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La semana política
El talento sénior
La fotografía muestra a un hombre de 90 años celebrando su cumpleaños con el chaleco de Walmart, una cadena minorista que genera alrededor de dos millones de trabajos en todo el mundo. El mensaje que lo acompaña es una felicitación de la propia empresa. El señor Casey, empleado en un centro en Longview (Texas), posa con una sonrisa que se adivina cansada bajo su mascarilla. La postura corporal denota la fatiga acumulada de años de trabajo.
Felicitarse por la longevidad de sus empleados es una especie de tradición por parte de Walmart. En 2015, con motivo de su fallecimiento, la televisión estadounidense emitió un corto homenaje a Loren Wade, un veterano de la II Guerra Mundial que a sus 103 años trabajaba en un centro de Winfield, Kansas. Con 70 años, Wade dejó de trabajar para el servicio postal y desde entonces trabajaba en Walmart. Sus compañeros, empleando el lenguaje común del audiovisual estadounidense, lo definían entonces como “una inspiración”. Un año después del reportaje Wade murió.
Estos días se exhibe en los cines Nomadland, una película de Chloé Zhao que adapta el ensayo de Jessica Bruder publicado en España como País Nómada (Capitán Swing, 2020). La película muestra las consecuencias del colapso de la clase media estadounidense. Una parte de esos “hijos del baby boom” —se calcula que cientos de miles, si bien no hay estadísticas fiables— perdieron o malvendieron sus casas y sobreviven en todo tipo de casas rodantes.
El trabajo para Amazon en sus campos de trabajo de temporada es una especie de sueldo precario y fijo para muchos de esos trabajadores itinerantes que, explica Bruder, se definen como “jubilados” pero siguen trabajando para completar una pensión mínima que no les da para vivir.
Fascitis plantar, esguinces, distensiones, problemas de espalda, de hombros, de cervicales. Xanax, paracetamol o un chispazo mañanero. Una encuesta en uno de los centros de la compañía señaló que dos de cada tres trabajadores de Amazon sufren dolores. Casi la mitad los sufren también fuera de su horario laboral.
“Les encantan los trabajadores jubilados porque somos fiables. No faltamos al trabajo, nos esforzamos y somos básicamente mano de obra esclava”, dice un trabajador itinerante de 77 años entrevistado por Bruder. “Hemos entrado en una nueva era para las personas jubiladas”, añade otro. Más adelante, al relato se le suman los hechos. Amazon no contrata a este ejército laboral solo por su talento o por su buen talante para esforzarse, sino por las desgravaciones que obtiene, de hasta un 40% de los salarios.
A Escrivá le gusta introducir debates que nadie acompaña. Lo hace el miércoles cuando pide un cambio cultural en España que consista en evitar “ir hacia lo facilón”, o sea a la jubilación lo antes posible
En la década que pasó desde 2006 —antes del estallido de las hipotecas subprime— hasta 2016, los trabajadores estadounidenses de más de 65 años que realizaban un trabajo remunerado aumentaron un 60%. Ello como consecuencia de la transferencia del riesgo que se produjo tras la crisis de 2008, desde los balances de las aseguradoras y las entidades financieras hasta los de los hogares. Fundido en negro.
España Puede
Otras latitudes, otras voces. Nada que ver con lo anterior.
Esta semana, la presentación del programa España Puede abre un capítulo sensible. En realidad, más de uno, pero el coche eléctrico, su coste ecológico y de oportunidad, no tiene la capacidad de movilizar a grandes multitudes como el asunto de las pensiones.
En ese apartado, España Puede consta de nueve puntos de los cuales la mitad anticipan conflictos de distinta escala. Los titulares, no obstante, se centran en los incentivos para el retraso de la jubilación que propone el ministro José Luis Escrivá.
A Escrivá le gusta introducir debates que nadie acompaña. Lo hace el miércoles en la Cadena Ser, cuando pide un cambio cultural en España que consista en evitar “ir hacia lo facilón”, o sea a la jubilación lo antes posible. Ese cambio que Escrivá desea es una forma de retener el “talento sénior” y también sus cotizaciones a la caja de la Seguridad Social. Como contrapunto, el Ministerio tiene previsto aplicar penalizaciones a quienes, por el contrario, opten por anticipar su jubilación antes de los 66 años en los que se sitúa ahora la edad jubilación, que llegará hasta los 67 en 2027 para las personas con menos de 33 años cotizados.
La llamada “cuestión demográfica” está detrás de las reformas planteadas en el documento que se envía a Bruselas. Entre estas se ha incluido —discretamente— la posibilidad de aumentar el periodo de cómputo para la base de las cotizaciones. Una propuesta que, en enero, llevó a Escrivá a incurrir en una mentira, al negar que hubiera propuesto ampliar el cálculo de 25 a 35 años, como estaba escrito en un documento que sus socios de coalición no tardaron en divulgar.
El ministro de Seguridad Social defiende que es necesario un cambio cultural: se acabó el tiempo de la gran industria y las carreras de cotización asociadas a un solo empleador, la época en la que la vida laboral terminaba allí donde había empezado. Hoy somos más flexibles. Tenemos Amazon, Uber y los algoritmos. Llega el tiempo de explotar el talento de los más mayores durante más años y de adecuarse a esas carreras elásticas, propias del mundo líquido en el que vivimos. El mensaje suena fresco: Al talento no se le mira el DNI, que diría un entrenador de fútbol.
Pero el lenguaje del coaching no implica que la solución sea buena para el conjunto de las personas asalariadas. Puede ser atractiva para un modelo de trabajador que se siente realizado en el trabajo, no está expuesto a enfermedades laborales graves y que mantiene su posición social en virtud de la profesión que lleva a cabo. Pongamos que se habla de docentes universitarios, periodistas respetados —un ejemplar en extinción—, los consejeros dominicales de una junta directiva o funcionarios de profesión devenidos en políticos como el propio ministro. Y de algunos, no tantos, trabajadores vocacionales.
La perspectiva de retrasar la jubilación no es tan atractiva para quienes han construido una carrera laboral entre periodos de lagunas, baches y empujones; para quienes han estado expuestos al amianto, tienen la espalda hecha puré, tendinitis, síndrome del túnel carpiano; o entre quienes llevan a cabo un curro que, simplemente, detestan. Quienes no pueden, no quieren o no les da la gana de seguir el ritmo, o aquellas personas que aman su trabajo asalariado pero no pueden compatibilizarlo más tiempo con el no asalariado.
Para esa segunda capa de la población, la no entusiasmada con explorar su talento hasta la tumba, el peligro es que las próximas reformas de las pensiones no se detengan en los “incentivos” y retomen ideas como el retraso de la edad de jubilación o la solución imaginativa que proponen desde hace años los traders del mercado de los seguros: indexar la edad de jubilación con la esperanza de vida.
El talento de Escrivá es innegable. Sus propuestas parecen adaptadas a su tiempo, utiliza el lenguaje de la disponibilidad, de la innovación y de la adaptación a un futuro en constante cambio. Aunque quede para más adelante, el fomento de los planes complementarios de pensiones, es otra de las claves del cambio de paradigma que plantea el ministro. Es una reforma que encierra otro peligro para las personas asalariadas que no creen en el talento sénior: que el sistema general, es decir, el que aguarda a quienes no acceden a los sistemas complementarios, quede descapitalizado y la cuantía de las pensiones de los ejércitos laborales más flexibles no sea suficiente para vivir. Como pasa en el país de los nómadas.
Pensiones
Pensiones Los pensionistas se rebelan contra la reforma de Escrivá
Pero eso es —o puede ser— el futuro. El lenguaje de Escrivá choca con algunas realidades incómodas hoy. La esperanza de una vida en buena salud, es decir, sin limitaciones por enfermedad o discapacidad, se sitúa en España en 68 años según el INE de 2018. Las personas solo vivirán sin problemas serios de salud entre dos y tres años después de su jubilación.
La otra realidad que se impone al sueño de Escrivá de mantener activo al talento sénior es la inactividad del talento júnior y no tan júnior. Son las altas tasas de paro y subempleo juvenil, junto a la devaluación salarial como ingrediente secreto de la “recuperación económica”, las que generan el agujero de la caja de la Seguridad Social que aparece como un fantasma en todas las proyecciones sobre la economía española.
Así, mientras no hay solución para desatascar el problema del empleo juvenil —y tampoco hay solución para el problema anexo del acceso a la vivienda—, las proclamas sobre el talento sénior aparecen como una especie de divertimento. Tal y como Walmart entiende celebrar los cumpleaños de sus empleados nonagenarios.
No puede ser tan terrible celebrar tu 90 cumpleaños si te regalan una tarta. Aunque después de la foto tengas que volver a reponer productos en las estanterías. Una jornada más.
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¿Ha dicho algo Escrivá de suspender inmediatamente cobrar el retiro completo con tres legislaturas en el parlamento para sus señorías?. Hay que animarse, Escrivá. Un poco de incertidumbre no os vendrá mal a algunos que estáis acostumbrad@s a indemnizaciones locas y pensiones sin trabajar.
En mis, 8 años, 6 meses y 3 días, de militancia, no siento otra cosa como que he perdido el tiempo.
No. La izquierda no siempre mola.
Sí: soy anarquista.
No. No comparto la ideología de mi movimiento.
Eso de que los mayores van siempre antes o que las personas adultas no tienen derecho a protestar, no va conmigo.
No es anarquismo. No. No comparto las canciones de Duelo y Accidente. Sí: me gustan esos grupos.
No. No soy mayor.
Sí. Soy pequeño.
No. No te pienso obedecer.
No. Obedecer no está en mi movimiento.
No. A veces. A veces, soy mayor, a veces pequeño.
A mis mayores les escucho, a mis pequeños les digo que sean traviesos.
No. No soy tu sirviente.
No. No soy Skin.
Sí. Soy Rude Boy.
No. No te pienso obedecer.
No sé... Me huele a Bone Head.
¿Que pasó con la propuesta de Podemos de bajar las pensiones a 60 años?
Hay estudios diversos que confirman los efectos beneficiosos a la salud de continuar trabajando después de los 65, por ejemplo reducir la mortalidad un 11% por año de demora en la jubilación
Pues ya sabes. Aplícate la receta a ti mismo y jubílate a los 80, si llegas vivo. Genio.
tus estudios escritos sobre papel higiénico no sirven aquí, lacayo