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En la actualidad la palabra bufón no posee la carga semántica que disfrutaba hace siglos. De ahí que cada vez que oímos la palabra bufón la asociemos inevitablemente con un contenido peyorativo, que la veamos como un insulto hacia quien se esgrime. Pero, aunque es difícil trascender el contexto que nos rodea, para comprenderlo es necesario mirar más allá de nuestras narices.
Estoy triste xq he arrancado 5 hojas a una penca de acelga y la he sentido llorar:
— Jesús Ruiz Tutor (@JesusRuizTutor) 6 de agosto de 2017
¡ me voy a la cama sin cenar! https://t.co/iUHzZ5Ut2h
Propongo hacer un pequeño ejercicio sirviéndonos de los últimos tuits de JRT, que en esto de crear polémica en las redes sociales es un contumaz reincidente. Recordemos que el año pasado llegó a hacer mofa del sufrimiento animal. Aunque la petición de dimisión para el que es máximo responsable municipal de Medio Ambiente apenas necesitaba explicación, JRT sigue gozando de la suficiente impunidad como para seguir deleitándonos con su ingenio, si bien ahora guarda la prudencia de no meterse en asuntos de su competencia directa. Esta incontinencia burlona no produce molestia visible alguna en las filas de su formación, el Partido Popular, porque JRT está desempeñando el papel de bufón.
Desengañémonos de falsas imágenes. Aunque el bufón se muestra en apariencia desarraigado –JRT lanza sus pullas desde una cuenta personal de Twitter, sin hacer ostentación de su condición edilicia–, se encuentra siempre al amparo del poder. Las bromas bufonescas, tal y como recalcan especialistas en este campo como el eminente hispanista Francisco Márquez Villanueva, no tienen otro objetivo que el de reforzar el equilibrio de la organización social; de la hegemonía, diremos desde la perspectiva gramsciana con la que describimos a nuestros bufones políticos.
Vuestros viejos https://t.co/WMjj3bYRKJ
— Jesús Ruiz Tutor (@JesusRuizTutor) 1 de enero de 2018
En cuanto que expresa crudamente, con claro voluntad de zaherir, el lenguaje hegemónico –no encontraremos en sus gracias una mota subversiva–, el atrevimiento tan propio del bufón no es (de)mérito suyo, sino de aquellos que, por acción y/o omisión, le empujan a seguir en la misma senda. Porque sus gracias solo se centran en dianas que ya han sido políticamente trazadas. JRT solo se chancea sobre las víctimas del franquismo o insulta al presidente de una asociación vecinal una vez que la posición del PP municipal con respecto a Ley de Memoria Histórica y las reivindicaciones del barrio de los Lirios son ya conocidas. Que vaya más allá del criterio oficial es una característica propiamente bufonesca.
No entiendo bien quien habla:
— Jesús Ruiz Tutor (@JesusRuizTutor) 25 de octubre de 2017
¿Es el representante de una asociación de vecinos, es el de un partido político, o es de un grupo antisistema? https://t.co/HHLQ3LSPwG
Para ser bufón no hace falta ser original ni demostrar un especial talento; el uso del lenguaje que exhibe JRT en Twitter es sonrojante. Simplemente hay que tener un poco menos de vergüenza de lo normal, hasta un límite que permita ofuscar a los adversarios con la paradoja de que, quien supuestamente es servidor público, se chotea de ellos. Es en este sentido en el que, una vez comprendida la función de los bufones como JRT, es necesario obviar sus pitorreos para ir a la raíz de los problemas.
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