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Periodistas de México y el Sáhara levantan la voz por los derechos humanos

Gabriela Rasgado y Said Amidan, periodistas de México y Sáhara Occidental respectivamente, expusieron durante su visita a València los peligros que deben afrontar los periodistas en sus lugares de origen durante el ejercicio de sus funciones.

“Ahora más que nunca hace falta el periodismo comprometido, el periodismo va a cambiar el mundo”. Es uno de los últimos mensajes que lanzaron los periodistas Gabriela Rasgado —originaria de Veracruz, México— y Said Amidan —de los Territorios ocupados del Sáhara Occidental— durante su visita a València, aunque también el que mejor concentra la esencia del motivo de la misma. Ambos profesionales acudieron la semana pasada al Centro Social Terra de Benimaclet (València) en un conversatorio sobre “Periodismo comprometido con los derechos humanos” impulsado por el “Programa Valenciano de Protección Integral y de Acogida a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos” (València Defensa).

La primera en tomar la palabra fue la mexicana Rasgado, con 12 años de experiencia y ganadora del décimo Premio Nacional de Periodismo “Rostros de la Discriminación Gilberto Rincón Gallardo” en 2014. A pesar de trabajar en un país con uno de los mayores índices de mortalidad global y de impunidad para ejercer el periodismo, su discurso fue mordaz y aprovechó para señalar al actual presidente de México, Andrés Manual López Obrador de “influir negativamente en la percepción que tiene la gente sobre el ejercicio periodístico y de estigmatizar a los medios de comunicación críticos, por medio de sus mañaneras”, el nombre que reciben las conferencias que el presidente ofrece todos los días.

En México, detalló la profesional, las periodistas trabajan sujetas permanentemente a la descalificación y el descrédito, “justificado en el dicho de que una crítica obedece a intereses de derecha que buscan desestabilizar la administración actual”. La periodista sostiene que el coste político de asesinar a profesionales de la comunicación en México es muy bajo: “Hay pocas sentencias contra quienes son los autores intelectuales y materiales y consideramos que la propia autoridad sigue tratando de desvincular la muerte o agresión al comunicador de su ejercicio periodístico. El mensaje que se perpetúa es que matar a quienes investigan y tocan intereses concretos está permitido”.

La premiada periodista apuntó también que “aunque parece que la crítica ha aumentado, lo cierto es que desde el ejercicio del poder público hay un rechazo general a los medios que no resaltan lo que el gobierno considera sus más grandes logros en la historia reciente del país y eso coloca a los periodistas en una posición compleja donde si no estás conmigo, estás en mi contra”. Gabriela Rasgado es actualmente beneficiaria del programa de Acogida Temporal de “Taula per Mèxic”, financiado por el Ayuntamiento de Barcelona, el cual busca refugiar a periodistas y activistas mexicanos en situación de riesgo por el Estado, el crimen organizado o cualquier poder fáctico que impera en México.

Tras el discurso de Rasgado, su compañero saharahui, Said Amidan, también periodista, fotógrafo y defensor de los derechos humanos, tomó la palabra para explicar al público las condiciones en las que trabaja y la situación actual del Sáhara Occidental. Equipe Media, donde participa, es una organización saharahui y agencia de prensa local, cuya labor, según el activista es “documentar las violaciones a los derechos humanos de las fuerzas marroquíes de ocupación y el expolio de los recursos naturales, lo que supone un riesgo continuo de amenazas, ya que somos quienes damos testimonio de lo que sucede en nuestro territorio”.

Sahara y Mexico
Rasgado y Amidan, durante su participación en el conversatorio | Cedida por Una Educadora en el Sahara.

El periodista comenzó su ponencia explicando la historia reciente de su pueblo y recordando que el Sáhara Occidental es uno de los 17 territorios no autónomos bajo supervisión del Comité Especial de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas, es decir, que bajo mandato de la ONU, su pueblo debe ser objetivo de un proceso de descolonización, ya que aún no ha sido reconocido como gobierno autónomo, está separado geográficamente del Estado marroquí que lo administra políticamente en condiciones de subordinación, además de que se diferencia ética y culturalmente.

Amidan continuó detallando que el proceso de descolonización de su tierra fue interrumpido en 1976, cuando el Estado Español abandonó el Sáhara Occidental en manos de Marruecos y Mauritania —tras la Marcha Verde— y conforme lo dispuesto en los Acuerdos de Madrid en 1975, no válidos según el Derecho Internacional. Actualmente el territorio está ocupado en su mayor parte por Marruecos, que lo llama sus Provincias Meridionales. La  soberanía marroquí no es reconocida por las Naciones Unidas y es rechazada por el Frente Polisario, que proclamó la independencia del Sáhara Occidental en 1976 creando la República Árabe Saharaui Democrática, reconocida hasta el momento por ochenta y dos países de los cuales cincuenta y uno han congelado o cancelado su relación con ella.

La República Saharaui administra la región al este no controlada por Marruecos, la cual se denomina Zona Libre  o Territorios Liberados. El periodista saharaui señaló que en 2020 volvió la guerra, ya que Marruecos no cumplió el alto al fuego, asesinando a civiles saharauis en lo que fue conocido como los hechos de Guerguerat. Esta situación recrudeció las condiciones para realizar el trabajo de documentación: “Es más difícil conseguir información, hay retenes por todos lados. Marruecos restringe la entrada a periodistas en los territorios ocupados, a personas de mi equipo los han detenido, amenazado y despedido. Varias veces la policía marroquí me ha incautado mi cámara, está prohibido documentar lo que ocurre. Se han hecho condenas ejemplares de más de 20 años para meter miedo. Se amenaza a nuestras y nuestros colaboradores, nuestro trabajo se tiene que realizar en condiciones de clandestinidad”.

También denunció que antes de cualquier evento político, los servicios de inteligencia marroquíes comienzan a vigilarlos. Es por eso que el material lo esconden en varios sitios y no tienen local para su seguridad. Finalmente, el periodista de los derechos humanos, denunció una campaña de propaganda por parte del gobierno marroquí, quien recientemente contrató a 5.000 periodistas, asegura el profesional, para volver a difundir la idea de que el Sáhara es propiedad marroquí, “al tiempo que se hace una campaña de difamación a grupos independientes como Equipe Media”. 

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