la perfección la punta del iceberg de la desigualdad entre hombres y mujeres en el sistema penitenciario español. Las mujeres son solo el 7,6% de la población reclusa, por lo que todo en las cárceles está pensado para hombres: de hecho, de las 69 prisiones que hay en España, solo cuatro son específicas para mujeres. Están en Alcalá Meco (Madrid), en Alcalá de Guadaira (Sevilla), Brieva (Ávila) y Wad-Ras (Barcelona).
“La cárcel está pensada por y para hombres y eso es algo que queda patente no solo en su funcionamiento estructural, sino también, incluso, en su arquitectura, sus necesidades están mucho más invisibilizadas y abandonadas institucional y socialmente”, denuncian desde C.A.M.P.A (Colectivo de Apoyo a Mujeres Presas en Aragón). Las consecuencias de esto, además de la separación de sus familiares, es que no hay distribución entre las presas por edad, por tipo de condena, por reincidencia o por otros parámetros que sí se utilizan en las cárceles de hombres. También significa visibilidad. “Desde nuestra experiencia visitando a mujeres presas —continúan desde el colectivo aragonés, que lleva seis años de actividad—nos impactó ver cómo las mujeres son mucho menos visitadas que los hombres, son mucho menos carteadas y cuidadas. Creemos que esto es debido a que suelen ser ellas las que se encargan de visitar, meter paquetes y enviar cartas a sus parejas, familiares o amistades pero cuando son ellas las que están dentro no reciben esos mismos cuidados ya que toda esa responsabilidad suele caer sobre ellas”.
Además, advierten, las dificultades para romper ese aislamiento llegan incluso a algo tan inofensivo a priori como los libros. “No es fácil meter libros dentro de prisión y menos meter grandes cantidades, únicamente dejan entrar por goteo libros registrados con ISBN, con código oficial, no alternativos. Fanzines, por ejemplo, no dejan entrar”, aseguran.
“Un poco como hizo Lorca con La Barraca pero en vez de llevar teatro a los pueblos, queremos llevar libros dedicados por la gente a las mujeres de las cárceles”, comenta María Rufilanchas, impulsora de la iniciativa
Con esa realidad nace la iniciativa ‘A las olvidadas’, que pretende romper esas barreras y esa invisibilidad mandando libros a las mujeres presas. Este mes de febrero cerrarán su octava convocatoria, enviando libros a las reclusas de Alicante Cumplimiento (en Alicante). “El objetivo ahora es llevar libros dedicados a todas las cárceles y módulos de mujeres de España que podamos. Un poco como hizo Lorca con La Barraca pero en vez de llevar teatro a los pueblos, queremos llevar libros dedicados por la gente a las mujeres de las cárceles”, comenta María Rufilanchas, fundadora de Teta y teta y que, gracias a muchas más compañeras, pone en marcha esa iniciativa.
“La primera vez que lanzamos esta pregunta al mundo digital, no podíamos imaginar la respuesta tan grande que hubo, fue increíble y fue precioso, inesperado, nunca pensamos que íbamos a recibir 680 libros dedicados en solo cuatro semanas”. De esa primera experiencia, en la cárcel madrileña de Soto del Real, brotó el impacto de estas iniciativas. “Sobre las 11h empezaron a llegar las internas, unas 120, más deterioradas —pensamos— que las mujeres de Soto del Real, más variadas también, más mayores, más nuestras madres. A las 11.30h ya estaban todas sentadas, expectantes, ¿qué hacen todos esos libros ahí?”. Así lo cuentan en el diario de la experiencia, que también están recogida en audios.
Hasta el momento ya han acudido a cuatro módulos de mujeres en cárceles de hombres (Soto del Real, Estremera, León, Córdoba y Granada), a una unidad de madres en cárcel de hombres en Aranjuez y a la cárcel de mujeres de Alcalá Meco. La iniciativa ha tenido tan buena acogida que se está replicando en Francia y en México.
Entretener, pero también que aporte
Entre esos libros donados se puede encontrar de todo: novela, poesía, ficción... “Sobre todo, son libros enviados por mujeres y escritos por mujeres. Cada vez llegan más libros sobre feminismo, best sellers llegan muchos también, la verdad es que hay de todo, sí”, indica Rufilanchas.
Una de esas participantes de esta convocatoria es Araceli Pulpillo, para quien los libros tienen un significado especial. “Elegí el libro porque para mí un libro es una ventana a un mundo que nunca podré vivir. Es un pilar de mi vida y por eso los hago”. Se refiere a la editorial Piedra, papel, libro, de la que ella es impulsora y de la que sale el libro que ha elegido enviar: La genealogía del ciervo, de Sarai Herrera. “Pensé en este libro porque son relatos cortos que hablan de las carencias de la sociedad, las cosas que van mal y para mi fue importante para darme cuenta de la sociedad en la que vivimos. Muy crudo, con oscuridad, pero también tiene destellos de luces”.
“Lo más importante es que sea un libro que la entretenga, que te saque de esa vida en la cárcel, pero que también le diga algo”, valora la editora Araceli Pulpillo
Además de enviar el libro, la iniciativa ‘A las olvidadas’ pide a las donantes que les dediquen unas palabras a las futuras lectoras. “Las dedicatorias son el lado más emocional de la iniciativa, el simple hecho de pararse a pensar qué le digo a esta mujer y de ponerse en sus rejas es, a mi juicio, lo que nos crea un vínculo con las reclusas”, comenta la impulsora del proyecto. Araceli Pulpillo indica que la dedicatoria que ha elegido es genérica, ya que su idea es que pase de mano a mano el libro que envía. Otras se centran en explicar por qué ese libro fue importante para la donante o qué desean que provoque en la mujer que lo recibe. “Creo —comenta Pulpillo— que lo más importante es que sea un libro que la entretenga, que te saque de esa vida en la cárcel, pero que también le diga algo”.
Más duramente juzgadas, peores condiciones en las cárceles
Esa realidad de la que sacan a las presas las historias enviadas también tiene el objetivo de hacerles sentir que la sociedad no se olvida de ellas. Tanto desde Acopa, Campa como desde ‘A las olvidadas’ recuerdan que existe una relación directa entre el maltrato, las secuelas psicológicas y la historia delictiva. El trastorno de estrés postraumático que sufren las mujeres maltratadas conlleva depresiones, drogodependencias, autolesiones, agresividad, sobremedicación. De hecho, según un estudio del Instituto de la Mujer e Instituciones Penitenciarias, el 88,41% de las mujeres que ingresan en prisión ha sufrido violencia machista. El 68% ha sufrido violencia sexual, el 41% violencia sistemática, el 59% violencia de ámbito familiar, el 25% abusos infantiles y hasta el 74% de ellas ha sufrido violencia física.
También está su rol como madres. Mientras que el 80% de las mujeres que entran en prisión son madres, el 56% de las reclusas está en periodo reproductivo (entre 21 y 40 años). El porcentaje de mujeres extranjeras también es superior al resto de la sociedad: una de cada cuatro. De ahí que estos colectivos aseguren que ante un mismo delito, a una mujer se le juzga más duramente que a un hombre. “Al final las prisiones son un reflejo de la sociedad y a las mujeres en general se nos juzga mucho más”, comentan.
“Estamos en una cultura del castigo —comentan desde C.A.M.P.A. en asamblea—, es un castigo del otro o de la otra, del hereje, de la bruja, del loco, de las personas con sexualidades y géneros diversos. Nos consideramos abolicionistas porque no creemos que se trate de hacer una reforma del sistema penal sino de autoorganizarnos fuera de la lógica punitiva”. Una idea que estuvo muy presente en los años 70 en España, pero que parece haber sido relegado por otros problemas o focos de lucha. Así lo cree Pulpillo: “Es muy importante visibilizar a las presas y presos. Como militante sindicalista, feminista y de otros movimientos sociales me he dado cuenta de que, antes, las personas encarceladas eran un pilar importante porque se entendía que la represión es parte de la lucha. A día de hoy no pasa, el debate de las cárceles está en un rincón olvidado”.
“Debemos tener cuidado con nuestro complejo de salvadora blanca, llevando libros a personas analfabetas para salvarlas”, reflexionan desde el Colectivo de Apoyo a Mujeres Presas en Aragón
“Creemos que el trabajo anticarcelario debe ser, sin duda, colectivo”, aseguran desde Campa, que indican que “para que esto sea posible es necesario que se haga una labor informativa, de investigación y de conexión entre las que están dentro y las que estamos fuera”. Por eso insisten mucho en que sean las propias presas quienes ‘se salven’ y que desde fuera la acción debe ser la de dotar de las herramientas que ellas necesiten. “Debemos tener cuidado con nuestro complejo de salvadora blanca, llevando libros a personas analfabetas para salvarlas. Lo peligroso de este discurso es generarnos ya de partida una relación de desigualdad y violencia, presuponiendo que la mayoría de mujeres en prisión es analfabeta y carece de cultura”, reflexionan.
Por eso, destacan que una nueva actividad que puede haber en el futuro es la bidireccionalidad. “Sería muy interesante difundir y editar todos esos relatos que escriben las mujeres dentro, además de hacerles llegar libros, hacer llegar sus historias más allá de los muros”, animan desde el colectivo de apoyo a presas en Aragón.
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