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Mamá, ¿qué es ser étnico?” Esta extraña pregunta puede rondar la cabeza de mi hijo, de dos años y medio, cuando crezca un poco más. Y lo hará cuando un día, de repente, comience a ojear un catálogo de juguetes. Entonces, me mirará sorprendido al reconocerse en uno de los bebés y leer al lado esta palabra. Tras fabricar esta especie de pesadilla doy un respingo desde el sofá, enciendo el ordenador y me dispongo a escribir estas líneas. Sirva esto como un ejercicio para espantar males en esta época en la que el consumo de juguetes se introduce por tierra, mar y aire en todas las casas y algunas nos volvemos locas para encontrar material inclusivo para nuestra prole. Quizás suene idealista, pero creo que aún estamos a tiempo de evitar que esa escena se materialice. Empecemos pues por el principio.
Hace poco más de un mes, desde el colectivo de mamás de Afrodescendientes que hemos creado en Madrid, al calor de nuestra mesa redonda con forma de grupo de WhatsApp, asistimos asustadas a un catálogo de Bandai que incluía tres bebés Baby Born clasificados como “niña”, “niño” y “étnico”. Este último, que por no tener no tenía ni sexo, es el ‘premio’ que nos tenían reservado a nosotras, madres antirracistas que reclamamos referentes para nuestra descendencia.
La empresa Zaft Creation, que fabrica estos bebes, pensaría que pintando su piel con tonos oscuros se estaban reconciliando con la diversidad. Pero en el catálogo se olvidaron de ajustar bien las palabras. Se olvidaron o no lo intentaron. Quizás no necesitaban poner palabras para diferenciar a los pequeños, pero tampoco se dieron cuenta de eso.
“Y si no son étnicos, ¿qué son? ¿cómo queréis que los vendan? ¿cómo queréis buscarlos en Google?”, se preguntaba alguien en las redes sociales
Cuando me retiré de la frente el sudor y la perplejidad, y en mi eterno objetivo de fundamentar bien mis argumentos ante la avalancha de incomprensión tan común a las que se enfrenta cualquiera que quiera hacer ver que hay racismo donde poca gente lo ve, acudí a la RAE que me respondió lo siguiente:
Etnia: Comunidad humana definida por afinidades raciales, lingüísticas, culturales… etc.
La conclusión inmediata que me regalaba la más prestigiosa institución de la lengua española es que todas y todos somos étnicos porque todas y todos pertenecemos a una comunidad que comparte una lengua y una cultura. Por tanto, los tres bebés eran étnicos. Los tres. Pero Bandai señalaba con este adjetivo al bebé “exótico” o “diferente”. Desde los colectivos de madres antirracistas Ukuaji y AMHBIN advierten de que “en la antropología el término etnia ha sido un eufemismo introducido para sustituir a la palabra tribu” y, por tanto, se ha usado para llamar étnicas “a las cosas que consideramos primitivas, exóticas o lejanas, a lo ajeno”. Lo lejano. Lo ajeno. Nada que tenga que ver con nuestros hijos e hijas.
Una vez despejada la duda sobre el significado de la palabra etnia y el significante que se pretendía transmitir en ese catálogo de juguetes, en un intento de rearmar los posibles huecos en mi discurso, empecé a leer comentarios en redes sociales. Había gente que se echaba las manos a la cabeza porque “para algunas todo es racismo”. “Y si no son étnicos, ¿qué son? ¿cómo queréis que los vendan? ¿cómo queréis buscarlos en Google?”, decían algunas. Entonces, metí las palabras ‘bebé de juguete’ en ese buscador quién me devolvió el espejo de la sociedad homogénea en la que las empresas del sector del juguete intentan hacernos creer que vivimos. Estamos lejos, sí. Estamos muy lejos. Pero la solución no es poner etiquetas.
La igualdad estará más cerca el día en el que esta búsqueda en internet nos lleve a una gran variedad de pequeñas y pequeños, de todas las características, sin necesidad de escarbar ni etiquetarlos de ninguna manera. Seguiremos sin ser todos iguales mientras juguemos a marcarnos y a diferenciarnos. Porque nuestras hijas e hijos no son “exóticos” ni “diferentes”. Simplemente son niñas y niños. Y así debiera entenderlo la opinión pública. La empresa que quiera poner la primera piedra en este camino hacia la igualdad será la que no etiquete. Nuestras pequeñas y pequeños necesitan juguetes, libros, películas, planes de ocio… donde se muestre diversidad sin necesidad de ser etiquetada.
El reto es cambiar el imaginario colectivo para que se sientan parte de esta sociedad que ellas y ellos construyen. Ya es hora de que nos demos cuenta de que España no es solo blanca ¿A que parece obvio? Pues para muchas y muchos mis argumentos seguramente sonarán exóticos.
Afrodescendientes
Criando un nuevo mundo
Ukuaji significa crecimiento en suajili. Esta palabra da nombre a la asociación de madres de afrodescendientes.
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Complicada hoja de ruta para lograr esto, los buscadores no muestran más que lo que hay, en general, es el espejo mágico que te tira la verdad a la cara. Los muñecos son en grandísima proporción blancos y rubios. Y así se refleja en los buscadores.
Lamentablemente, obligar a las jugueteras a fabricar lo mismo de cada, sexo, raza, etc, no creo que solucione gran cosa. Ya que esto a su vez es un reflejo de la sociedad. Tenemos grabado a fuego que el muñeco bonito es rubio de ojos azules y con ropita adecuada (rosa, azul, falta, pantalon, etc). Si fabricaran distinto, probablemente se quedarían sin vender buena parte, porque el problema es mucho más profundo.
Eso sí, escribir sobre esto al menos nos sirve para ayudar a ser conscientes del problema de racismo/clasismo/detodoismo, que tenemos. Que al final no es más que hay una parte de la sociedad dominante (hombre, blanco, rubio, joven, con dinero y poder, en traje y corbata, etc.) que se impone sobre el resto en todos y cada uno de los ámbitos de nuestras vidas.
Saludos y ánimo.