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Giro geopolítico en Oriente Medio de proporciones sísmicas y consecuencias imprevisibles para Siria y para toda la región. El régimen de Al Asad, que gobernó Siria a golpe de hierro y aplacó la primavera árabe siria que prendió hace años en la ciudad de Daraa ―hoy tomada por grupos rebeldes locales―, llega a su fin. Aquel levantamiento popular derivó en 2011 en una guerra civil que continúa hasta nuestros días y ayer, día del derrocamiento de Al Asad, entró de lleno en un capítulo tan decisivo como incierto.
Las imágenes de celebración por parte de civiles en Siria y refugiados sirios en el Líbano publicadas durante el día de ayer dan cuenta de un sentimiento de alivio manifiesto por la caída del régimen de Al Asad. Eso es, probablemente, lo que sintieron muchos de los presos que el régimen mantenía hasta el pasado fin de semana en la cárcel de Sednaya, cerca de Damasco, conocida internacionalmente por su historial de crímenes y ejecuciones masivas por parte del gobierno de Al Asad.
El pueblo kurdo enfrenta la amenaza de ataques de grupos yihadistas, mercenarios y de Turquía en la zona norte de Siria
A pesar del triunfo de grupos liderados por fundamentalistas salafistas apoyados por Turquía, y de la clara existencia de intereses geopolíticos externos en reordenar el poder en Siria y la hegemonía en la región, resultaría equivocado pensar que el pueblo sirio no es un actor con agencia propia en este complejo puzle. Un pueblo que ha sacrificado y sufrido lo indecible en los últimos años, pero con anhelos y aspiraciones de soberanía y de liberación. Lo mismo puede decirse del pueblo kurdo en Siria, cuyas milicias en la región del norte fueron, en parte gracias al apoyo de EEUU, vanguardia en el combate contra el ISIS hace apenas unos años, derrotándolo en 2019 en una batalla que puso fin al califato.
Análisis
Siria El fin del régimen sirio
Claro que sus anhelos y aspiraciones pueden no tener, y de hecho no tienen, nada que ver con los planes de los grupos yihadistas y facciones rebeldes que hoy tienen el control de buena parte del país, incluida la capital; ni con los planes de Israel, que ha invadido Siria desde el sur ―los Altos del Golán sirios, ocupados por Israel en 1967―; ni con los planes imperialistas de Turquía y Estados Unidos en el país. La realidad aparente es que Siria ha perdido, de facto, su soberanía y no está nada claro cómo se desarrollarán los planes de la alianza islamista liderada por Hayat Tahrir al Sham (HTS), rama siria de Al Qaeda, para el país; especialmente para sus comunidades religiosas y minorías étnicas. Mientras tanto, el pueblo kurdo enfrenta la amenaza de ataques de grupos yihadistas, mercenarios y de Turquía en la zona norte de Siria. La pregunta ahora es ¿cómo se va a reconfigurar el reparto de poder en Siria y en la región?
Sabemos que Rusia mantendrá sus puestos estratégicos en el país, mientras continúa inmersa en la guerra contra Ucrania. Probablemente por ello no ha respondido en apoyo de Al Asad de la forma en que lo hizo en 2015. EE UU, principal aliado de Israel en la región, podría ―sobre la práctica― mantener una política similar a la del gobierno saliente y los intereses estratégicos de EE UU en Siria o bien, de acuerdo con el posicionamiento público expresado por Donald Trump, podría desvincular ―al menos parcialmente― a EE UU del devenir de los acontecimientos en el país.
Una cosa está clara, y es que el triunfo de los islamistas en Siria se alinea con los planes israelíes y que esta reconfiguración o reparto de poder no augura buenas noticias para el pueblo palestino y tampoco para el libanés. No parece casualidad que la ofensiva de los grupos yihadistas en Siria se iniciara el mismo día del alto el fuego entre Israel y Hezbolá ―principal aliado del ejército sirio de Al Asad, hoy muy debilitado por la guerra― en el Líbano. Un alto el fuego que ha sido incumplido decenas de veces por parte de Israel desde su establecimiento; algo que, según parece, no tendrá consecuencias reales para el gobierno sionista.
Israel mantiene el asedio y la hambruna forzada de la población civil palestina en toda la Franja de Gaza, mientras continúa la limpieza étnica en Cisjordania y avanza su invasión de Siria desde el sur
El genocidio y la ocupación de Israel en Palestina está en el corazón de la inestabilidad y la escalada belicista en Oriente Medio. Israel mantiene el asedio y la hambruna forzada de la población civil palestina en toda la Franja de Gaza, mientras continúa la limpieza étnica en Cisjordania y avanza su invasión de Siria desde el sur. No se descarta, de hecho, que Israel intensifique ahora la limpieza étnica de palestinos en Cisjordania ―con violencia y expulsiones hacia otros países como Siria o Jordania―. Tampoco se descarta que inicie algún tipo de ofensiva sobre el Líbano en algún momento, ahora que las posiciones de Hezbollah están debilitadas y nada le impide perseguir su voluntad de expansión colonial más allá de las fronteras de la Palestina histórica.
De la misma forma, el caos e inestabilidad provocados por Turquía y sus políticas contra los kurdos en Siria no terminará hasta que Turquía acepte la necesidad de alcanzar una solución política a la cuestión kurda. Dicha política, militarista e irresponsable, supone de hecho una amenaza para la UE en la medida en que Turquía ―miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)― está dando espacio a grupos extremistas como ISIS y Al Qaeda para prosperar, lo que podría tener consecuencias en Europa en términos de seguridad o intensificación de los flujos migratorios a través de Turquía y la ruta de los Balcanes. Es por ello que la cuestión kurda no es una mera cuestión interna de Turquía, sino un asunto con implicaciones regionales que debe preocupar considerablemente a las instituciones y gobiernos europeos.
Hoy por hoy resulta difícil anticipar lo que el futuro deparará a los pueblos de Siria tras la fulminante caída del régimen y derrocamiento de Al Asad; pero sabemos que la paz y la estabilidad en el país pasa por restaurar la soberanía de Siria y por el compromiso de las partes implicadas con una solución pacífica al conflicto ―de acuerdo con las aspiraciones de los pueblos sirio y kurdo―. También sabemos que su destino tampoco puede desligarse de la paz y la estabilidad en la región, lo cual no puede lograrse mientras continúe el genocidio, la ocupación y el apartheid israelí en Palestina; y mientras Turquía no detenga la violencia contra el pueblo kurdo y continúe bloqueando una solución política a la cuestión.
Rojava
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Después de leer https://www.elsaltodiario.com/siria/reconfiguracion-del-mapa-sirio-cerca-caida-asad el otro día, esta tribuna me ha parecido bastante simplista y muy eurocéntrica-occidental-gringo confusa.