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Racismo
La xenofobia en América Latina se expande más rápido que el coronavirus
Mientras en España los españoles de origen chino, o chinos de segunda generación se coordinaban por medio de las redes sociales para lanzar la campaña #Nosoyunvirus, al otro lado del charco la crisis del coronavirus afectaba a un colectivo en una sociedad también atravesada por el racismo, pero de manera diferente.
“Es un problema estructural”, cuenta Rodrigo P. Campos a El Salto. Ahora mismo en cuarentena voluntaria después de volar desde Shanghái a Amsterdam y desde Amsterdam a Perú, el joven sinólogo, hijo de madre china y de padre peruano, afirma que en en el país latinoamericano con más chinos —un 5% de la población total—, no hay una discriminación formal contra los asiáticos: “No hay espacios donde no se les deje entrar, no hay ataques imprevistos, no hay acoso al Barrio Chino. No hemos visto las escenas de los vídeos que llegan desde Europa, de marginación o de acoso verbal en el transporte público. Todo eso terminó hace unos 90 años”, dice.
Rodrigo P. Campos, fundador de la plataforma de descendientes de chinos en países hispanohablantes Tusanaje-秘从中来, se replantea así los distintos ritmos que se llevan en América y en el viejo continente; el primero lleva recibiendo masivamente población china desde el siglo XIX —los primeros llegaron como culíes, en régimen de semiesclavitud—, y el segundo acoge migrantes chinos desde la segunda mitad del XX, con un repunte importante en la década de los 90.
Campos elogia la intención de la campaña #Nosoyunvirus de acabar con la percepción de normalidad de los chistes xenófobos, tan aceptados en la cotidianeidad peruana: “Las propias víctimas consideran normales las bromas extremadamente violentas que sufren”. Campos apunta a que el sentido del humor peruano, aceptado y legitimado también en los medios de comunicación, “es muy oscuro, muy bajo, que trabaja no desde la burla de uno mismo sino desde la burla del otro”.
Campos elogia la intención de la campaña #Nosoyunvirus de acabar con la percepción de normalidad de los chistes xenófobos, tan aceptados en la cotidianeidad peruana
Pone el ejemplo de una amiga, a la que sus compañeros de trabajo miran con recelo cuando dicen que tienen que dejar de acudir a los chifas —los restaurantes de comida chino-peruana—, o de otro conocido a quien, directamente, pusieron un post-it en su ordenador de la oficina con la palabra “cuarentena”. Ante la insistencia de Campos de publicar una fotografía en redes sociales anónimamente, para denunciar el mal gusto de la acción, su conocido se negó porque la consideraba una broma “normal”.
Alarma y racismo
Así, la crisis del coronavirus —Covid-19— afecta a personas que no han pisado China jamás, y que su único nexo de unión con el país asiático es, quizá, un bisabuelo del que se ha heredado rasgos orientales. En el caso de Perú, donde la gastronomía tradicional se fusiona con la china, la dieta habitual de los ciudadanos se está viendo en entredicho. Por su parte, los establecimientos de los barrios chinos de alrededor del mundo también se han visto gravemente afectados: desde el distrito madrileño de Usera hasta el Chinatown de Nueva York, muchos de ellos han sido cerrados con carteles en las puertas que aluden a prevención, reformas o vacaciones.
De acuerdo a la museóloga y fotógrafa estadounidense de origen peruano-chino Fabiana Chiu, representantes políticos de Nueva York acordaron comer y cenar en restaurantes chinos de la ciudad y organizar conferencias de prensa que calmaran los nervios de los comensales, infoxicados por los rumores del coronavirus que, según la información oficial, afecta hoy a un total de dos personas en Estados Unidos.
Rodrigo P. Campos tacha de “exagerados” algunos de los casos de sospecha de Covid-19 cubiertos por los medios de comunicación de Perú, como el de dos turistas chinas que visitaban el Machu Picchu y que fueron aisladas inmediatamente tras presentar síntomas de infección respiratoria.
Si bien en algunos casos la prevención es oportuna, en otros se relaciona meramente con el aspecto físico
Si bien en algunas ocasiones puede ser por prevención, como el del peruano procedente de Hong Kong aislado nada más aterrizar al país, en otras puede tener que ver con mera imagen. Según la periodista china Greca Li, la firma China Communications Construction Company (CCCC) hizo que sus tres empleados de nacionalidad china y la traductora, ciudadana peruana, que salieron de Wuhan a Perú el 3 y el 13 de enero, se sometieran a análisis y exámenes médicos aunque ya habían superado el período de incubación. Para Rodrigo Campos, esto podría deberse a la decisión clara de posicionarse como una empresa comprometida, “dado que las empresas chinas en el Perú tienen fama de no cumplir las leyes y no ser profesionales”.
Una cuestión cultural
De acuerdo al análisis de Campos, los peruanos de origen chino no se consideran a sí mismos una población vulnerable. Afirma que no se comprometen con causas como la de “No soy un virus” de manera activa porque “ese tipo de campañas solo tienen eco en minorías conscientes de ser minorías”. Por otra parte, elogia que en las redes sociales sí ha detectado cierto apoyo a la campaña española contra la discriminación étnico-racial: “Conozco personas muy alejadas de la cultura de la protesta que han compartido las fotos de los compañeros españoles. Creo que es una manera silenciosa y sutil de dar a entender que sí están molestas por las bromas, aunque explícitamente no lo digan”.
En México, según el diplomático e historiador Antonio Chang, los medios de comunicación tampoco han tratado el tema del racismo hacia la comunidad china y sus descendientes en el propio México, sino que se han enfocado hacia lo que pasa en el exterior, como la campaña española del #Nosoyunvirus o la situación de los ciudadanos mexicanos en China.
Racismo
La comunidad china se organiza: de la campaña #Nosoyunvirus a la aventura política
Activistas y portavoces de la comunidad china en España señalan la crisis del coronavirus como un punto de partida para exigir la normalización de “ser chino en una sociedad occidental” y su primera incursión en la representación política española.
El escritor mexicano y traductor del chino Gaspar Orozco declaró a la agencia china de noticias Xinhua que el brote del nuevo coronavirus no debía “traducirse en paranoia ni expresiones de xenofobia”, y señaló con preocupación las manifestaciones de este tipo encontradas en Europa o en Estados Unidos hacia personas de ascendencia china o asiática en universidades, tiendas, o aeropuertos. Como Campos, advierte del peligro de pensar “que es una cuestión de puro humor”, y que “no por un chiste fácil vamos a dar vuelo a un sentimiento que puede terminar con consecuencias negativas de exclusión y de racismo contra una parte importante de comunidades de muchos países”.
Desde Mexicali, capital del estado mexicano de Baja California, la historiadora Yuriko Valdez, china de cuarta generación y autora del documental El legado de mi raza. Chinos y mestizos en Mexicali, advierte de la proliferación de actitudes sinófobas por parte de la comunidad local, como los numerosos comentarios racistas en redes sociales en las publicaciones que promocionaban festejos como el del Año Nuevo Chino el 25 de enero.
A los habituales comentarios de “los chinos comen ratas y perros”, se unieron los de “chinos cochinos” o “nos van a contagiar porque en la China está el foco de infección del coronavirus”. Reacciones en la misma línea, por parte de “personas orgullosas que presumen de ser verdaderamente de Mexicali”, tal y como ironiza Valdez, se presentaron cuando se promocionaba la inauguración de una exposición de la Asociación China en el zoológico Bosque de la Ciudad: “Los chinos no se merecen un homenaje”, “están enfermos por el coronavirus”, etc.
Para Valdez, el rechazo al extranjero es síntoma del miedo e ignorancia producto de la desinformación, y se solidariza con la situación vivida por parte de la diáspora china en otros lugares del mundo: “Todo mi apoyo a la campaña española de ‘No soy un virus’”, afirma. Desde el continente americano, los pueblos hermanos mandan sus ánimos, y las minorías conscientes de ser minorías celebran tener un reflejo en el que mirarse.