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Culturas
Todos quieren un pedazo de Tabacalera: cómo el edificio de Lavapiés explica la gentrificación de Madrid

La historia de la Fábrica de Tabacos es ampliamente conocida. Se ha contado muchas veces y aquí va otra más, no vamos a ser menos. Situada en el número 53 de la madrileña calle de Embajadores, construida a finales del XVIII como fábrica de Aguardiantes, a partir de 1809 se convirtió en Real Fábrica de Tabacos y Rapé (aunque este último elemento lo acabó eliminando). Allí las célebres cigarreras madrileñas organizarían algunas de las primeras huelgas de la historia de España, como el “tumulto laboral” de 1830 en el que exigieron mejores condiciones. La privatización de Tabacalera/Altadis en los 2000 lo dejó sin uso, siendo adquirido por el Ministerio de Cultura en el año 2003, prácticamente entonces como un inmueble abandonado.
Hasta ahí es casi historia industrial y laboral, con el broche de la privatización como final al siglo XX. En 2007, siendo ministro de Cultura César Antonio Molina y con el edificio aún sin ningún tipo de uso, se proyectó convertirlo en el Centro Nacional de Artes Visuales (CNAV). Diferentes problemas legales con el concurso público y más tarde de recortes presupuestarios paralizaron el proyecto, dando lugar a que la Dirección General de Bellas Artes cediese parte del espacio a las primeras asociaciones culturales que darían lugar al Centro Social Autogestionado (CSA) “La Tabacalera".
Esta cesión, de hecho, se hizo oficial en 2012, a nombre de Asociación Cultural CSA La Tabacalera de Lavapiés, creada por la asamblea del propio CSA, y al calor de las movilizaciones del 15M. Finalmente, los pasos para convertir el espacio en un centro de residencias artísticas no se dieron hasta mediados de 2023 con las obras de mejora y acondicionamiento, aprobándose una segunda fase de las mismas en 2024. Ya en marzo de este año se creó el Centro de Producción y Residencias Artísticas Tabacalera, a propuesta del actual Ministerio de Cultura presidido por Ernest Urtasun (Sumar). Se anunció en Consejo de Ministros, además, como un proyecto destinado a paliar “la situación de extrema fragilidad del sector creativo, agudizada por la pandemia”.
“Parece que no quieran que entremos de nuevo porque somos molestos para sus intereses. Porque nosotros estamos seguros de que materialmente es posible la vuelta del CSA a sus territorios históricos”: Pablo García Bachiller, arquitecto y miembro del CSA
Para nosotros, las constructoras y sus intereses se han apropiado del edificio”, opina Pablo García Bachiller, arquitecto y miembro de la asamblea del CSA Tabacalera de Lavapiés. “Y nos da la impresión de que el ministerio no se sabe defender de eso, que es un poder muy grande. Ellas están dentro, nosotros estamos fuera, y había un acuerdo de que cuando las primeras obras que están a punto de terminar, las que llaman envolventes, finalizasen, los colectivos íbamos a poder volver a los espacios históricos. Parece que no quieran que entremos de nuevo porque somos molestos para sus intereses. Porque nosotros estamos seguros de que materialmente es posible la vuelta del CSA a sus territorios históricos ya. Eso es una realidad material”.
Aunque con diferentes criterios, los diferentes colectivos de la Asamblea del CSA han denunciado la desaparición o traslado sin permiso de materiales de algunas de las actividades que se realizaban antes de la obra y se dejaron en el interior del edificio con compromiso de no tocarse. También que, contando con algunas visitas en las que se ha señalado “muy mala comunicación” por parte del Ministerio de Cultura, no se les ha permitido el acceso prometido antes siquiera de la aprobación de las obras, una negociación que se remonta incluso al anterior ministro del ramo, Miquel Iceta.
Las obras de fachadas, cubiertas y carpinterías arrancaron en el verano de 2023 y son esa primera fase que está a punto de culminar. La segunda, la de rehabilitación de espacios interiores, es la que se aprobó en 2024. En total sumarán más de 12,5 millones de euros. Los trabajos implican “la demolición y limpieza de todos aquellos componentes espurios respecto a la arquitectura del edificio original”, y sus nuevos usos se encuentran comprometidos en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).
Ya desde el comienzo de los trabajos ha habido todo tipo de polémicas. El Ayuntamiento de Madrid exigió la cesión de parte de los espacios para equipamientos públicos a comienzos de 2024, siendo respondido por la propia oposición municipal que era una petición “sin sentido” en la medida que el propio consistorio “lleva años privatizando equipamientos del barrio”. Por su parte, ya en 2025 la Asociación Vecinal La Corrala de Lavapiés también pidió espacios vecinales, ya que “aunque la presencia cultural define al barrio, la zona ya tiene muchos espacios dedicados al arte [La Casa Encendida, Circo Price, Museo de la Felicidad] y pocos para los vecinos”.
En paralelo la última actuación de las obras de espaldas a la asamblea del CSA ha sido la eliminación, a finales de abril, de los murales de la fachada posterior del edificio, que dan a la calle Miguel Servet. Se trataba de una serie de pinturas realizadas por conocidos autores de arte urbano en varias ediciones de la convocatoria ‘Muros’ entre 2014 y 2019, en algunos casos con obras que han permanecido como parte del entorno del lugar más de 10 años.
“Entendemos que se está produciendo una destrucción patrimonial. El objetivo de intervención que da la Gerencia de Infraestructuras es preservar la arquitectura original y destruir todo lo que ellos consideran espurio”, agregan desde el CSA
Bachiller agrega que desde el CSA “entendemos que se está produciendo una destrucción patrimonial. El objetivo de intervención que da la Gerencia de Infraestructuras es preservar la arquitectura original y destruir todo lo que ellos consideran espurio. Es pretender que la memoria el valor patrimonial de la Tabacalera es el del edificio cuando se construyó en su origen, negando el valor de en él, de esa fábrica llena de mujeres que revolucionó socialmente el barrio y fue cuna del sindicalismo obrero. Como asamblea autogestionaria nos consideramos herederas de esos movimientos sociales y nos oponemos a ello”.
Hemeroteca Diagonal
Los centros sociales como bienes comunes
Algunos colectivos dentro de la asamblea si apuntan a la posibilidad que da el futuro centro de residencias para “normalizar nuestros mecanismos de militancia cultural y nuestros posicionamientos ultra transversales de la cultura”. Aún así, coinciden en reclamar a Cultura mayor transparencia en el proceso y garantizar el regreso de los mismos a sus espacios, que ahora ven puesto en duda. El Salto se ha puesto en contacto en repetidas ocasiones con el Ministerio de Cultura para consultar su versión oficial sobre esta situación, sin recibir ninguna respuesta al respecto.
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Los pijos de Sumar haciendo estas cosas??? No se podía ver venir después de lo que hicieron con la Ingobernable... Para que queremos derechas si tenemos a estos desclasados.