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Partido Popular
Habemus Rajoy: el Presidente y el joven Rey
En la última y genial serie de Sorrentino, un deslumbrante Jude Law es elegido nuevo Papa. La primera escena de “El Joven Papa” nos muestra lo que todos esperaríamos de un Papa joven y moderno. Una declaración revolucionaria de un cristianismo renovado. Abierto, tolerante y democrático. Las masas sonríen ante la ruptura del oscurantismo. Pero no. Esa primera escena es solo un sueño. ¡Atención spoilers! El joven Papa revela su naturaleza. Es despótico, absolutista. Un reaccionario seductor. Un fanático de la norma, de la moral, de la tradición cristiana. De la unidad doctrinaria. El Joven Papa es un monarca orgulloso de su soberanía.
Rajoy ha encontrado a su joven Papa en Felipe VI. El Joven Rey tiene todos los rasgos del Joven Papa: juventud, talento, encanto, atractivo, y una ambición por el poder que nadie se esperaba. ¿Nadie? Es cierto que el gesto del joven rey ha sorprendido a propios y extraños, pero no desde luego a los que lo han orquestado. La imagen del joven rey se desenvolvía entre la seriedad de su figura, y la culta desenvoltura de quien disfruta en los cines Renoir. El País nos lo pintaba como un rey hípster. Una moderna y simpática figura que ponía fin al decadentismo corrupto (pero digno) de su predecesor. Revistas del corazón como ¡Hola! nos regalaba la vista con reportajes como “La Ruta de la Princesa Letizia en Malasaña”. El gentrificado barrio madrileño era el corazón de la corte posmoderna de Felipe VI. La imagen, como el sueño del joven Papa, se difuminó ante los hechos del tres de Octubre. Felipe VI mostró su rostro e hizo de su discurso el programa político de la nueva Restauración conservadora. La derecha española nunca ha ocultado su pasión por los políticos de la Restauración. Cánovas y Maura han sido y siguen siendo sus referentes. Desde la Ceda, a los tecnócratas de la dictadura pasando por Alianza Popular y hoy el Partido Popular. Todos han reverenciado a los reyes del clientelismo, el caciquismo, la represión obrera y la matanza colonial.
Hoy Mariano Rajoy y Felipe VI han recuperado la máxima del doctrinarismo donde se decía que “la soberanía reside en las cortes con el Rey”. Los que creían tonto y mudo al presidente, deben de haberse quedado de piedra. Rajoy ha demostrado no solo tener ideología, sino un concreto plan para España. Plan que nunca fue oculto, aunque si tímido; gestos, designaciones, leyes. Solo hasta la acentuación de la crisis ha quedado manifiesto la estrategia para asentar su legado: Una auténtica Restauración.
Rajoy cree en la soberanía popular lo mismo que el Rey en la meritocracia. Por eso mira con cierto asco las demandas de una asamblea constituyente. Está escrito en el ADN de su tradición política el miedo a las masas, la confianza en la oligarquía, la repulsión por la democracia plena (a la que consideran excesiva y populista). Todos y cada uno de sus pasos han venido honrando la memoria de Cánovas y Maura, adaptándolos eso sí, a los nuevos tiempos de la constitución del 78: Fortalecimiento de los elementos autoritarios y no democráticos (gobierno por medio del Ejecutivo y del Tribunal Constitucional). Concepción unitaria del estado y centralismo efectivo (como hemos visto en Cataluña). Política de palacio en detrimento de fórmulas democráticas (como se ha visto en la solución vasca). Legislación represiva y politización de jueces y fiscalía (Ley Mordaza, cadena perpetua revisable). Y así un buen número de lo políticas hasta llegar a la traca final. La que nos reveló que la soberanía, no reside en el pueblo, si no en el gobierno con el rey.
Habemus Rajoy y para rato. No porque su persona se vaya a mantener en la presidencia durante infinitas legislaturas. Sino porque ha dejado afianzadas las claves de su legado: Un estado unitario, fuerte autoritario. Un estado donde la soberanía reside en el gobierno con el rey. Un estado donde el pueblo es invitado honorífico en calidad de público, para contemplar desde la grada el gobierno de nuestras vidas precarias. Un estado rojigualdo donde quedamos todos convidados a celebrar la nueva venida de la vieja Restauración mientras cantamos ¡Vivan las Cadenas!
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Saludos. Tenemos muy pendiente dar un repaso a la cuestión de la erdoganización. Gracias por la sugerencia!
Te olvidas de mencionar que todo ello está avalado, soportado y orquestado en colaboración directa con el otro apéndice del Régimen. es decir el P$0€. Nota: La "erdoganización" es palpable y va en aumento. Gran artículo, gracias !
Me ha parecido muy acertada la comparación que haces del Rey con el Papa de Sorrentino, estupendo artículo¡¡