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Movimientos sociales
Poner la vida en el centro como objetivo común
Aunque solo es una frase no enuncia una idea simple, representa la lucha contra el poder del dinero, la lucha contra el capitalismo, la lucha por vivir vidas que merezcan la pena ser vividas. Es una idea que podría pasar a ser plan común de acción de todos los movimientos sociales o sindicales. Desde el feminismo hasta la lucha por las pensiones, pasando por el mundo ecologista o el sindicalismo combativo, todos entroncan con esta idea.
Poner la vida en el centro es una de las frases de las que se ha hecho eco el movimiento feminista, y que más se escucho durante la huelga del pasado 8 de Marzo.
Según Yayo Herrero, antropóloga y notable activista ecofeminista, “Poner la vida en el centro es construir políticas, culturas, economías y comunidades que tengan como prioridad garantizar una vida decente, una vida que merezca la pena vivirse para el conjunto de las personas. Poner la vida en el centro es garantizar que construimos comunidades en donde nadie tiene miedo al futuro, en donde nadie sufre pensando en que es lo que le va a pasar mañana”.
El mundo que nos proponemos cambiar esta regido por los mercados, que no son más que intereses mercantiles de la clase dominante. Intereses que ensalzan la libertad de mercado, la globalización, la competitividad, el privilegio a las empresas como creadoras de bienestar y puestos de trabajo…
Economía social y solidaria
Políticas para una economía más justa, democrática y sostenible
Un mundo en el que se enuncia la creación de riqueza como si esta repercutiera en el conjunto de la sociedad y olvida que el reparto no es para nada proporcional. Un mundo que pasa por alto las condiciones de vida de las personas que lo habitan, que olvida la desigualdad y la injusticia que desprende en pro de la generación de beneficio económico para unos pocos, en definitiva, un mundo totalmente regido por el dinero. Que piensa que la economía puede crecer constantemente en un medio que dispone de recursos finitos.
La idea de poner la vida en el centro es entender el dinero como un medio para la mejora de la vida, no como un fin en sí mismo al servicio de unos pocos ni como generador de desigualdad, de muerte o de destrucción del planeta. Hay que poner la vida en el centro porque el sistema actual, al primar el beneficio económico por encima de todo, denigra la vida de los seres vivos.
La competitividad globalizada y cada vez menos regulada nos afecta en nuestra vida diaria. El estrés, la ansiedad y el miedo es algo común en el presente, por no mencionar el suicidio colectivo que supone a largo plazo la falta de cuidado sobre el medio ambiente.
La vida puede y debe convertirse en el punto de partida desde el que crear una sociedad radicalmente diferente
Por todo ello la importancia de cambiar, de poner la vida en el centro, de anteponer la vida, no solo como derecho fundamental sino como recorrido que merezca la pena ser vivido. Y no me refiero a que sean los poderes que dirigen este sistema los que cambien de dirección. Los que nos tenemos que ocupar de repensar la vida y ponerla como prioridad somos todos y cada una de nosotras, en lo cotidiano, apoyando el cooperativismo, practicando el consumo consciente, reduciendo los residuos que generamos o de muchas otras maneras pero al fin y al cabo, implicándonos. Pasando a ser individuos activos en nuestro entorno.
Es una idea que podría pasar a ser plan común de acción de todos los movimientos sociales o sindicales. Porque desde el feminismo hasta la lucha por las pensiones, pasando por el mundo ecologista, el sindicalismo combativo, el movimiento decrecentista o el más reciente por los refugiados, todos entroncan en ese mismo punto. Además debería calar en la ideología individual de cada persona, decidir priorizar nuestras vidas en nuestra propia vida.
La vida, individual o ambiental, puede y debe convertirse en el punto de partida desde el que crear una sociedad radicalmente diferente.