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Feminismos
Nada sobre nosotras sin nosotras o cómo entender que lo personal es político
Dentro y fuera de los espacios formales de participación, las voces de las mujeres han sido fundamentales para gestar los cambios necesarios para el pleno ejercicio de nuestros derechos. Antes y después de la pandemia, nada sobre nosotras sin nosotras.
El 2020 marcó los 25 años de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, una agenda global que consolidó importantes demandas feministas que hoy continúan vigentes. Antes de Beijing, la CEDAW (1979) estableció obligaciones estatales vinculadas a los derechos humanos para eliminar todas las formas de discriminación contra las mujeres y garantizar el logro de la igualdad. En ambos instrumentos, la participación política de las mujeres se plantea como un derecho fundamental y un pilar para la construcción de sociedades democráticas.
América Latina y el Caribe ha tenido avances importantes en este sentido, desde el reconocimiento del derecho al voto de las mujeres durante el siglo XX, hasta el impulso de la paridad como un principio democrático. Datos de la Unión Interparlamentaria (IPU) señalan que, en 2019, las mujeres representaban el 31% de los parlamentos nacionales y el 29% de los cargos ministeriales en la región.[1] Sin embargo, la inclusión de las mujeres en los espacios de toma de decisiones no necesariamente se ha traducido en cambios acelerados para garantizar que estos se organicen y operen desde una perspectiva de género.
Asimismo, es necesario recordar que la participación política de las mujeres no se limita a los mecanismos institucionales ni de partidos políticos. Históricamente, las mujeres han consolidado reivindicaciones propias que impactan positivamente en el desarrollo de sus comunidades y han logrado incorporar los problemas de desigualdad de género en las agendas públicas locales, nacionales, regionales y globales.
es necesario recordar que la participación política de las mujeres no se limita a los mecanismos institucionales ni de partidos políticos
En una comunidad del municipio de Matagalpa, Nicaragua, mujeres jóvenes se organizaron para solicitar a la municipalidad que atendiera el problema de inseguridad en un parque público de su localidad. Con el apoyo de una organización de mujeres, formaron un grupo de presión y cabildeo para elaborar propuestas a partir de las cuales lograron ser consultadas sobre el presupuesto de la municipalidad y tomadas en cuentas para la definición de las políticas de desarrollo locales.
Ejemplos como éste se observan todos los días a lo largo y ancho de la región. Sin embargo, las mujeres continúan enfrentando barreras estructurales que limitan su participación efectiva en los asuntos públicos de los países en todos los niveles. En los espacios formales, la prevención, sanción y erradicación de la violencia política contra las mujeres, sigue siendo un gran pendiente para lograr el ejercicio pleno de sus derechos político-electorales.
Fuera de estos espacios, los Estados han adoptado una postura de persecución y criminalización de los movimientos sociales, donde el ejercicio de la violencia sexual se ha configurado como un instrumento de castigo y represión, particularmente contra las mujeres. En 2006, mujeres de San Salvador Atenco, en México, enfrentaron detenciones arbitrarias masivas y un uso sistemático de la tortura, incluida la tortura sexual, por fuerzas policiales estatales y federales. El caso llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), mecanismo que en 2018 emitió una sentencia histórica contra el Estado mexicano para exigir la reparación del daño y la no repetición de los hechos. En 2020, organizaciones sociales denunciaron el incumplimiento de las medidas más relevantes de la sentencia.
Este año, la Corte IDH también manifestó su preocupación por el incremento de los asesinatos de personas defensoras de derechos humanos en Colombia. Después de décadas de conflicto armado, el país se encuentra en un proceso de construcción de paz, donde las mujeres han desempeñado un papel fundamental, como se destaca en el trabajo realizado por organizaciones como la Ruta Pacífica de las Mujeres. Sin embargo, son las poblaciones y comunidades más afectadas por el conflicto las que continúan enfrentando serias violaciones a sus derechos humanos, entre ellas, las mujeres indígenas, afrodescendientes y lideresas campesinas.
Las mujeres frente a la respuesta a la pandemia, pero fuera de las decisiones
La pandemia por COVID-19 evidenció, entre otras problemáticas, que las mujeres continúan excluidas de los espacios de participación. La Comisión Interamericana de Mujeres (CIM, OEA) señala que en América Latina y el Caribe, la mitad del personal médico y más del 80% del personal de enfermería son mujeres; sin embargo, representan una minoría en los cargos de decisión, además de enfrentar una brecha salarial del 28%.[2]
Esta crisis sanitaria tuvo un impacto diferenciado en la vida de las mujeres y las niñas. Frente a este escenario, redes como el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM) han hecho un llamado urgente a los Estados y organizaciones de la sociedad civil para que las mujeres formen parte de todas las fases de la respuesta y la toma de decisiones, especialmente aquellas que han sido mayormente afectadas: mujeres trabajadoras del sector sanitario, trabajadoras del hogar y del sector informal, así como mujeres campesinas, jóvenes, mayores, indígenas, afrodescendientes, con discapacidad, migrantes y refugiadas.
Los impactos sociales y económicos del COVID, se intersectan con las profundas desigualdades de nuestra región. Ello demanda hoy, más que nunca, acelerar los compromisos de igualdad establecidos a finales del siglo pasado –mismos que se retoman en la actual agenda global de desarrollo hacia el 2030– incorporando nuevas perspectivas transversales, como la de interculturalidad e intergeneracional, que garanticen que la diversidad de voces de mujeres esté presente en todos los espacios y en todos los niveles. Lo personal es político; antes y después de la pandemia, nada sobre nosotras sin nosotras.
[1] EM2030 (2019). Cambiando la Tendencia hacia la Igualdad de Género para el 2030”. Disponible en https://data.em2030.org/2020-index-projections/bending-the-curve-towards-gender-equality-by-2030-spanish/
[2] Comisión Interamericana de Mujeres (CIM, OEA) (agosto, 2020). COVID-19 en la vida de las mujeres: Emergencia global de los cuidados. Disponible en http://www.oas.org/es/cim/docs/CuidadosCOVID19-ES.pdf