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Culturas
Victoria Gabaldón, directora de ‘MaMagazine’: “La maternidad es un motor de creación tremendo”
Aunque su nombre incluya la palabra “mamá”, MaMagazine no es una revista para madres. Tampoco una revista de crianza o puericultura. “Me interesa el relato, el testimonio, y no la instrucción”, dice su directora. Victoria Gabaldón (Zaragoza, 1981) es periodista y escritora, pero tras finalizar sus estudios se dedicó al campo de la publicidad y el marketing. Cuando llegó, desde ese lado, al sector editorial, y vio el ritmo de una redacción, algo se le removió. Una hecatombe personal le hizo dar el paso y en 2022, crowdfunding mediante, vio la luz el primer número de esta revista trimestral, aunque ante el medio funciona como revista online.
“Esta revista nace de la frustración de no encontrarme en los relatos”, dice Gabaldón, que sacó adelante su proyecto con el subtítulo de “maternidad honesta, maternidad brutal”. Dice que lo suyo es una búsqueda en los márgenes y que pensar que una revista cultural que ponga el foco en la maternidad es limitante es una metáfora horrorosa.
¿Cómo se gesta la revista?
Yo estudié Periodismo, pero tardé mucho tiempo en dedicarme a los medios de comunicación. Estuve trabajando en gabinetes de comunicación e incluso en una discográfica. En un momento dado, empecé a trabajar en el sector editorial, desde la parte de publicidad y eventos. Pero siempre me llamaba mucho la atención bajar a la redacción y ver lo que hacían mis compañeros. En un momento de hecatombe personal, porque yo perdí a mi padre en 2019 y a mi madre en 2020, se me movieron mis cimientos y empecé a pensar qué quería ser y qué quería hacer. Y en ese momento de crisis tremenda dije: “Yo quiero ser directora de una revista”.
Ni más ni menos que directora...
Sí. El otro día, con mi hijo, repasando en el horóscopo las características de Sagitario, decía: “Va a lo grande”. Pues mira, sí. Y lo ser de Zaragoza es una cosa que marca: soy muy cabezona. Primero fue una web. Pero pensé que todo lo interesante que se estaba gestando en MaMagazine se merecía un soporte que realmente permitiese una lectura reflexiva interesante. Y para mí, mujer de 42 años, periodista y lectora, esa plataforma era el papel. Entonces me tiré a a la piscina, puse en marcha un crowdfunding y en febrero del año 22 salió la primera. Ahora hacemos dos años y ya hay siete números de la revista paridos.
¿Para quién es MaMagazine? ¿Es una revista para madres?
Es para todo el mundo. Es una revista cultural que pone el foco en la maternidad. Aquí no vas a encontrar pañales, incluso vas a encontrar pocos bebés en las fotos. Amigos cercanos que me apoyaron en el crowdfunding en ese momento por amistad, y que no han sido padres ni lo van a ser, lo que me han dicho es que la revista les ha hecho replantearse las relaciones con sus propias madres y no han dejado de de ser suscriptores ni de leer. Es una revista para todo el mundo que tenga una madre, que tenga un padre, que tenga una familia, que esté interesado en los cuidados y es una revista que leen mujeres que no son madres, que no lo van a ser por circunstancias o por decisión personal. Esa es una de las cosas que me agrada más, que pueda leerla todo el mundo.
Pensar en la maternidad como algo limitante es un discurso muy extendido, y yo creo que para nada es así
Si es una revista cultural, ¿no sientes como limitante el ponerle el rótulo de maternidad? ¿Te frena a la hora de llegar a cierto público el poner el mamá en el nombre?
No. Lo que te frena es ser una persona sola, muy bien acompañada, pero sin grandes medios para hacer algo. La gente que conoce la revista y que la lee no se lleva a equívocos, no le frena el “mamá”. Pensar que frena el “mamá” es una metáfora horrorosa de la vida. Pensar en la maternidad como algo limitante es un discurso muy extendido, y yo creo que para nada es así.
“Maternidad y creación” es el nombre de una de las secciones de la revista. Además, ese es el título de un libro de la artista visual Moyra Davey que supongo que ha pasado por las manos de casi todas las que somos madres y nos dedicamos a juntar una letra con otra. ¿Es ese el núcleo de MaMagazine?
Creo que la maternidad, al igual que la muerte, son unos motores de creación superpotentes. Todas las mujeres que ofrecen su testimonio, de las que podemos conocer su obra literaria y artística, son un ejemplo claro de que la maternidad es un motor de creación tremendo. En todas las revistas hay obra de madres artistas y, de hecho, en el número actual hay una entrevista a Katherine Oktober, que es una editora que ha hecho unos diarios hablando de obra de madres artistas, una misión que que de alguna manera compartimos. Ella dice una cosa que a mí me encanta: “Muchas de las artistas a las que entrevisto se atribuyen el mérito de hacer posible su trabajo a través del apoyo que tenían, ya sea por parte de una pareja, la familia, la comunidad. Las mejores condiciones posibles incluyen el apoyo. Si no lo tienes, entonces haz una obra sobre la falta de apoyo, haz visible ese vacío”. Hay una riqueza en la maternidad.
Para mí, leer es como comer: una función fisiológica. Y me interesa mucho leer a mujeres en relación con sus madres o cómo sienten ellas que tienen que ser sus maternidades o qué desean o qué cosas descubren
Hablas de creación y es verdad que hay artistas de diferentes ámbitos. Sin embargo, diría que la literatura es la gran mimada de la revista...
Supongo que tiene que ver con mi interés personal. Para mí, todo está escrito y creo que el relato y el testimonio forman parte de la vida. La lectura, además, se está convirtiendo en algo político. Cuando voy en el metro, políticamente llevo siempre un libro y me fastidia ver a todo el mundo ya un poco a través de las pantallas. Y no quiero decir que yo no a veces saque mi pantalla para mirar cualquier cosa o aprovechar el tiempo de esa manera, pero creo que tener un libro entre las manos es algo político. Para mí leer es como comer: una función fisiológica. Luego hay otra cosa, y es que yo me he pegado más de media vida leyendo autores. Entonces ahora mi interés principal es leer a mujeres. Me interesa mucho leer a mujeres en relación con sus madres o cómo sienten ellas que tienen que ser sus maternidades o qué desean o qué cosas descubren. Y creo que hay un boom, porque hasta ahora no existía ese foco puesto en la experiencia de la maternidad.
Acabas de decir una palabra clave cuando se habla de literatura y maternidad: boom. ¿Hay un boom de escritura maternal? ¿Y qué pasa si lo hay?
Los booms, como todo, pueden pincharse, pero son necesarios porque arrojan luz sobre ciertas cuestiones que antes no existían. Pero yo también distingo entre el boom de la escritura de maternidad y el de los manuales de crianza. Yo no voy ahí, yo no quiero que nadie me diga cómo hacerlo. Yo quiero leer cómo se han sentido: a mí me interesa el relato y el testimonio, no la instrucción. Los manuales de crianza tienen que estar en las estanterías generan mucha frustración en muchos sentidos, igual que las redes.
Pero eso es como decir que hay demasiados libros sobre la guerra civil española o sobre recetas de cocina. Hay una demanda, hay un interés.
Literatura
Literatura y maternidad: más allá del relato color rosa
¿De dónde viene ese interés? ¿De las madres de 40 lectoras?
Para nada. Yo creo que tiene que ver también con el feminismo. La maternidad es un momento que agita muchas cosas y que despierta mucho al feminismo. Muchas veces crees que has sido feminista o que tenías pensamiento feminista, pero de repente has sido madre y te has dado cuenta del agujero en el que te has metido y el feminismo es cuerda que te ayuda a salir de ahí o a entender determinadas cosas. Hemos abierto los ojos a muchas y necesitamos relatos y testimonios, porque hasta ahora no habíamos pensado que eso existía.
Tu interés no solo por la maternidad, sino también por la paternidad, y por la creación paternal...
Claro, porque no es solo una revista de madres, yo quiero que la lean los padres y que los padres entiendan cómo se sienten sus parejas o las madres de sus hijos o cuando hablen de las cosas que a ellos también les pueden importar. Nosotras este terreno lo tenemos conquistado, pero creo que hay muchos hombres que desearían que hablar de la crianza y de los sentimientos que tienen hacia sus hijos como padres no fuese una una ñoñería.
¿Crees que está pasando algo literariamente también por ahí?
¡Sí! Está Alejandro Zambra, Sergio del Molino, Andrés Neumann... Y los padres valoran mucho ese espacio de encuentro y se alegran de que ahora mismo ellos también pudieran hablar de estas cosas. Porque los padres adoran a sus hijos. El 90% de ser madres y padres es estar, y que sea algo que puedas vivir conscientemente y con gozo es bueno para madres, padres, abuelos, tíos, para toda la sociedad.
Literatura
Alejandro Zambra “Escribir es escribir mal, equivocarse”
Si hablo de maternidad y ensimismamiento, ¿sabes a qué me refiero?
Claro, a Elvira Lindo.
La columna de Elvira Lindo No solo traemos hijos al mundo, donde se preguntaba el por qué de tanto relato sobre maternidad y lo planteaba como un relato secundario, tuvo muchas reacciones. ¿La maternidad es un lugar de ensimismamiento?
Yo estaba de vacaciones pensando en que no quería hacer nada cuando me la mandaron. Y pensé: “¡No, por ahí no!”. Porque, además, es una mujer a la que admiro profundamente. Me puse a escribir y escribí una carta que se hizo viral. Y ella me contestó. A través de esa contestación, en realidad vimos que teníamos muchas más cosas en común que en contra. El resultado de eso fue un té con Elvira Lindo, un enamoramiento total de su persona y, de hecho, Elvira Lindo es protagonista de uno de los números de MaMagazine. En esa entrevista, ella reconoció que había cosas que no se había cuestionado.
¿Ves MaMagazine como un artefacto activista?
Para mí, el simple hecho de buscar el relato y de respetar el relato y de no juzgarlo, de ponerlo al servicio de quien lo quiera leer en un envoltorio bonito, la convierte en activista. MaMagazine es una revista que otorga mucha importancia a la ilustración, a la fotografía, a la dirección de arte, y al mismo tiempo todo lo que puedes leer ahí es muy potente y no se corta. Se habla de violencia obstétrica o de violencia machista, de salud mental o de familias fuera de la heteronorma sin ningún tipo de complejo.
¿Es una revista feminista?
Absolutamente. Si no lo es del todo, porque podrá haber feministas que digan que no lo es, por lo menos lo intenta. Para mí es muy difícil ser taxativa en eso. Los feminismos siempre están en conflicto y parece que en los últimos tiempos nos dicen que están enfrentados, pero es que han estado enfrentados siempre. Entonces, en el momento en el que abrazas la confrontación del feminismo, puedes intentar llevar una vida lo más feminista posible o ser feminista en tu trabajo, con menos contradicciones.
El último número se llama La familia no, y también tu último editorial...
Tenía muy claro que quería hablar de la familia como institución. Yo vengo de una familia amantísima, tengo una muy buena relación con mi madre y con mi padre. Pero siento que la institución se utiliza, que los políticos se llenan la boca con el apoyo a la familia pero así lo que hacen es también quitar sus responsabilidades con el cuidado y con la crianza. Me asustan mucho las políticas de ultraderecha que de repente hablan de la familia, en mayúsculas... Sin embargo, esa familia son los abuelos que se están quedando sin pensión para pagar las extraescolares de sus nietos o son los cuidadores que igual deberían estar en Benidorm en febrero y están llevando y trayendo a sus nietos al cole. Creo que hay una deuda de los poderes con los cuidados. Y luego está el tema de que ensalzamos la familia y, sin embargo, la mayoría de los abusos a la infancia se cometen en el seno de la familia. Es una estadística, no es una ideología.
Para mí, la familia también son las madres que me rodean; nos cubrimos las espaldas, somos como buenos edredones las unas de las otras y creo que eso también es una red familiar
Creo que podríamos crear lazos familiares mucho más flexibles y no tener miedo de dejarnos de hablar con alguien de nuestra familia, dejar espacios para ir y venir. Y para mí la familia también son las madres que me rodean. Mi hija dice que tiene cuatro madres y tres de ellas son mis mejores amigas. Nos cubrimos las espaldas, somos como buenos edredones las unas de las otras y creo que eso también es una red familiar.
El número actual es el séptimo y cada número se plantea en torno a un tema monográfico. ¿Crees que tienes ideas para muchos número más? ¿Da para tanto?
Para nada. Es una explosión. Da para tanto y más.
¿De qué contenidos te sientes orgullosa?
Me siento muy orgullosa en general, me da subidón todo el rato. Vivo en subidón. Pero quizá uno de los temas que más me ha gustado es el que tratamos en el número Demasiadas mujeres, un reportaje sobre quienes habrían sido mujeres de la Generación del 98. Está basado en el libro de Lo que yo iba escribiendo: las mujeres de la generación del 98, de Carmen Estirado, que es una escritora y periodista. Me llamó la atención porque parece que venimos nosotras a armar el mundo cuando a principios del siglo XIX había mujeres que luchaban por el sufragio, diputadas, las primeras corresponsales de guerra, escritoras... Mujeres muy potentes que fundaron también los primeros clubes femeninos y que quizá eran feministas sin saberlo. Y habían sido invisibilizadas. Cuando leí el libro, pensé que sería muy bonito volver a entrar en la residencia de señoritas, en las estancias que estas mujeres habitaron y hacer lo que yo, a lo grande, llamé documental.
Me planté con Carmen, la escritora, en la residencia de señoritas y con Carol Renaux, la fotógrafa de cabecera, y lo hicimos sin medios. La cosa es que luego que convencí a Correos para que me subvencionaran la producción y volvimos tres meses más tarde a grabar bien el documental, con camarógrafo y un guión. Sentí que estábamos unidas a esas mujeres y también sentí una llamada de atención porque pensamos que tenemos todos los derechos ganados, pero también están en peligro todo el rato. No hay que bajar la guardia. Hablo, por ejemplo, de esta encuesta del CIS famosa de que la igualdad ha ido demasiado lejos.