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Servicios de inteligencia
La mayor operación de espionaje de la historia
Las agencias de inteligencia alemana y estadounidense espiaron a más de cien países, entre ellos España, durante décadas, hasta los años 90. Torturas, asesinatos, ataques terroristas fueron ignorados si servían a sus intereses.
Era un negocio redondo: “Más de un centenar de países pagaron miles de millones de dólares para que les robasen sus secretos de Estado”, explica el profesor de seguridad internacional Richard Aldrich de la Universidad de Warwick en Reino Unido, en el documental que emitía el jueves 13 de febrero la cadena suiza SRF.
Esta es, en definitiva, la conclusión del mayor escándalo de espionaje de la historia reciente. Una investigación conjunta de la televisión pública alemana ZDF, el diario estadounidense The Washington Post y la cadena de televisión suiza SRF ha revelado documentos de la agencia de inteligencia estadounidense, la CIA, relativos al proyecto Minerva, como le denominaron los americanos.
En los protocolos, publicados el miércoles pasado, queda de manifiesto que el servicio secreto alemán BND y el americano compraron en los años 70 a medias una empresa que se dedicaba a vender máquinas de encriptado a gobiernos de todo el mundo. Con el fin de supuestamente proteger sus comunicaciones los gobiernos pensaban que el alto precio que pagaban por los servicios de la empresa Crypto AG, con sede en la neutral Suiza, estaban justificados por la seguridad nacional.
Sin embargo, la empresa era una pantalla y en realidad pertenecía a los servicios secretos extranjeros. A sus víctimas les vendía máquinas trucadas y de ese modo Alemania y Estados Unidos consiguieron controlar las comunicaciones vitales de sus enemigos e incluso de aliados de la OTAN, como es el caso de España, Italia, Irlanda, Portugal o Turquía. Esta operación sin igual se llamó para el BND alemán Rubikon y se centró en la escucha del intercambio de información al más alto nivel diplomático y militar.
Los países clientes de Crypto AG eran más de 130 de Oriente Medio, África, Sudamérica y Europa: Arabia Saudí, Kuwait, Líbano, Oman, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Kuwait, Líbano, Marruecos, Túnez, Etiopía, Costa de Marfil, Nigeria, Tanzania, Sudáfrica, Angentina, Chile, Brasil, Colombia, México, Perú, Uruguay, Venezuela, India, Paquistán, Bangladesh, Burma, Filipinas, Malasia, Japón, Corea del Sur, Indonesia.
Un negocio muy oscuro
La empresa Crypto AG, fundada por el criptógrafo suizo Boris Hagelin, se había dedicado desde el final de la Segunda Guerra Mundial a comercializar los aparatos a numerosos países y cooperaba con las agencias de inteligencia americanas CIA y NSA filtrándole informaciones. En los años 60, cuando Hagelin se retira, desecha la idea de dejar a su hijo al mando de la empresa. Al parecer no estaba claro que este fuese fiable en relación a los tratos de favor para con los servicios secretos. Hagelin vende finalmente la empresa y el BND y la CIA se hacen con su propiedad a través de una empresa pantalla situada en Lichtenstein. El hijo de Hagelin muere cinco meses después en un accidente de coche en circunstancias extrañas.
Al comprar la empresa y recibir de ese modo importantes sumas de dinero hubo una caja b que no se contabilizó ni controló en ningún sitio. Según la ZDF, la empresa alemana Siemens “jugó un rol importante”. Al parecer, nombraba al presidente de Crypto AG. Y junto a él solamente un par de trabajadores de la empresa sabían que había aparatos trucados cuyo destino era espiar para las dos potencias mundiales.
Los servicios secretos callaron barbaridades
Durante décadas, los gobiernos alemán y estadounidense utilizaron la ventaja que les proporcionaba conocer la información secreta para su propio beneficio. En algunos casos el conocimiento obtenido a través de las máquinas de encriptado contribuyó o al menos no evitó violaciones de derechos humanos sangrantes que se producían por todo el planeta e incluso en sus propios países. Algunos de los ejemplos que muestra la investigación periodística son apabullantes.
El gobierno democrático y legítimo de Salvador Allende en Chile pagó medio millón de francos a Crypto AG para que, en definitiva, la empresa tuviera información privilegiada que utilizó en 1973 durante el golpe de Estado que llevó al líder al suicidio y al país a una terrible dictadura.
Por esas fechas, la Junta Militar argentina está aniquilando a la oposición. Decenas de miles de críticos son asesinados. Uno de los métodos empleados era el arrojarlos al mar desde aviones del ejército. El gobierno alemán de Helmut Schmidt habría sabido que esto estaba teniendo lugar, pero no hizo nada, por el contrario el país participó con toda normalidad en la Copa Mundial de Fútbol de 1978.
Durante la Guerra de las Malvinas en 1982 los servicios secretos americanos y alemanes habrían participado de forma velada entregando información a los británicos que les fue determinante para ganar la guerra. Más tarde, los EE UU habrían sabido que Manuel Noriega se ocultaba en el Vaticano después de la Invasión de Panamá en diciembre de 1989 porque la Santa Sede también realizaba sus comunicaciones a través de los apartados de Crypto AG.
El caso de la bomba que el 5 de abril de 1986 explotó en la discoteca La Belle Berlín causando tres víctimas mortales y 200 heridos muestra cómo los servicios secretos utilizaban la información en función de sus intereses, que no siempre eran los de la seguridad o justicia universal. Ronald Reagan aseguraba al día siguiente del atentado al club, frecuentado por soldados americanos, que tenía pruebas de que el mismo había sido realizado por Libia. El país era también uno de los clientes de Crypto AG.
Los implicados callan
En 1992, un trabajador de Crypto AG es detenido en Irán y acusado de espionaje. Hans Bühler era un comercial y, al parecer, no sabía nada de la manipulación de los aparatos. Estuvo detenido nueve meses y, según el experto en servicios secretos Erich Schmidt-Eenboom, habría estado, como sus colegas de empresa, “en riesgo extremo” sin saberlo: “La Crypto AG, el BND y la CIA asumieron ese riesgo”, explica en el documental de la ZDF, sin informarles. Bühler es liberado después de que el BND pagase un millón de euros de la caja b.
Al año siguiente, durante el gobierno del canciller Helmut Kohl, Alemania decide vender su participación en la empresa AG a la CIA a cambio de 17 millones de dólares. Bernd Schmidbauer, exministro de Estado encargado de los servicios secretos, ha sido uno de los pocos actores envueltos en el escándalo que quiso hablar y aseguró que Alemania decidió salir de la aventura de espionaje porque “las amenazas habían menguado”, en referencia a la caída del telón de acero y al fin de la guerra fría. Schmidbauer no mostró el más mínimo arrepentimiento. Aseguró que bajo su punto de vista la operación de espiado masivo llevó a que “el mundo se haya mantenido un poco más seguro”.
Los periodistas cumplieron asimismo con su obligación de preguntar a los acusados, en este caso las agencias de inteligencia, que no quisieron pronunciarse sobre el tema. La oposición ha solicitado un informe al gobierno aclarando los hechos. Las primeras consecuencias del caso han sido que, en primer lugar, el Consejero Federal de Suiza Guy Parmelin ha ordenado prohibir exportar aparatos de la empresa Crypto AG hasta que se aclaren las acusaciones vertidas por la prensa. Los productos se siguen usando en una decena de países. Al parecer, la empresa Crypto Schweiz AG vendió sus activos en 2018 a CyOne Security AG, que ofrece soluciones al gobierno suizo, y Cryto international que maneja el negocio en otros países. Esta asegura en su web no tener nada que ver con el escándalo.
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Interesante aunque ingenuo documental/analisis. Sería bueno que hubieras investigado un poco más sobre injerencia antes de compartir el espíritu "sorprendido"del documental en ciernes. Cuando dices que se usaba la información para fines que "no siempre eran los de la seguridad o justicia universal", estás recurriendo a la ironía, espero? Lo contrario sería ajeno a un conocimiento básico de la "historia universal" contemporánea....