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Estados Unidos
El asesinato masivo de Texas subraya la impotencia legislativa para el control de armas en Estados Unidos
Diecinueve niños y dos adultos son las víctimas confirmadas del tiroteo que tuvo lugar ayer en la Robb Elementary School de Uvalde, a 136 kilómetros de San Antonio, en el Estado de Texas. Se trata del asesinato masivo en un centro escolar más cruento desde 2012 y el segundo registrado en 2022.
Según el archivo Gun Violence Archive, en diez años 346 personas han resultado muertas como consecuencia de este tipo de asaltos en escuelas, otras 735 han sido heridas en los 641 ataques que se han perpetrado.
En lo que va de año se han producido al menos 212 tiroteos masivos y al menos 7.584 muertes por arma de fuego —incluidos 411 niños menores de 12 años— en Estados Unidos. Los datos publicados el lunes por la Oficina Federal de Investigación (FBI) revelaron que los incidentes con tiradores activos en Estados Unidos en 2021 han aumentado en más de un 50% con respecto a 2020 y casi un 97% con respecto a 2017.
“Esto se ha convertido en parte de lo que somos como país. La libre disponibilidad de armas no nos ha hecho más seguros en Estados Unidos ni aquí en el estado de Texas”, explicaba el secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos, oriundo de San Antonio.
El asesino de la escuela Robb, de 18 años, mató a su abuela antes de llegar al colegio a las 11:30 (hora local). Al cumplir la edad permitida para ello, el asesino compró dos fusiles de asalto, el tipo de armamento que habitualmente se ha usado en este tipo de matanzas. Los hechos se produjeron apenas diez días después de un tiroteo masivo en un supermercado en Buffalo acabase con la vida de diez personas e hiriese a otras tres.
Los asesinatos se producen en medio de un intenso debate en Washington sobre el llamado filibusterismo, una técnica de obstrucción parlamentaria que impide el desarrollo de proyectos de ley si no se consigue una “supermayoría” del 60% de la cámara del Congreso. Eso ha hecho que la legislación para el control de armas haya quedado empantanada por la obstrucción de un grupo de 60 congresistas, la mayoría republicanos pero formada también por un puñado de representantes demócratas.
“Aunque los detalles aún están por confirmar, esta última tragedia vuelve a poner de manifiesto cómo los funcionarios del gobierno de Estados Unidos han permitido que la violencia de las armas se convierta en una crisis de derechos humanos”, denunció el responsable de Amnistía Internacional para el control de armas en EE UU, “es inaceptable y debe terminar”.
El presidente Joe Biden se dirigió a la nación tras el asesinato de Texas y se mostró consternado, pero no abogó por ninguna medida concreta.