Irantzu Varela y Andrea Momoitio presentan La Sinsorga, el primer centro cultural feminista de Bilbao

Han alquilado un edificio de cuatro plantas en la calle Askao 9 de Bilbao. Albergará una zona restaurante, una tienda, un espacio de coworking y zonas para las socias.
sinsorga
Gessamí Forner Andrea Momoitio e Irantzu Varela delante del edificio que han alquilado para convertirlo en un centro cultural feminista.

Las periodistas feministas Irantzu Varela y Andrea Momoitio inaugurarán a final de año un centro cultural feminista, La Sinsorga, en el Casco Viejo de Bilbao. Lo importante ya lo tienen: el local —edificio, en realidad—, la arquitecta, la idea, el propósito, las ganas y las aliadas. Faltan los detalles: encontrar a las mujeres albañiles, electricistas y fontaneras que ejecutarán la obra y algunas de las trabajadoras que alquilarán el espacio de coworking de la tercera planta. 

Es un proyecto grande, de cuatro plantas, para ser exactas, engalanado con una fastuosa lámpara de cristales de Bohemia que alumbrará la planta baja, destinada a la zona de restaurante, donde previsiblemente se servirán alimentos preparados por la cooperativa feminista Sustraiak. La lámpara es importante, tanto como el espacio. El edificio ha sido durante más de dos décadas la conocida tienda de trajes de novia Laura Batán. Su dueña lo puso en alquiler, consciente de que las mujeres ya no se casan tanto, mucho menos vestidas de blanco. Saben que es simbólico que esas novias vestidas de princesas sean relevadas por feministas que programarán charlas, obras de teatro, conciertos y lecturas en las que, a buen seguro, alguno de los temas será cuestionar el amor romántico. También es simbólico que la dueña escogiera a las periodistas feministas y rechazara dos opciones en boga en la capital vizcaína: apartamentos turísticos, un bar de cerveza artesana. La dueña sigue confiando en las mujeres y en su barrio, cada año más arrasado por la gentrificación. 

“Llevamos años dándole vueltas a La Sinsorga. Nos apetecía contribuir a generar un espacio de encuentro aunque no es, ni mucho menos, la casa de las mujeres que reclama el movimiento feminista, demanda a la nosotras también nos unimos”, explican

En la entidad bancaria han encontrado un empleado que se ha entusiasmado con su plan de empresa, a pesar de sus reticencias iniciales. “Creemos que no lo entiende: vamos a montar un centro cultural feminista y ve cómo entra el dinero en la cuenta”, explican risueñas. 

Varela y Momoitio están ilusionadas. Recientemente han organizado un desayuno para periodistas para presentar La Sinsorga. Las redactoras acariciaron las paredes enteladas, subieron a la terraza trasera y prometieron no colgar fotos en las redes sociales. Quieren que sea una sorpresa, que el espacio te abrace cuando entres. 

La segunda planta la ocupará una tienda de merchandising feminista. La tercera, una zona de coworking donde alquilan espacios de trabajo. La buhardilla será un espacio polivalente, que lo mismo acogerá un taller de suelo pélvico que cualquier otra cosa que se les ocurra o para las reservas de las socias de La Sinsorga. Y la terraza a la que se accede desde ahí es el tesoro del edificio, un edificio que todos los vecinos del barrio reconocen. 

Han previsto tres vías de financiación: el restaurante y la tienda, el alquiler de las mesas de coworking y las cuotas de las socias de La Sinsorga, que tendrán preferencia a la hora de comprar las entradas de los eventos culturales, posibilidad de reservar la buhardilla y otras ventajas. Esperan contratar a dos personas, mientras ellas continuarán sus labores profesionales actuales, como el programa El Tornillo y la revista Pikara.

Han previsto tres vías de financiación: el restaurante y la tienda, el alquiler de las mesas de coworking y las cuotas de las socias de La Sinsorga

Ambas periodistas comparten espacio en la redacción de la revista Pikara, donde han fraguado una sólida amistad y especulado con sueños feministas. “Llevamos años dándole vueltas a La Sinsorga. Nos apetecía contribuir a generar un espacio de encuentro aunque no es, ni mucho menos, la casa de las mujeres que reclama el movimiento feminista, demanda a la que nosotras también nos unimos”, explican. 

El movimiento feminista de la ciudad lleva mucho tiempo reclamando una casa para las mujeres en los barrios altos, una petición que lidera Galtzagorri y sobre la que hay consenso, además de necesidad —Bilbao es la única ciudad de Euskal Herria sin casa de mujeres—.

De momento, Irantzu Varela y Andrea Momoitio aportarán al Casco viejo de Bilbao un centro cultural feminista, que previsiblemente abrirá sus puertas a final de año, cuando terminen las obras. El domingo 3 de abril hicieron la primera performance en el escaparate. Las tiendas de alrededor y los vecinos se percataron de que algo se mueve en la calle Askao 9, y se alegraron. Para el vídeo promocional han comprado algunos de los trajes de novia que se vendían en el edificio. Artistas los “intervendrán”.

Durante demasiados años, el Casco Viejo de Bilbao ha estado sin vida propia. El comercio ha ido muriendo, las tabernas se han reconvertido en bares, los grupos de turistas copan las siete calles. Hace cinco años, un grupo de 150 personas compró un local e inauguraron en la calle Ronda el Bira —pintxos, cerveza, euskera y cultura vasca—. A dos pasos del Bira se encuentra el Zirika, vinculado al internacionalismo, y ubicado en la calle paralela, el año pasado abrió la taberna Malatesta, auspiciada por el sindicato anarcosindicalista CNT. El Casco Viejo de Bilbao vuelve a latir, también a ritmo feminista.

CNT
CNT inaugura el bar Malatesta, trinchera cultural en Bilbao
El sindicato llevaba tiempo rumiando la idea de crear un espacio político financiado con un establecimiento hostelero que permitiera la creación de autoempleo. El cierre de un mítico bar bilbaíno y el aumento del paro entre sus afiliados aceleró el proyecto.
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