Referéndum del 1 de octubre
Andalucía, los pueblos y la humanidad

Un hilo de solidaridad une el 4D andaluz con el 1O catalán. La aprobación en el Parlamento de Andalucía el día 28 de una declaración aplaudiendo la labor del Gobierno o las declaraciones hoy del vicepresidente de la Junta calificando de "proporcional" la actuación policial, no representan la historia de lucha del pueblo andaluz y traicionan el espíritu soberanista del 4D.

Escola Cervantes
Decenas de personas defendiendo el colegio electoral Escola Cervantes en Barcelona. Pablo Santiago

“Mi nacionalismo, antes que andaluz, es humano”, escribió Blas Infante. Una idea antinacional en palabras de a quien los andaluces hemos nombrado a perpetuidad padre de nuestra patria. Un cuestionamiento claro de esa idea excluyente y estatalista de la nación. Quizás por eso en Andalucía, que tampoco existe, son muchas, lanzarnos banderitas nos canse tanto. Pero tras las banderas hay naciones. Y hay sentimientos de pertenencia a una comunidad. Y de esto sí que sabemos mucho los andaluces, que somos expertos en identidades plurales y compartidas. Porque por nuestra historia, geografía y cultura, estamos hermanados con los pueblos africanos, suramericanos y europeos. Pero hoy, 1 de octubre de 2017, con quien debemos reforzar nuestro hermanamiento y apoyo mutuo, es con el pueblo de Cataluña. Porque la reivindicación de hoy en Cataluña ha sobrepasado el marco de la independencia y ha entrado en el de la democracia. Y justamente porque nuestro nacionalismo, antes que andaluz, debe ser y es humano.

¿Qué habríamos dicho los andaluces a final de los setenta si el parlamento de Cataluña hubiera apoyado al Gobierno del Estado en contra de las manifestaciones populares que demandaban autonomía? ¿Qué diríamos si el vicepresidente de la Generalitat hubiera dicho entonces que la actuación policial fue proporcional, pese a los cientos de heridos? Manifestaciones del año 77 que no olvidemos nunca que sí fueron reprimidas, como atestigua cruelmente y para siempre el asesinato de García Caparros. En aquel 4 de diciembre, los andaluces también cuestionamos la construcción territorial que se estaba haciendo y el Estado de Derecho.

En aquel 4D, como hoy en el 1O, la ciudadanía salió masivamente a conquistar su derecho a decidir su propio futuro, sus propias instituciones. Un 4D que no fue pecata minuta, como hoy tampoco lo es el 1-O. No podemos mirar aquella fecha bajo nuestra actual concepción de la España autonómica. La España del 77 era una, grande e indisoluble. Hablar de autonomía, como hoy hablar de soberanía, era sedición y traición a la unidad de la patria. El Estado de las Autonomías, bajo la máxima de “café para todos” se creó a raíz del levantamiento de Andalucía reclamando su incorporación en igualdad. Quizás el Estado Federal se cree a raíz del levantamiento del pueblo catalán reclamando su soberanía.

Por eso, por este hilo histórico que une ambas fechas, que el Parlamento de Andalucía, en falsa representación de todos los andaluces, se aliara hace unos días con la peor Madrid no es una traición solo a Cataluña, es sobre todo una traición a Andalucía y al espíritu soberanista y popular del 4 de diciembre de 1977. Por eso, que haya andaluces que coreen “a por ellos” a la Guardia Civil – que ha sido instrumento de represión del movimiento jornalero andaluz – es propio de personas que no conocen la historia de lucha de su propio pueblo, que nos hermana con Cataluña. Que los fascistas se hayan vuelto a apropiar de la rojigualda en su búsqueda de imponer una España única, en apología a la dictadura que oprimió a los españoles durante 40 años, es quiebra de esa solidaridad y símbolo del fracaso de esta España. Sin embargo, la idea de España aún es posible. Pero esta no. Esta muere con el 1 de octubre, como murió una aún peor el 4 de diciembre de 1977. Claro que Cataluña es España. Y ojalá lo siga siendo, pero para ello debe ser libre para decidir. Porque si no, no sería Cataluña.

Sin embargo, la idea de España aún es posible. Pero esta no. Esta muere con el 1 de octubre, como murió una aún peor el 4 de diciembre de 1977

Por supuesto que el referéndum no tiene garantías. Todos lo sabemos. Han sido arrebatadas a golpe de porra y de incautación de urna. Y por supuesto que como andaluz me partiría el corazón que Cataluña se marchara. Bien lo sé. El problema es que los afectos entre pueblos se construyen con empatía, no podemos aspirar a que nuestro temor a cambiar el marco de convivencia cercene la libertad de nuestros vecinos. El problema radica en que el gobierno del Partido Popular nos ha sumido en una senda de agresión de derechos y libertades que en Cataluña ha tenido una respuesta independentista a raíz del agravio del recorte del Estatut. Y al igual que con el resto de indignaciones y mareas ciudadanas, la respuesta ha sido ignorar y reprimir, ahondando en los abismos. Que en el caso de Cataluña se han traducido en una quiebra de dicha empatía, de los lazos de hermandad.

Hoy los catalanes piden tierra, piden nación. Y piden libertad, piden derecho a decidir. ¿Nos suena? “Andaluces, levantaos. Pedid tierra y libertad”. Un himno, que quizás sin saberlo, también están coreando hoy los catalanes. Un himno que el andalucismo aprobó en su Asamblea de Ronda de 1918. Un himno que canta “Andalucía libre, España y la humanidad”. Pero esa España se entona en plural, en democracia y en solidaridad. Y se pronuncia “los pueblos”, unidos, nunca oprimidos.

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