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Distopías
Cuando el mundo empieza a parecerse a una película de zombis
Las distopías siempre han ido por delante de los cambios económicos y sociales. Algunas advierten sobre los aspectos más negativos del presente, los exageran y los llevan al futuro para luchar contra ellos. A veces también dan ideas. Otras veces, las distopías son de derechas
Mucho se ha especulado sobre las razones del triunfo —especialmente en la última década— de las series, los videojuegos y las películas de zombis. En Estados Unidos, una de las teorías con más éxito señalaba la identificación entre este ejército de muertos vivientes y los redneck, la clase trabajadora blanca venida a menos, con los cuellos rojos de las largas jornadas de trabajo bajo el sol, mal vestidos y mal hablados, representantes y recordatorio para la clase media de una amenaza cercana: el desclasamiento. Precisamente, los redneck se convirtieron en 2016 en la base electoral de Donald Trump.
Andreu Domingo, integrante del Centre d’Estudis Demogràfics, también tiene una teoría al respecto, y la plasmó en su reciente libro Demografía zombi (Icaria, 2018). Para este profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, el género zombi “refleja el impacto de la política neoliberal sobre la población, dividiendo la población entre supervivientes (resilientes) y los zombis (redundantes)”.
El género zombi “refleja el impacto de la política neoliberal sobre la población, que la divide entre supervivientes y los zombis”
El género zombi, señala, muestra un mundo postapocalíptico “marcado por la idea de competencia, por la gestión de la violencia por parte de los supervivientes, que luchan sobre todo contra otros supervivientes más que contra los propios zombis, y esa idea meritocrática neoliberal de que todo esto es una cuestión de talento”.
La idea marxista de “ejército de reserva”, un excedente de población que era útil al capitalismo industrial para bajar salarios y regular la ilusión de ascenso social, queda en entredicho en el mundo zombi del que habla Andreu Domingo. Este ejército de zombis no está en ninguna cola del paro, “no se espera que entre en el mercado de trabajo, ni siquiera que consuma, por lo que se convierte en redundante”.
Según Andreu Domingo, la evolución propia del neoliberalismo desde los años 70, unida a la acelerada automatización que trae la 4º Revolución Industrial, hace que “cada vez sean más los sectores de población que pueden caer en una redundancia, desde las clases más bajas hasta las clases medias, que tienen miedo al descenso social”. Un descenso social que en la mitología zombi viene reflejado en el miedo al otro, el miedo al contagio, “que hace que acabes matando a tu vecino o a tu madre”. Pero aquí, en el mundo real, “el contagio es la pobreza”.
Extrema derecha
El cuento de la extrema derecha
La extrema derecha se extiende en toda Europa a través de bulos sobre la migración y promesas de una vuelta a un pasado irreal sin tocar las desigualdades ni los privilegios de los multimillonarios.
Las distopías, cuenta Domingo a El Salto, nacieron como una respuesta a los totalitarismos, como forma de denuncia de “las tendencias más negativas que se observan en el presente y se proyectan en el futuro para luchar contra ellas”. De esta forma, en las últimas décadas han proliferado las distopías relacionadas con la superpoblación y las migraciones, las políticas de control de los nuevos-viejos fascismos, la crisis de natalidad, la pérdida de derechos de las mujeres, el racismo y la invasión de esos “otros” llamados zombis.
¿Una distopía demográfica que estemos viviendo en la actualidad? Este investigador no tarda en contestar: “Para mí, distopía demográfica es lo que estamos viviendo en Europa… Los programas de la extrema derecha de cualquier país son un canto nostálgico al regreso del patriarcado, a la autoridad masculina. Es una amenaza muy real”.
Explosión demográfica. Entre las “demodistopías” de más éxito, tal como las llama Andreu Domingo, destacan las vinculadas con la superpoblación y el agotamiento de recursos del planeta. Sin embargo, Domingo no coincide con las visiones más catastrofistas sobre la explosión demográfica y la superpoblación. Los datos confirman que la reducción de la natalidad es constante en todos los rincones del globo salvo en el centro de África y algunos países asiáticos.
La población sigue creciendo en todo el mundo, en efecto, pero “no porque la fecundidad sea alta, sino porque estamos viviendo la inercia de cuando la fecundidad era alta”. Dicho de otra forma: los diversos baby booms de las décadas pasadas han provocado, explica Domingo, que en la actualidad haya muchas mujeres en edad reproductiva y “sigan naciendo muchos niños aunque la natalidad sea muy baja”. Todas las proyecciones indican que el principal crecimiento se dará en el África Subsahariana y que la población mundial llegará antes de finales de este siglo a los 11.000 millones y, a partir de ahí, comenzará a descender. Domingo tampoco identifica el envejecimiento como un “problema” en sí mismo y señala a los vendedores de seguros y pensiones privadas como los principales interesados en crear alarma sobre la sostenibilidad de las pensiones públicas.
¿Somos demasiados? Sí, contesta el ecologista Luis González Reyez, al menos si no cambiamos nuestro hábitos de consumo y la desigualdad
Los problemas vinculados a la población vienen más bien de un previsible agotamiento de recursos y la desigualdad dentro de las propias sociedades y las desigualdades norte-sur, señala el autor de La espiral de la energía, Luis González Reyes. ¿Somos demasiados? Sí, contesta este activista del ecologismo social, al menos si no cambiamos nuestros hábitos de consumo y las bases de una desigualdad cada vez mayor.
Entre las proyecciones de futuro, Andreu Domingo menciona la obra de Yuval Noah Harari, autor de varios best sellers sobre el pasado y futuro de la humanidad. “Harari dice que vamos a ser sabios, que vamos a ser inmortales, que vamos a ser la primera especie que va a cambiar nuestro destino y nuestra evolución, todas cosas estupendas, pero la trampa de eso es que no lo vamos a ver todos. Vamos a tener que aceptar que unos sí y otros no”.
—¿Los zombis otra vez?
—Exacto, unos van a pasar a ser supervivientes y el resto zombis.
—Es un camino largo en autobús —le dice el hombre.
—Lo sé. Solo que…, ya sabes…, el medio ambiente —dice la mujer con su hijo en brazos. (...)
—Entonces ¿por qué lo tuviste? —le suelta el hombre señalando a su hijo.
—¿Perdón?
—Nada consume más carbono que un humano del primer mundo. Y aun así creaste uno. (...) Él consumirá 515 toneladas de carbono en toda su vida. (...) Tenerlo fue el equivalente a 6.500 viajes a París en avión. (...) Sin mencionar todos los pesticidas, detergentes, la enorme cantidad de plásticos, los combustibles nucleares para mantenerlo cálido. Su nacimiento fue un acto egoísta. Fue brutal. Usted ha condenado al sufrimiento a los demás. De hecho, si a usted le importara, lo que haría sería cortarle la garganta ahora mismo.
Con incentivos de 5.000 dólares y otros pluses para cada persona que acepte “participar activamente”, los Padres Fundadores lanzan “la purga”, primero como experimento en Staten Island y luego en todo el país. Tal como afirma en una escena, todo se trata —este spoiler es bastante previsible— de una forma de reducción del gasto social vinculado con la población más pobre, a la que se criminaliza por el camino. La purga no es sino un mecanismo para hacer frente a la bancarrota del Estado sin tocar los beneficios de la élite.
Extrema derecha
¿Es Pablo Casado de extrema derecha?
Hay una línea que conecta las ideas demográficas del nacionalsocialismo alemán y las recientes declaraciones del líder del Partido Popular, Pablo Casado, sobre natalidad y aborto.
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¿Qué tal una bomba atómica sobre NY para empezar?