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Crisis climática
España sufre dos semanas más de noches tropicales al año
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
No ha terminado siquiera la primera mitad del agosto y la península Ibérica lleva ya cuatro olas de calor. Los titulares se los suelen llevar las máximas, con valores cada vez más habitualmente por encima de los 40ºC en amplias zonas, cuando no acercándose a los 45, incluida la cornisa cantábrica. 44,2ºC alcanzaban este 11 de agosto en Sodupe, localidad a escasos kilómetros del centro de Bilbao, este domingo, exactamente el mismo registro que sufrían el día anterior en una zona algo más habituada a valores tan extremos: Almadén (Ciudad Real), en el Valle de la Alcudia, fronterizo con la provincia de Córdoba.
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Las mínimas, sin embargo, suelen recibir algo menos atención, pero son las culpables de la dificultad de dormir y toda una serie de trastornos para la salud que van mucho más allá de un simple cansancio. Si bien las noches calificadas como tropicales —aquellas cuya mínima no baja de los 20ºC— son ya habituales y han sido la tónica general en buena parte del interior peninsular y arco mediterráneo, las tórridas —con mínimas superiores a los 25ºC— se están multiplicando. Así ha ocurrido en la última ola de calor, que finalizaba oficialmente este lunes, aunque las temperaturas no se hayan alejaban demasiado de los registros anteriores. De hecho en algunos puntos se han rozado las “noches infernales”, aquellas en las que la mínima no baja de 30ºC.
El Observatorio de Sostenibilidad ya alertaba el pasado otoño cómo las tórridas nocturnidades estivales que no han bajado de 25ºC se han multiplicado por cinco en España respecto a la media de 1991-2021. Es un fruto más de la aceleración de un cambio climático que ha hecho que seis de los veranos más cálidos desde que hay registros se hayan registrado entre 2016 y 2023, con récord en 2022, 2023 si ampliamos el prisma a nivel global. De hecho, el planeta va camino de registrar 2024 el nuevo año más cálido que los humanos hemos vivido.
Mientras Barcelona suma ahora 37 jornada extras con mínimas no inferiores a los 20, Valencia añade 44,9, Madrid 28,1, Málaga 26,6 y Sevilla 26,5
Ahora, un nuevo análisis publicado por Climate Central, una organización independiente integrada por científicos y divulgadores centrados en la crisis climática, alerta de que 2.400 millones de personas, casi un tercio de la población global, sufren ya dos semanas al año extra con noches con mínimas no inferiores a los 25ºC, mientras que otros 1.300 millones añaden dos semanas de noches tropicales anuales con mínimas superiores a 20ºC. Y es que, como ya señalaban desde la Royal Meteorological Society británica, las temperaturas nocturnas han aumentado más rápidamente que las diurnas.
España se encuentra entre los países más afectados
Como viene siendo habitual en los análisis sobre las consecuencias de la crisis climática, España es uno de los países que salen peor parados. Los datos recopilados señalan que, comparando la media de los años 2014-23 con un clima no alterado por la crisis climática, las noches con temperaturas mínimas por encima de los 18ºC han aumentado 17,9 días al año, mientras que sufrimos 13,9 jornadas nocturnas con el termómetro sin bajar de los 20ºC, lo que supone dos semanas más al año de noches tropicales. Son cifras similares a países como Ecuador, Italia, Kenia o Sudáfrica.
La investigación de Climate Central ha recopilado además datos de algunas ciudades del Estado español, con resultados preocupantes. Mientras Barcelona suma ahora 37 jornada extra con mínimas no inferiores a los 20ºC, Valencia añade 44,9, Madrid 28,1, Málaga 26,6 y Sevilla 26,5. En total, “de las 994 ciudades analizadas, 30 experimentaron al menos un mes adicional con temperaturas nocturnas por encima de los 18ºC en el verano debido al cambio climático”, indica el equipo investigador.
Lisa Patel: “Este último análisis de Climate Central pone de relieve que la crisis climática también es una crisis de salud pública, con consecuencias mortales”
El aumento de la temperatura nocturna, advierte el equipo de Climate Central, supone “una epidemia de falta de sueño inducida por el clima, enfermedades agudas y crónicas y problemas de salud mental”. Como explican, “las noches tórridas son especialmente peligrosas, ya que impiden que el cuerpo se enfríe y se recupere del calor diurno”. Esta circunstancia aumenta el riesgo de padecer ictus, enfermedades cardiovasculares y otro tipo de afecciones, problemas que se agravan con el efecto isla de calor, habitual en unas grandes ciudades ricas en asfalto y hormigón y pobres en arbolado y zonas verdes.
La salud es la principal afectada
Algunos de los estudios realizados para comprobar cómo afecta a la salud humana la vida con noches con altos valores señalan que el riesgo relativo de mortalidad en dichas jornadas podría aumentar hasta en un 50% respecto a un día con temperaturas medias. Así lo apunta una investigación publicada en 2022 y llevada a cabo por un grupo de científicos de media docena de países.
Además, noches con un calor excesivo “también degradan la calidad y la duración del sueño en todo el mundo, lo que tiene una amplia gama de efectos negativos sobre la salud física y mental, la función cognitiva y el desarrollo cerebral y el aprendizaje de los niños”, exponen desde Climate Central”.
Michelle Young: “Ahora que parece probable que 2024 sea el año más caluroso jamás registrado, nunca ha sido tan importantísimo dejar de quemar combustibles fósiles”
Si tener un sueño corto y de mala calidad puede acorta la esperanza de vida y el riesgo de sufrir accidentes y lesiones, en los grupos de personas más vulnerables —como los lactantes, las personas de edad avanzada y las mujeres embarazadas— las noches calurosas “tienen un efecto negativo desproporcionado”, inciden. Por supuesto, la población con menos ingresos está mucho más afectada, debido a las diferencias existentes en la calidad de las viviendas y el acceso al aire acondicionado y una mayor climatización. Como señala
Para Lisa Patel, pediatra y directora ejecutiva de Medical Society Consortium on Climate and Health (EE UU), “las noches calurosas de insomnio provocadas por el cambio climático tienen una serie de repercusiones negativas, desde el niño pequeño o el abuelo que tienen un riesgo mayor de sufrir un sobrecalentamiento letal por la noche hasta la futura madre que podría tener más probabilidades de tener problemas antes, durante o después del parto, pasando por el niño que no puede mantenerse despierto en la escuela durante semanas porque no tiene aire acondicionado en casa para mantenerse fresco por la noche”.
Es por ello que, para la pediatra, “este último análisis de Climate Central pone de relieve que la crisis climática también es una crisis de salud pública, con consecuencias mortales”.
Por su parte, Michelle Young, investigadora adjunta sobre impactos climáticos de Climate Central, añade que “estos resultados son otro claro recordatorio de las repercusiones negativas para el ser humano de un mundo que se calienta, con tantas vidas trastornadas por el calor nocturno inducido por el clima, la privación del sueño y los efectos que ello conlleva en la salud física y mental”. Como incide la experta, “ahora que parece probable que 2024 sea el año más caluroso jamás registrado, nunca ha sido tan importantísimo dejar de quemar combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón y el gas, y proteger los bosques para evitar que la temperatura mundial siga aumentando”.