Política
Eva Belmonte: “Los partidos están mucho más centrados en contar lo que hacen que en hacer las cosas bien”

La periodista detrás de El BOE nuestro de cada día ha sacado un diccionario para entender el lenguaje administrativo del Boletín Oficial del Estado y cómo este afecta a las cosas de comer.
Eva Belmonte
Eva Belmonte, periodista, lleva a cabo de lunes a sábado un barrido del Boletín Oficial del Estado. Álvaro Minguito
25 jul 2021 06:06

Pese a lo que pueda parecer y lo que comenta en esta entrevista, Eva Belmonte (Elche, 1982) no está enfadada siempre. De hecho, esta periodista, que forma parte de la Fundación Civio, acaba de sacar un Diccionario Ilustrado BOE-Español (Ariel, 2021) junto con el dibujante y colaborador de El Salto Mauro Entrialgo, que prueba todo lo contrario, que Belmonte tiene un sentido del humor mordaz y que su trabajo de lunes a sábado en El BOE nuestro de cada día no le ha afectado en sus ganas de seguir ejercitándolo. De hecho, pese a que el titular de esta entrevista pueda parecer que raya en ese concepto de la antipolítica, lo que reivindica Belmonte es la política de los hechos frente a la del relato.

¿Corre el riesgo una de convertirse en antisistema al leer todos los días lo que pasa en el BOE?
Hombre, sí. Cuando empecé a leerlo y a entender de verdad cómo funcionaba, y a entender que era algo más sistémico, que no era que un funcionario un día te decía algo mal, sí, acabas enfadada. Siempre digo que lo malo de este curro es que estoy como enfadada todo el rato, y no me mola nada. Necesito desconectar mucho. Por eso quería hacer el libro con Mauro, porque quería reírme un poco. Necesitaba soltar.

¿Porque te has radicalizado en este tiempo?
Yo creo que no. Antes tenía unas posturas ideológicas, pensaba: “solo por esto son los malos”, ahora esas no se han ido —los malos siguen siendo los malos, eso es impepinable— pero cuando empiezas a ver cómo trabajan y qué normas aprueban y qué decisiones toman “los buenos" o los “no malos”... es que no salvo a nadie. Luego yo siempre voto. Pero es verdad que cuando ves cómo funcionan por dentro las cosas, te radicalizas bastante, y mira que yo ya era bastante punkarra.

Defiendes la idea de que “hasta que no está en el BOE todo es propaganda". ¿Qué tiene de bueno eso?
Es verdad que ahora veo solución a las cosas, aunque sean cosas pequeñas. Creo que por eso es tan importante entender este lenguaje, que entiende muy poca gente. Ayuda mucho decir “si el problema está en este punto, si reformamos este punto pequeñito que es una frase, una ley, arreglamos un montón de cosas”. Siempre estoy hablando de ayudas porque es lo que me parece más importante: por ejemplo, si quitas una condición de las ayudas es más fácil que mucha más gente pueda acceder. Eso sí que te aporta optimismo, y permite hacer lobby.

A la ejecución de los Presupuestos se le da mucha menos importancia, y ese es uno de los temas que más me obsesionan desde que empecé a leer el BOE

¿Es un antídoto contra la demagogia?
Va en contra de esta idea de “me da igual lo que haga"; ese lugar en el que está la oposición ahora mismo de “me da igual lo que haga el gobierno, todo está mal”. Si tú ves lo que de verdad se aprueba, puedes ver qué está mal y qué está funcionando y, por tanto, se ha hecho bien. En lugar de discutir sobre medidas basándonos en la nada y desde el presupuesto de que todo está mal, permite ver que hay cosas que se han hecho bien durante pandemia, y cosas que se han hecho mal. Ir a la chicha sí ayuda... lo que pasa es que tiene mucho menos punch lo que yo hago que noticias demagógicas, o populistas tipo “Pablo Casado ha dicho que esto es anticonstitucional”. Tengo mucho menos tirón, me temo.

Ahora empieza el debate sobre el techo de gasto de los Presupuestos Generales del Estado. Explicas en uno de los vocablos del libro que aquí lo importante es la ejecución, ¿por qué conviene recordarlo?
El techo de gasto es importante, y es importante qué se presupuesta porque al final, aunque sea poco, tienes que justificar cómo lo ejecutas, pero es verdad que a la ejecución se le da mucha menos importancia, y es uno de los temas que más me obsesionan desde que empecé a leer el BOE. Hay momentos en los que dices "¿¡qué ha pasado aquí!?”, y te das cuenta de que hay cosas que son sistémicas. El tema de Defensa, por ejemplo, no es de un gobierno, no es que un año, de repente se les ha ido la mano. No puedo analizar en términos generales la ejecución de 2020 porque ha pasado de todo en un año, y es normal que a Defensa se le fuera la mano, a Sanidad se le fuera la mano, a Trabajo se le fuera la mano, a Seguridad Social se le fuera la mano con el tema de autónomos y moratorias y tal; pero el resto de años que no pasaban estas cosas extraordinarias... que todos los años haya más de mil millones extra en Defensa, y que no se hable de ese tema, me parecía increíble cuando empecé a publicar sobre estos temas.

Si crees que de verdad la población se va a rebelar porque en los presupuestos infles Defensa a muerte, estás engañando y te estás saltando las reglas democráticas bajo mano
Nos fijamos en lo menos importante.
El Presupuesto se presenta con titulares muy gordos sobre una “inversión económica de no sé cuantos mil millones más” que para una persona normal, yo me incluyo, es imposible entender. Pero luego miras lo de Defensa y dices: “son mil millones más cada año. ¿Por qué nadie está mirando esto?". También ocurre con la ejecución que se da un presupuesto de la leche para unas ayudas y luego, como es dificilísimo acceder a esas ayudas, no se gasta ni una décima parte.


Te he preguntado al principio si te convertías en más antisistema, en más antimilitarista, entiendo que sí...
Si esa parte se esconde deliberadamente cuando se están negociando los presupuestos y luego se infla, es porque se entiende que hay un consenso social en torno al hecho de que, en general, no sienta bien que se suba el presupuesto de Defensa. Entonces, si ese consenso está, lo estás esquivando. Si crees que de verdad la población se va a rebelar porque en los presupuestos infles Defensa a muerte, estás engañando y te estás saltando las reglas democráticas bajo mano.

A pesar de todo esto que estamos hablando en una entrevista defendías que el BOE es la institución que, bajo tu punto de vista, funciona mejor. ¿Cuál es la razón?
Es un poco trampa porque los conozco, pero a mí me da la sensación de que funciona muy bien. Por ejemplo, me doy cuenta cuando me leo un Decreto Ley de 300 páginas que modifica 200 leyes y estoy horas intentando entender, llevando el hilo para ver qué cambia de cada norma. Cuando ya he acabado de escribir el artículo ellos han consolidado todas esas normas. Son muy eficientes, tienen la norma al día, incluso cuando es difícil entender qué está derogado y qué no. En pandemia han trabajado muy rápido porque salía todo tardísimo y mal.

Se publica una ley aprobada porque es obligatorio pero por qué se ha llegado hasta ahí, quién te ha influenciado, qué papeles has usado, todo eso es un agujero negro

Cambiando un poco de tema, muy poco. La Ley de Transparencia ¿ha servido para algo?
Para lo que más ha servido es para que, por un lado, las comunidades autónomas a partir de ahí han hecho leyes mucho mejores. Eso es un avance. Castilla la Mancha lo ha hecho bastante bien con los datos de la pandemia. La ley catalana, por ejemplo, fue bastante avanzada, la ordenanza que se hizo en Madrid estaba bien, la ley de la Comunidad de Madrid no está mal. Los problemas de laLey de Transparencia en sí —sobre todo en lo que están obligados a publicar— es que no se cumple a tiempo, y segundo, que lo que están obligados a publicar eran ya de obligada publicación. Estamos hablando de cosas muy, muy básicas. Entonces, ¿ha supuesto un avance? Un poco, sí. ¿Es suficiente? No.

¿Cuál es el agujero de información más importante?
El hueco más gordo es que no sabemos cómo se toman las decisiones. Se sigue entendiendo lo público —la parte de altos cargos y la parte política— como “yo decido esto porque sí, y lo apruebo porque sí” y no se explica. Luego con los años hay que preguntarse qué ha pasado, si ha funcionado o ha servido para algo. Pero se publica una ley aprobada porque es obligatorio pero por qué se ha llegado hasta ahí, quién te ha influenciado, qué papeles has usado, todo eso es un agujero negro.

Se ha celebrado que la ley ha favorecido el derecho a hacer preguntas y esperar respuestas.
En cuanto a derecho de acceso fue un avance porque hay un marco legal. Si a mí no me hacen caso yo puedo ir a los tribunales, pero es que estamos todo el día en los tribunales. No es normal que estés todo el día en el Consejo de Transparencia y, como tampoco hacen caso al Consejo de Transparencia, en los tribunales. Ahora, como Fundación Civio, estamos en cinco juicios por cosas superbásicas. Claro, eso un ciudadano normal no lo puede hacer.

Y eso sin contar los secretos oficiales.
Sí, eso sin contar esa parte a la que no puedes acceder, que son los secretos oficiales y también lo que tiene que ver con lo tributario o con la propiedad intelectual. Por ejemplo, cuando se reformó la Ley de Contratos se dijo que todo el proceso del contrato tiene que ser abierto, excepto lo que se entienda que protege determinados derechos. Entonces, si ellos entienden que, por ejemplo, en la oferta de una empresa hay una parte de propiedad intelectual y tienen que protegerla, apenas se argumenta —ni siquiera se justifica apenas— y, en lugar de tachar un cachito, lo que hacen es directamente no colgar las ofertas.

Con los embajadores es flipante. Todos tienen un mínimo de siete apellidos, es una cosa de locos. Parece una élite aparte que funciona con sus propias reglas en la que nadie entra y son todos familia

El historiador Eric Hobsbawm decía algo así como que a partir del siglo XIX hay una serie de decisiones que comienzan a tomarse en los clubs deportivos, en el Liceo, etc. ¿Crees que es así?
No sé si en esos sitios tan evidentes. Yo creo que en esos sitios, que son semi públicos —en el club de golf, en lugares donde se van a cazar todos juntos, “invito a mi amigo y que te conozca, y como ya te conoce, pues cuando te presente un contrato, ya sabes quién es, etc”—es donde se hace el grupito, y luego la conversación seguramente será en otro contexto. Establecer esas redes es importante en todos los trabajos, pero en lo público no debería de ser así porque no puede ser así.

¿Qué relación has visto ahora que estás trabajando con el BOE con otro proyecto que has llevado a cabo, el árbol de relaciones sobre quién manda en España?
Cuando empecé a hacer Quién Manda ya me leía el BOE, y me ayudaba mucho porque hay una parte que tiene que ver con nombramientos. Yo no reviso todas las oposiciones, solamente cuestiones concretas, pero sí reviso cualquier nombramiento de libre designación. Hay una relación evidente entre quiénes son esas personas nombradas con las que tienen determinado poder y las que pertenecen a la nobleza. Ves los apellidos y coincide que son los mismos todo el rato. Con los embajadores es flipante. Todos tienen un mínimo de siete apellidos, es una cosa de locos. Parece una élite aparte que funciona con sus propias reglas en la que nadie entra y son todos familia. Por último, se ve con contratos puntuales: ves el nombre de algunas empresas y te preguntas “¿y por qué le dan esto a estos? ¿Qué sentido tiene? ¿Quién está aquí?”. Eso te permite ver cómo funcionan estas redes.

Vivimos una época de política acelerada, digamos, de polémicas diarias. ¿Es así también en BOE o el BOE lleva un ritmo completamente diferente?
El BOE es sorpresa. Hay épocas que son muy claras, por ejemplo, final de año siempre va petado. En el BOE del 31 de diciembre va de todo. Pero, es verdad que tiene sus ritmos, es verdad que al día siguiente de un Consejo de Ministros suele ser gordo, pero luego, como no hay una obligación de publicar al día siguiente las cosas, pues van saliendo dependiendo de cómo. Lo noto algunas veces cuando aprueban un Decreto Ley, o un Decreto, que sabes que técnicamente es muy complejo porque tiene temas de laboral o fiscalidad y ves que lo han aprobado muy rápido porque se ha montado una polémica. A los dos días tienen un Decreto Ley montado, y dices “ostras, esto no sale en el BOE hasta dentro de dos semanas porque no está escrito”.

¿Hay momentos de relax?
Cuanto más jaleo político hay, por ejemplo en época electoral; cuando hay un debate de la leche en el Congreso sobre cualquier cosa, el BOE va mucho más tranquilo. Están haciendo el paripé, hablando en teles, dando declaraciones, y centrándose en el relato, no están trabajando. Entonces el BOE no tiene chicha.

Es difícil tener que legislar en caliente sin saber muy bien qué estás haciendo. Al principio de la pandemia era una locura, pero era normal que fuera una locura

¿Ha habido uso y abuso especialmente durante la pandemia?
Tiendo a ser empática y comprensiva. Durante la pandemia todo el rato pensaba “madre mía, este marrón”. Es difícil tener que legislar en caliente sin saber muy bien qué estás haciendo. Al principio era una locura, pero era normal que fuera una locura. Creo que hubo un momento en el que las cosas se calmaron un poco. El problema no es solo que se hiciera todo corriendo, sino lo mal explicado que estaba, las contradicciones. Las fases de la desescalada fueron un caos absoluto, había un montón de normas que se contradecían. Llegado un punto se tendría que haber sido más claro y directo; y, sobre todo, y para mí lo más importante de todo, y lo que más me ha enfadado durante estos meses, es que se ha tratado a la gente como si fuéramos irresponsables, idiotas que no sabemos entender nada. Tú preguntabas en rueda de prensa “oye, estas dos normas se contradicen, ¿qué prevalece?” Y no te respondían, te decían “lo importante es que la gente sea responsable”.

En el libro, lo que más te cabrea son esas normas container en las que va un poquito de todo: aprovechando esta disposición sobre la pandemia meto algo sobre un club de bádminton...
Es este filibusterismo, esta cosa de meter enmiendas raras. Cuando estamos hablando de un Decreto Ley, si de verdad tienes una urgencia y, de verdad, es extraordinario y, de verdad, es tan urgente regular una cosa, no es tan urgente regular 27. No aproveches. Si tienes que regular 27 y son urgentes, te haces un Decreto Ley para cada tema, y lo explicas bien. Se juega mucho a denunciar eso de “este gobierno ha abusado más del Decreto Ley que otros”, pero es que el que se supone que no “abusa” igual ha aprobado diez y el otro 200, pero esos diez modifican mil leyes. La clave es que cuelan cosas que no son urgentes en un Decreto Ley que, no lo olvidemos, es una vía extraordinaria que se debería usar muy poco, y que sirve para asentar toda la democracia parlamentaria.

¿Qué más efectos provoca esto?
Cada vez que alguien lleva al Constitucional un Decreto Ley —normalmente no porque quieran defender la técnica legislativa—, el Constitucional tumba algo. Porque es imposible que cuando un texto de este tipo mezcla muchas cosas todo sea urgente y esté justificado.

También protestas por cómo se elaboran las leyes.
Es que en los grupos parlamentarios y entre los asesores de los altos cargos, de los ministros y demás, hay cada vez más gente de comunicación y menos gente técnica que sepa escribir una puñetera ley. Y esto, que parece una tontería, es muy importante, porque luego de repente ves los cacaos que ves. Ves que nadie se ha revisado las leyes, que no saben presentar enmiendas, que presentan enmiendas, o propuestas de ley de cosas que ya están reguladas.

¿Está volviendo el BOE a su origen? Porque, como explicas en el libro, en el siglo XIX la Gazeta, el primer BOE, era un boletín de noticias.
Se nota cuando hay preámbulos como este que vimos hace muy poco diciendo que la reforma laboral del PP estaba muy mal. Algo que es verdad, pero eso no se pone en un preámbulo. De repente, se está metiendo “el relato”, la propaganda, que se supone que está fuera y que no tiene que estar en el BOE.

El relato es algo de lo que también te quejas en el libro.
Me pone de los nervios porque da la sensación de que da igual lo que se haga y lo que se apruebe, lo importante es qué se está contando. A mí el término fake news y todo esto no me gusta porque creo que es mucho más profundo que eso. Los partidos políticos están mucho más centrados en contar lo que hacen que en hacer las cosas bien, y eso es preocupante. El relato ya era un problema, porque no hablamos de lo que de verdad es importante y estamos hablando de cualquier chorrada que han dicho en la tribuna del Congreso, pero es que ahora, además, el relato es la agenda fascista, un día detrás de otro.

¿Cómo afecta a tu trabajo?
Los miércoles, que es el día que el BOE va gordo, me los paso explicando un Decreto Ley complejo, que puede que cambie un impuesto, o algo similar, y entro a Twitter y lo que importa es que ese día Abascal ha dicho vete a saber qué subnormalidad y vamos a estar tres días hablando de esa subnormalidad. Pues, hombre, te da un poco de bajón.

El Gobierno insistía especialmente en que era un indulto parcial. Y se titulaba por ahí: “No, pero estos son distintos, son solo parciales...” ¡Como todos los indultos desde el año 96!

¿No está de moda la pedagogía?
Tiene mucho que ver con esta cosa de explicar por qué se toman las decisiones. Tú no le puedes decir a la gente “prohibimos las pajitas de plástico porque es ecológico y ya”. Tienes que decirle “mira, se usa tanto, tienen este impacto, y ¿por qué hemos tomado esta medida y no otra? Porque otras podrían un impacto económico o social X". Eso debería estar en los preámbulos de las leyes, por ejemplo. Los informes económicos y de impactos deberían acompañar a las normas. Pero normalmente son de chichinabo, o no se publican, o se publica un resumen rápido y ya está.

La noticia política del curso son los indultos a los presos encarcelados por el Procés. Leída en el BOE, ¿hay una explicación adecuada de cómo se ha llegado a ese punto?
No, estos en concreto, no. Dos cosas sobre esto. El Gobierno insistía especialmente en que era un indulto parcial: todos son parciales, no se dan indultos totales en este país. Y se titulaba por ahí: “No, pero estos son distintos, son solo parciales...” ¡Como todos los indultos desde el año 96! No entro a valorar si estos son indultos políticos o no porque no tengo ni idea de este tema, pero hay indultos que a mí me han enfadado y a mí estos no me han enfadado. Me enfadó muchísimo más cuando se indultó a Alfredo Sáez, el banquero, y se cambió la ley para que pudiera seguir en el Santander, o cuando se ha indultado a torturadores.

Esa ha sido la noticia del BOE del año. ¿Cuál ha sido la más grave que ha pasado desapercibida?
Cuando se anunció la moratoria del pago de las cuotas de la Seguridad Social de los autónomos, al principio de la pandemia, y salió Nadia Calviño en rueda de prensa y le preguntamos, dijo que ese mes ya no se les iba a cobrar. Ese Decreto Ley tardó mucho en publicarse porque era complejo —sospecho, no estoy segura, pero tenía pinta de que no estaba acabado— y cuando finalmente salió era una moratoria solo para algunos sectores y entraba en vigor dos o tres meses después. O sea, has anunciado una moratoria a las cuotas a los autónomos desde ya, y resulta que va a tardar tres meses y solo es para algunos. Cuando yo lo publiqué, había gente que se enfadó conmigo, en plan “no, no, pero el Gobierno ha dicho...”. Esto me pasa un montón, la gente se enfada conmigo porque lo que dice el BOE no es lo que dijo el Gobierno.

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