Zara Castellana recursos - 8

La semana política
Agua de tres dígitos

Relevo generacional en la cúpula de Inditex, la compañía española con mayor capitalización bursátil.

En una escena de la tercera temporada de la serie Succession, dos personajes cenan en un establecimiento típico de las ficciones americanas: jarras de café, hamburguesas con queso, tartas de cereza. Lo que convierte en anómala la escena con respecto a otras similares es que los protagonistas no suelen parar en lugares así. Succession (Jesse Armstrong, 2018) trata de una familia y una serie de directivos que posee la mayoría de acciones y controla el consejo de administración de un importante grupo de comunicación estadounidense. Pertenecen a eso que desde 2011 se ha resumido como el 1% de la población, el gran capital, la alta burguesía, los mandarines, los putos amos. Los ultrarricos. Uno de los protagonistas de esa escena ha elegido acudir al establecimiento porque supone que es el tipo de comida que se sirve en las cárceles y, ya que se presenta como el chivo expiatorio de una investigación criminal que atañe a la empresa, pretende acostumbrarse a comer así antes de ir al trullo.

Es uno de los escasos momentos en los que los protagonistas de Succession aparecen en lo que la mayoría consideramos el mundo real. En la serie aparecen deliberadamente omitidos los momentos y las personas que permiten que esa vida muelle se reproduzca. No aparece, pero se intuye, la presencia de las cocineras, las nanis, las limpiadoras, figurantes invisibles del mundo de los ultrarricos. No se trata de la propuesta de entendimiento de Arriba y abajo —o su versión 2.0 Downton Abbey— ni del enfrentamiento con colmillo retorcido de Parásitos (Bong Joon-ho, 2019). En esta serie no hay interés en establecer diálogo, alianzas o conflicto entre la servidumbre y el poder. No hay una lucha explícita, por incomparencia de las clases ajenas al poder, pese a que toda la narración se centra en el antagonismo entre estos ultrarricos y el resto de la sociedad.

En abril de 2022 Ortega, hija del fundador Amancio Ortega se convertirá en la mujer al frente del primer grupo textil del país, la empresa “española” con mayor capitalización de mercado

El pequeño reparto de personajes —nada que ver con series corales del tipo de Los Soprano o The Wire— se mueve a lo largo del mundo en primera clase, veranea en yates de lujo, acude u organiza selectos actos de sociedad, a cacerías o a retiros en los que no falta ninguna clase de comodidad, ni bebercio del más fino, ni una fuente con lo que parecen langostas y bogavantes al final de un breve paseo por la playa. Como los dioses de la mitología griega son idénticos a la humanidad en cuanto que su vida es plena exclusivamente en inseguridades, absurdos, miedos y traumas. Como los dioses del Olimpo, a pesar de esas faltas que conocemos bien, no se nos presentan como seres humanos corrientes, sino como otra cosa. Seres de los que es posible esperar dádivas, no responsabilidades.

El mayor valor de Succession es que supone el acercamiento más crudo y antipático a las vidas de las élites que se ha dado en la ficción americana contemporánea. Los creadores de la serie no escatiman en recursos para establecer la diferencia radical entre entre ese poder y el resto del mundo, sobre el que influyen decisivamente “votando todos los días” en lugar de cada cuatro años como dice la frase atribuida a George Soros. 

La sucesión

El martes 30 de noviembre, Inditex anunciaba la próxima llegada a la presidencia del grupo de Marta Ortega, la hija de Amancio Ortega, el sexto hombre más rico del mundo. En abril de 2022, Ortega se convertirá en la mujer al frente del primer grupo textil del país, la empresa “española” con mayor capitalización de mercado y, últimamente, un verdadero transatlántico del negocio inmobiliario a través de Pontegadea, vehículo de inversión de Ortega padre, con el que controla la mitad de Inditex.

En 2006, dos periodistas de El Mundo publicaron un libro Los herederos del gran poder, que funcionó a modo de bienvenida para una nueva generación. Quince años después esos herederos de antaño han tenido otros herederos. Otro artículo en el mismo periódico —que arrancaba con una declaración probablemente tomada de una cuenta de Instagram: “Yo sólo bebo agua que cuesta tres dígitos”— trataba de contornear los perfiles de este relevo generacional.

Oficialmente, ellos y ellas, sus padres, madres y abuelas, sus tíos, sus ex y sus yernos suman 701 en toda España. Son el 0,01% de la población que tienen más de 30 millones de euros. Dos de cada tres no pagan un solo euro en concepto de impuesto de patrimonio. Los apellidos pueden ser recitados por cualquiera que alguna vez se haya topado con el poder en España. El mayor afán de los ultrarricos de tercera o cuarta generación —en España no es una convención empezar a contar desde la imposición del Franquismo— no es pasar desapercibidos por la calle, es no pisar el suelo de las calles en las que se desarrolla la vida del resto. El anhelo de invisibilizarse, de retirarse voluntariamente a urbanizaciones amuralladas, es relativamente nuevo, ajeno a la vieja ostentación de poder del capitalismo de siglos anteriores.

Como en la ficción, es interesante ejercitar algún músculo olvidado para observar lo que no aparece en los reportajes que dan la bienvenida a los nuevos herederos del poder. En el caso de Inditex, lo que queda fuera del relato del éxito son varias capas de explotación. La primera se remonta a los años 80 y 90, los tiempos de la subcontratación y las cooperativas de costureras en Galicia, que permitieron al grupo dar un primer salto. La segunda, al año 2005, en la que se expandió la red de externalización de la producción al norte de África, a distintos puntos del sudeste asiático y a China. La tercera, a la red que a partir de la crisis de las subprime ha convertido a Inditex en un grupo emancipado fiscalmente de España, a través del paraíso fiscal de los Países Bajos.

“Estamos lejos de su hogar en España, pero sentimos cierta cercanía con usted después de haber pasado la mayor parte de nuestra vida adulta haciendo su ropa con nuestras manos”, escribía un grupo de trabajadores de las maquilas de Myanmar en una carta enviada a Amancio Ortega. “Saber que su avión privado de 45 millones podría pagar 41.000 veces nuestros salarios anuales es tranquilizador. Seguramente un hombre con tales riquezas no necesita beneficiarse de la pandemia global aplastando a nuestros sindicatos”. 

Inditex
Despidos Inditex lleva a cabo un “ERE encubierto” con el cierre de cientos de tiendas en España
El grupo de Amancio Ortega se salta el acuerdo con los sindicatos y fuerza la salida de cientos de trabajadoras, a la vez que recorta los derechos laborales de la plantilla.

Son ecos que permiten recordar que alguna vez los Ortega tuvieron contacto con las leyes de los seres humanos. Todo aquello sucedió antes del “desanclaje financiero, económico, político, cultural, moral y residencial de las élites” respecto a las sociedades en las que se desarrollan sus negocios, que analizaron los sociólogos Joan Romero y Antonio Ariño en un libro llamado La secesión de los ricos (Galaxia Gutenberg, 2016).

El 8 de febrero de este año, un incendio en un taller clandestino de Tánger terminó con la vida de 28 personas. Las investigaciones policiales refirieron a la prensa marroquí que en el lugar de trabajo se habían hallado etiquetas de Pull And Bear y Bershka. En algunas calles de la antigua ciudad internacional era vox pópuli que el taller trabajaba para Inditex. Si hay alguna investigación o proceso abierto, este es particularmente discreto, como esos perfiles de Instagram que tienen el candadito puesto, de los que podemos imaginar que están repletos de todo tipo de exhibiciones de humanidad y lujo. Un mundo entero poblado por solo 701 personas. 

Descanso
Esta sección regresará el 18 de diciembre si el viento no se tuerce.
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Solo para socias
Solo para socias Nueva carta mensual: “Redactor en crisis”, por Pablo Elorduy
Después de La Semana Política, el coordinador de Política de El Salto regresa a un formato periódico.
La semana política
La semana política Lo que pasó, pasó
Hora de algunas despedidas. Ada Colau tiene difícil volver a ser alcaldesa de Barcelona y la izquierda tiene difícil volver a convocar el espíritu de una época en la que pudieron cambiar muchas cosas.
La semana política
La Semana Política La nave del misterio electoral
La compra de votos en Melilla y otros puntos del Estado agita la última semana de campaña y muestra el auge del conspiracionismo.
Residencias de mayores
Residencias Fondos de inversión y residencias: la mano invisible que retuerce los cuidados
Mientras DomusVi, en manos del fondo de inversión ICG, ya es la empresa con más residencias privadas del Estado, residentes, familiares y trabajadoras explican lo que supone que las prácticas especulativas acunen la vejez de las personas.
Palestina
Palestina Egipto abre la puerta a un nuevo alto el fuego en Gaza con el visto bueno de Hamás y EEUU
A cambio de la retirada gradual de la tropas de Israel en la Franja, serían liberados cinco rehenes cada semana. El Gobierno de Netanyahu no se ha pronunciado y siguen los ataques contra población civil.
Argentina
Estela de Carlotto “Faltan todavía muchos nietos por encontrar”
Al cumplirse 49 años del golpe cívico-militar, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo dialogó con El Salto y apuntó contra el Gobierno de Milei y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que encabeza la represión de la protesta social.
Comunidad de Madrid
Fin a la privatización Un tsunami marcha por Madrid por la gestión totalmente pública de los servicios a la ciudadanía
La plataforma Tsunami por los Servicios Públicos nace este domingo para aglutinar a decenas de organizaciones sociales que quieren hacer frente al “modelo neoliberal de destrucción masiva de los derechos humanos y sociales”.
Opinión
Opinión ‘Severance’ o la decadencia audiovisual de Estados Unidos
La segunda temporada de la serie estrella de Apple TV abandona el conflicto laboral y se centra en el amor como principal eje argumental.
México
Hallazgo en Teuchitlán Crisis de desaparecidos en México: los buscadores, entre el narco y las omisiones del Estado
El hallazgo del cementerio clandestino en Teuchitlán, Jalisco, ha conmocionado a todo México. El país que vive una crisis por la desaparición de más de 120 mil personas, que en 18 años solo han aumentado frente a una pasmosa impunidad.

Últimas

Medio ambiente
Medio ambiente Galiza volve á rúa contra Altri, Greenalia e a celulosa da Xunta: o desastre natural en cifras
Espérase que centos de embarcacións e decenas de miles de persoas participen nunha manifestación este sábado na Pobra do Caramiñal, un dos concellos da ría de Arousa, onde desemboca o río Ulla, o máis afectado pola fábrica de celulosa.
Tribuna
Tribuna Carta aberta a José Soares de Pina, CEO de Altri: “Paren este proxecto que Galicia nin quere nin necesita”
Os argumentos para apoiar o que dicimos son moitos. Situaríanse nun terreo no bordo da ZEC Serra do Careón; provocarían un novo ciclo de plantación masiva de eucalipto ou de importación de países do Sur; e o máis importante: non teñen licenza social.
Sanidad pública
Aragón La Atención Primaria de Zaragoza, en huelga
Los sindicatos convocantes denuncian el ‘decretazo’ autonómico, por ofrecer más servicios a la ciudadanía sin aumentar el personal contratado. Hay convocado un segundo día de paros el próximo 31 de marzo.
Madrid
Derecho a la vivienda Consumo reclama al Ayuntamiento de Madrid que cierre y sancione los 15.200 pisos turísticos ilegales
El Ministerio de Derechos Sociales y Consumo, que dirige Pablo Bustinduy, entrega un listado de los 15.200 pisos turísticos sin licencia que operan en Madrid y pide a Martínez-Almeida que actúe contra ellos y sus propietarios.
Más noticias
Comunidad de Madrid
Represión La Policía cita a seis activistas que participaron en el escrache a Espinosa de los Monteros en la Complutense
Acusan de delito de odio a activistas que participaron en una protesta en la Facultad de Políticas contra el exportavoz parlamentario de Vox. Fueron citados por la Policía el pasado 21 de marzo, más de un mes después del escrache.
Ni hablar
Ni hablar La clase obrera no va al paraíso
La explotación se aligera con el relato torticero de la explotación y de los héroes del capital, y con la asunción íntima de que capitalismo y democracia son conceptos sinonímicos.
Opinión
Opinión Los eufemismos y el gasto militar
Los profesionales en la confección de los mensajes políticos y manipulación de la opinión pública han debido apreciar que el termino “rearme” era demasiado explícito y contundente y que podría provocar cierto rechazo.
Opinión
Opinión El último capítulo del genocidio
Israel ha comenzado la fase final de su genocidio. Los palestinos se ven obligados a elegir entre la muerte o la deportación. Lo que estamos presenciando eclipsa todos los ataques históricos contra los palestinos.

Recomendadas

Medio ambiente
Medio ambiente Milleiros de persoas enchen A Pobra do Caramiñal para berrar contra a celulosa de Altri e a mina de Touro
Unha grande multitude por terra e centos de embarcacións por mar esíxenlle ao Goberno de Alfonso Rueda que “recúe” ante o potencial desastre ambiental que sobrevoa Galiza.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Un rayo de esperanza tras cinco años de los protocolos de la vergüenza
A punto de prescribir los posibles delitos, un avance judicial abre la puerta a conocer quién decidió no derivar a hospitales a ancianos en residencias en la Comunidad de Madrid.
Medio ambiente
Oliver Franklin-Wallis “La industria de los residuos deja una cicatriz enorme en nuestro planeta”
El periodista británico Oliver Franklin-Wallis recorre en ‘Vertedero’ (Capitán Swing, 2024) las prácticas ocultas de la industria de residuos, exponiendo el papel de las grandes corporaciones, en connivencia con autoridades e instituciones públicas.
Siria
Siria Siria, de la euforia por el fin del régimen al examen de la transición
Las matanzas en el litoral sirio y las dudas acerca de las nuevas autoridades dejan atrás la alegría por la caída de al Asad y enfrían el aniversario de la revolución, el primero tras la huida del dictador.