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Opinión
Don trilili y media limeta y la Plaza Ingeniero Torroja
Considerado y catalogado como bien de interés Cultural y Patrimonio Histórico de España, se ofrece a diario a ser visitado para adquirir aquello que se precisa para alimentarse, ya que es el Mercado Ingeniero Torroja. Letreros y leyendas faltan, para indicar dónde se encuentra y cuáles son sus méritos, dada la gran importancia para conocimiento de propios y extraños que tiene este patrimonio de las gentes que viven en Algeciras. Aunque algunos centros escolares tienen programadas visitas educativas, no todos pueden llevarlas a cabo dada la distancia a la que se encuentran del mismo. Tarea municipal sería cooperar con colegios e institutos para que se facilitara desplazamientos en medios de transporte públicos y de esta forma que las más tiernas mentes infantiles y las juveniles aprendan (adquieran) el conocimiento de esta obra extraordinaria y asuman la valiosa herencia que reciben de las generaciones precedentes. De esta forma se desarrolla el amor a la ciudad donde se vive y se interioriza el deber de cuidarla y mantenerla.
Contrasta el escaso interés de las autoridades municipales en difundir la existencia de este edificio emblemático, con la multitud de referencias que en internet se encuentran. Quien en esa Plaza de Abastos entra por primera vez se asombra de la audacia arquitectónica que el Ingeniero Torroja mostró al diseñar y ejecutar la cúpula más grande del mundo en esas fechas, con 47,76 metros de diámetro y sustentada por ocho pilares. Este récord se mantuvo hasta que en 1965 (30 años después) se construyera el primer estadio deportivo cubierto del mundo llamado Asdrome, en Houston (Estados Unidos, Texas) con su cúpula de 220 metros de diámetro.
Volviendo a la chirigota que me cantara mi padre, esta decía lo siguiente: “Don trilili y media limeta, es un ejemplo de gran diputado. Ha llegado ayer a Algeciras a inaugurar la Plaza de Abastos. Con cristales de colores, es una preciosidad, las papas estarán más caras como es natural”. Chirigotera copla de la que su título “Media Limeta” aún resuena con aires carnavalescos, como lo demuestra el que “Media limeta” dio nombre a una comparsa de 1990, con letra, música y dirección: Rafael Pastrana. El mote “Don trilili", aplicado al diputado llegado desde Madrid para la inauguración de la Plaza, se define en el Diccionario de americanismos elaborado por la Asociación de Academias de la Lengua Española como adj/sust. PR. Referido a cosa, de mala calidad. Otra referencia, atribuida esta vez a una persona, con acento en la última i (triilí) “Se dice de la persona que hace las cosas mal”. Según mi padre, esta parecía ser el calificativo del parlamentario, cuyo defecto era ir frecuentemente en la compañía de la “media limeta”, una botellita de vino que se rellenaba del barril en el mismo establecimiento y con una medida parecida a la media botella de Jerez (0,375 litros) para 4 copas. El tradicional “desprecio” hacia la política se refleja en la sorna que envuelve eso de “ejemplo de gran diputado”. Cerrando la cancioncilla esta introducción con lo de que “llegó a inaugurar la Plaza de Abastos”. Siendo el objeto esencial del costoso viaje la “inauguración” de la que, en ese momento era la obra, la magnífica, atrevida, espectacular y única en el mundo, diseñada por el Ingeniero Torroja. Deja la chirigota la descripción del personaje para resaltar un aspecto interesante del edificio del que hoy adolece: “Con cristales de colores”. En la actualidad, y desde que se tiene memoria, los únicos cristales que se encuentran en el edificio son los de la parte central de la bóveda, formando una claraboya de 10 metros de diámetro.
Y para rematar el discurso que contiene esta “sencilla” cancioncilla, hace una referencia al impacto económico, que tendría en el bolsillo de las personas compradoras, ya que el precio de los productos de alimentación subirían “como es natural”. Poco o nada nuevo bajo el sol. Plaza nueva, cristales de colores y encarecimiento de las “papas”. Una lección muy breve de economía doméstica que encierra la sabiduría popular, y que, al sumarle el análisis político, también muy breve, con los de “Don Trilili y Media limeta”, poco desperdicio tiene. Parece lógico invocar el aforismo escrito por Baltasar Gracián en el Oráculo manual y arte de prudencia (1647), “Lo breve si bueno, dos veces bueno” y añadía “Y aun lo malo, si poco, no tan malo”.