Movimiento vecinal
La Casa de Cultura de Chamberí lucha por su continuidad

La supervivencia de la Casa de Cultura y Participación Ciudadana de Chamberí pende de un hilo. El Ayuntamiento ha pedido la devolución del local y entrega de llaves para el próximo 24 de marzo. Al tejido social le queda poco más de un mes para convencer a las autoridades municipales de que vuelvan atrás con su decisión.
El pleno del Distrito de la tarde del miércoles 17 era el ámbito ideal para que las asociaciones explicaran al concejal presidente, Javier Ramírez (PP) por qué debían seguir. Pero no pudo ser, y la decisión de ejercer presión política se tradujo en una concentración a las puertas de la Junta Municipal, bajo el lema “Salvemos la Casa”.
La asistencia de más de 250 personas de todas las edades confirmaron el carácter intergeneracional del espacio. Jóvenes que practican defensa personal, club de lectura, amantes de la ópera, personas mayores que enseñan a las y los más peques a jugar al ajedrez, grupos de consumo, padres y madres que tienen en la Casa, su casa, un lugar donde construir en común.
La supervivencia de la Casa de Cultura de Chamberí pende de un hilo. El Ayuntamiento ha pedido la devolución del local y entrega de llaves para el próximo 24 de marzo
Malos tiempos para los emprendimientos colectivos autogestionados. El año comenzó con el cierre del Spa Maravillas, le siguió recientemente el Espacio Vecinal Arganzuela (EVA) y ahora le ha tocado el turno a la Casa de Cultura y Participación Ciudadana de Chamberí, el lugar donde 24 colectivos sociales del barrio desarrollan actividades culturales, de ocio y apoyo mutuo abiertas a toda la comunidad.
Según explican los vecinos, “desde 2009 el Ayuntamiento de Madrid disponía de un local cedido gratuitamente por Patrimonio del Estado para ser destinado para ‘Centro de participación asociativa del Distrito de Chamberí, promoción cultural y educativa’”. Estuvo cerrado hasta 2015, cuando la anterior corporación municipal llamó a concurso y presentaron un proyecto que fue elegido por el personal técnico.
“Aglutinaba en ese momento a 16 colectivos del barrio: una despensa solidaria, un Club de Scout, asociaciones de defensa de los parques, un grupo de consumo ecológico, Ampas de colegios, un colectivo feminista, una especie de retrato de lo que es el tejido social del barrio. Hoy ya somos 24 y en 2019 pasaron por la Casa más de diecisiete mil personas”, explica uno de sus integrantes, Oscar Álvarez. Entre ellos, destaca la presencia de pacientes y familiares del Hospital de Ponzano de Salud Mental, que han encontrado en la Casa un espacio donde interrelacionarse y formar parte activa del barrio.
En estos cuatro años la Casa ha sido un foco de actividades y reuniones, generándose muchas acciones colaborativas y gratuitas, talleres, cursos, presentaciones de libros, biblioteca, salas de estudio. Con la pandemia, algunos grupos como la despensa solidaria, cobraron mayor énfasis abasteciendo a más de cien familias precarizadas.
“Sirve para actividades lúdicas, para que los vecinos promuevan sus actividades, para que generen dinámicas de construcción asociativa. Es un lugar también donde se hace diagnóstico de necesidades, de dificultades del barrio, generando propuestas para solucionarlas. Es una casa muy viva”, asegura Álvarez.
Las entidades lamentan que las autoridades hayan tomado la decisión de quitar la cesión sin sentarse a evaluar el proyecto. “Es tremendo que el Ayuntamiento no quiera conocer lo que se hace aquí. No dan ninguna explicación, no tienen argumentos. Incluso cometen la torpeza de decir que la Junta está valorando el posible destino de este local, significa que no tienen pensado nada”, cuestiona este vecino.
“El Ayuntamiento muestra una enorme alergia. Deben mirarnos con cierto temor, con mucha lejanía, sin ninguna empatía”, denuncian las asociaciones.
A su entender el Ayuntamiento muestra “una enorme alergia” a todo lo que implica la participación ciudadana. “Deben mirarnos con cierto temor, con mucha lejanía, sin ninguna empatía. Seguramente piensan que no hay comunidad que solo somos individuos que consumimos. Entonces todo lo que es desarrollo comunitario, organización vecinal, apoyo mutuo, actividades de solidaridad, todo eso ni lo entienden y lo deben de mirar con mucha desconfianza”, concluye.
Para Blanca Gómez, otra de las vecinas que ha estado desde el principio del proceso, “se trata de una revancha política y en las espaldas de la Casa se están cobrando otras piezas. La ciudad nos está quedando como este suelo, un erial, muchas sedes van a tener que vender para quitarse de encima el estigma que se les va a quedar de estar arrasando con toda lo que la ciudadanía quiere”.
Los grupos que dan vida a la Casa han recibido el apoyo de un centenar de colectivos de la ciudad, muchos de ellos presentes en la concentración de este miércoles. Queda poco menos de treinta días para entregar las llaves y los antecedentes recientes no invitan a la ilusión. “Vamos a intentarlo hasta el final”, aseguran.
Movimiento vecinal
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