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Libertad de expresión
Periodismo crítico unido contra el miedo, el odio y la mordaza
Como colaborador del periódico desde su salida hace algo más de año y medio, advertí la carencia de repercusión que tuvo entre los medios progresistas el ataque cibernético sufrido por La última hora (LÚH Noticias) hace doce días. Igual silencio advertimos en las asociaciones profesionales de periodistas, tan celosas otras veces cuando se vulnera la libertad de expresión.
Han tenido que sucederse después otros ataques del mismo tipo a periódicos independientes como El Salto y La Marea, además de alguna que otra web de izquierda, para que la noticia lograra la relevancia que merece por su gravedad en la Plataforma de Medios Independientes. También hemos leído las oportunas críticas por parte de algún político de Unidas Podemos.
En todos los casos, los medios atacados tienen una línea crítica e independiente, cuya permanencia depende casi en su totalidad de las aportaciones de los socios. En el caso de La Marea y El Salto, en donde he colaborado y colaboro también, sus respectivos equipos de profesionales han creído oportuno unirse para hacer frente al porvenir, dando a su campaña promocional el eslogan que mejor puede explicar su cometido: Unidos frente al odio. Uno de los vídeos con el que difunden su campaña lleva por titular Para no tener miedo.
Con ello airean algo que nos parece fundamental en el periodismo que debe hacerse cuando por el horizonte asoman los más negros fantasmas del pasado en la sombra procelosa de la extrema derecha. Como baluarte fundamental de la democracia, los medios de comunicación deben hacer todo lo posible por cerrarle el camino al odio y al miedo, fermentos cainitas de esa ideología.
Periodismo contra al miedo, el odio y la mordaza, esto es lo que debería unir a la profesión cuando unos modestísimos periódicos que solo se deben a sus socios y lectores han recibido permanentes ataques cibernéticos para acallarlos, coincidiendo con la fecha de la muerte del dictador. Por el coste que supone este tipo de agresiones, no son unos cualquiera los que las perpetran a modo de pueril gamberrada. Detrás tiene que estar gente muy solvente económicamente e implicada o afín a esa extrema derecha boyante, consciente de que insistiendo en el delito pueden poner en peligro la supervivencia de ese periodismo crítico e independiente tan necesario.
Si antes se empleaban otros métodos mucho más drásticos para ese mismo fin, que iban de las sanciones o los secuestros durante la dictadura, ahora estamos ante lo que se llama un ataque de denegación de servicios, un tipo de agresión informática por la que, desde múltiples direcciones IP y con el uso de boots, se puede tumbar un servidor sobresaturándolo con peticiones de información. De ese modo, la web de esos medios deja de estar operativa y se produce el silencio como consecuencia de esa mordaza, algo que en una democracia con dignidad no puede quedar impune. Ni tampoco en silencio por parte de los medios y asociaciones profesionales llamados a defender la libertad de expresión en todos los casos.
PS. Finalizado este artículo, he podido comprobar la dificultad que comporta el ataque cibernético a este medio para que sus profesionales puedan ejercer la libertad de expresión. Espero que frente a esta mordaza haya la suficiente sensibilidad democrática y profesional para defender lo que está en juego.
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