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Análisis
Errores de previsión de los economistas conservadores y de percepción de sus homólogos socialdemócratas
Durante esta semana distintos medios de comunicación patrios, ubicados en Madrid, muestran su sorpresa por la fortaleza de la economía española y sobre cómo ésta deja atrás las previsiones económicas de las distintas instituciones monetarias y/o académicas, que se ven forzadas, con retardo, a revisar al alza sus previsiones económicas. Detrás de ello, las hipótesis de partida de sus modelos macro-econométricos, como mínimo discutibles, y su falta de comprensión de ciertas identidades, como las balanzas sectoriales de Wynne Goodley.
Ustedes, por el contrario, desde estas líneas no deberían verse sorprendidos porque, tal como argumentamos en su momento, lo sucedido era lo previsible. Ya lo avisábamos allá por 2023 aquí, en esta misma serie de artículos. Sin embargo, el actual gobierno deberá estar ojo avizor y no permitir ni una a Bruselas, y mucho menos una nueva restricción fiscal, por innecesaria y arbitraria.
El resultado final ha sido diametralmente el opuesto a los agoreros pronósticos que todos estos tahúres esparcían usando sus bolas de cristal y sus cartas de tarot
Destacan en sus clamorosos errores de previsión los economistas adscritos al principal partido de la oposición. ¿Se acuerdan ustedes de las plagas bíblicas predichas por los economistas conservadores patrios, alrededor de determinadas medidas de políticas económicas implementadas por el anterior Gobierno de coalición? El resultado final ha sido diametralmente el opuesto a los agoreros pronósticos que todos estos tahúres esparcían usando sus bolas de cristal y sus cartas de tarot. Pero es que ni siquiera se molestan en seguir determinados modelos de previsión disponibles de manera abierta para todos, y que trimestre a trimestre lo clavan.
Además de ciertas herramientas, como las balanzas sectoriales de Wynne Godley, suelo buscar fuentes de información fiables y distintas. En nuestro caso, para seguir la economía española, como ustedes ya saben, acudimos a modelos econométricos denominados, utilizando su terminología en inglés, “Dynamic Factor Models”, donde las propuestas realizadas por económetras españoles, entre otros Gabriel Pérez Quirós y Manuel Camacho, que han cristalizado en el modelo Ñ-STING, disponible por Banco de España, el Euro-Sting, disponible por el comité del Banco Central Europeo, y el MIPred de la Airef, son las mejores del mundo.
Si echan una ojeada al MIPred, disponible públicamente, no les hubiese sorprendido a nadie lo que está sucediendo. Eso sí, hay que también saber interpretarlo y no lanzarse al ruedo como en su momento, de manera sorpresiva, hizo la presidenta de la Airef a la hora de proclamar a bombo y platillo que nuestro país entrará en recesión, al menos técnica, en 2023. Desde estas líneas ya le avisábamos que estaba utilizando erróneamente el instrumento que sus económetras crearon.
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Errores de percepción
Sin embargo, los clamorosos errores de previsión de los economistas conservadores han ido acompañados de errores de percepción por parte de los economistas más próximos al Gobierno, sus homólogos socialdemócratas. Al igual que le sucede a Joe Biden, se preguntan cómo es posible que, con unos datos de empleo y crecimiento buenísimos en términos absolutos y relativos, ello no se refleje en unas encuestas de opinión claramente favorables. La razón es sencilla, y también desde estas líneas avisábamos de sus consecuencias: ¡es la financiarización, querido Watson, y la extracción de rentas en toda regla que ello supone!
El impacto de la finanziarización tiene múltiples aristas negativas, tal como ya advertimos desde estas líneas, aquí y acá, destacando sus efecto perversos en los precios de los alimentos, la luz –al menos entendieron que había que meter mano y crearon la excepcionalidad Ibérica- la vivienda, y ciertos derechos humanos universales. Y de ello son responsables, también los economistas socialdemócratas, o mejor dichos, social-liberales.
El mercado se convirtió a mediados de los 90 en la entidad más poderosa de la política democrática occidental, y esta evolución fue más sorprendente y peligrosa en el ámbito de la socialdemocracia. Primero el SPD alemán, después el SAP sueco, pasando por el PSOE español, o el PSF de la segunda etapa de Francios Mitterand, todos ellos precursores de una tercera vía que alcanzó la apoteosis con el laborismo de Tony Blair y los demócratas de Bill Clinton. Según este nuevo catecismo, las exigencias humanas y democráticas solo podían satisfacerse en la medida en que se sometían a las fuerzas inquebrantables del “mercado”, al que debe darse el máximo margen de acción para coordinar la gran diversidad de decisiones económicas y controlar con eficacia la demanda y la oferta. Obviamente, y así lo asumieron, el mercado no podía garantizar el pleno empleo, la justicia distributiva o la protección del medio ambiente. Por eso apoyaron de manera entusiasta la financiarización. Recomiendo encarecidamente los estudios de Stephanie Mudge, profesora de sociología en la Universidad de California, autora del libro “Leftism Reinvented: Western Parties from Socialism to Neoliberalism” (2018, Harvard University Press), y muy especialmente, su artículo, traducido al español por la revista Política Exterior, “Moraleja para la reinvención socialdemócrata”.
Solo hay una alternativa, echar atrás toda la desregulación que a nivel global ha permitido la financiarización de todo lo que se mueve
El caso sin duda más lamentable de todo este proceso de financiarización, en nuestro país, es lo que está sucediendo con la vivienda, absolutamente imperdonable. Tanto los gobiernos del principal partido de la oposición, en distintas comunidades autónomas, como el actual gobierno central no tienen ni idea de lo que ello supone. En una economía financiarizada, las viviendas actúan como activos y los alquileres son simplemente sus flujos de caja. Los precios van y vienen con el ciclo crediticio. Esta es la razón por la que no hay evidencia empírica de que una mayor construcción baje los precios. Cada vez que escucho esta frase como esa otra que brama “liberalizando suelo bajarán los precios de la vivienda”, mis oídos me zumban o me pitan.
Solo hay una alternativa, echar atrás toda la desregulación que a nivel global ha permitido la financiarización de todo lo que se mueve, afectando al acceso a la vivienda, a los precios de los alimentos, al precio de la energía, a las pensiones,… todo ello bajo una hipótesis falsa, la eficiencia de los mercados financieros. Cualquiera que analice las series temporales de los rendimientos de los distintos activos financieros sabe que no es así. Mientras tanto, todo lo demás, pura charlatanería.
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Hay mucho debate sobre la llamada financiarizacion. ¿Puedes recomendar algún buen libro? Gracias.
«(...) los economistas socialdemócratas, o mejor dichos, social-liberales». Al fin puedo decir que, aparte de Belarra, hay otros que opinan como yo, que el PSOE no es socialdemocracia (eso sería PODEMOS!), sino social-liberalismo. Aparte de este detalle de terminología que es esencial que se respete, la economía es esa ideología que utiliza el capitalismo para acallar a la democracia. Ya decía Karl Polanyi (del que ha se ha publicado este año de 2024 un handbook de gran calidad por la editorial Routledge recordando su gran lección) que la economía no puede separarse de la vida de la población, que la economía no es una cuestión de tecnócratas, sino de demócratas sociales, de políticos. Separar a la economía de la vida real y someter a la población a la ideología del Free Market es alimentar la bestia de doble espalda que es el Fascismo-Comunismo. Para preservar la democracia social se necesitan políticas valientes (cf. Jonathan Israel y su ciclo sobre la Ilustración Radical, 2001–2021) y no tecnócratas vendidos al Dollar-Pound y la ideología de la Chicago School de Milton Friedman, su inspirador Hayek, y la oligarquía del Washington Consensus. Qué rápido se olvidaron de los buenos efectos de J.M. Keynes y de las ideas de Polanyi para darle de palos al espantapájaros de cuernos satánicos que es Marx-Engels y Bakunin. Me decía un compañero abogado que PODEMOS! (WirKönnen!) era comunismo. Eso es lo mismo que hacía Paca la Culona: eliminar cualquier control democrático de los abusos de la oligarquía calificándola de comunista y judeo-masónica. La edad y el dinero hace a la gente conservadora. Como dijo Picasso una vez (mutatis mutandis): «Lleva mucho tiempo aprender a ser joven». Lo primero que se pierde al envejecer es la valentía para plantarle cara al poder que maneja la ley desde la ilegalidad.
La consideración de que el crecimiento económico es bueno y deseable en un contexto de extralimitación, agotamiento de los recursos fósiles y minerales y disrupción climática no es sólo errónea, es una superstición suicida y nihilista por más que se disfrace de "ciencia económica". En esta fase de capitalismo catabólico sectores como el armamentístico, y el extractivismo turístico (ese agujero negro energético y destructor de cultura y paisajes) son botón de muestra de la perversión antisocial y antiecológica que anida en los discursos que loan el crecimiento. Pero la mayor parte de nuestros economistas viven "en otro planeta" y siguen pensando en el subsistema económico como si este estuviera al margen del gran sistema que lo contiene: la naturaleza con sus límites termodinámicos, climáticos, biogeoquímicos, y de recursos renovables y no renovables. Y así vamos a la tercera guerra mundial y a una cascada de ecocidios pero celebrando cada subida del PIB y cada aumento del empleo por muy precario y dañino que este sea.