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En un contexto de precariedad tangible en la Unión Europea, Alemania sigue siendo considerada la locomotora que tira del empleo y convierte en ocupación laboral todo lo que toca. Cada mes descienden las cifras de paro en las estadísticas que la Agencia Federal de empleo hace públicas y su 5,7 % de desempleo queda muy lejos del 17,1 % del Estado español. La pócima mágica para esta acusada bajada fue la Agenda 2010, terminada de implantar en 2005 cuando el socialdemócrata Gerhard Schröder gobernaba junto a Los Verdes.
Aunque esta obra de ingeniería para dinamitar las cifras fue aprobada por los socialdemócratas y Los Verdes, la actual canciller Angela Merkel se atribuye públicamente todo su éxito (reducción del número de parados aunque sea por considerar ‘ocupados’ a personas con trabajos de menos de 15 horas a la semana). En su programa electoral para las elecciones de este 24 de septiembre propone pleno empleo y una tasa por debajo del 3,5 %. Según las estadísticas de la Oficina Federal de empleo, los minijobs han ido aumentando desde 2003 progresivamente de 5,3 millones a los casi 7,5 actuales.
Esta reforma “roji-verde” (los colores de los partidos) fue la que legalizó los minijobs y abrió la puerta a los infra-salarios, completados con ayudas sociales que permiten a la gente poder llegar a fin de mes. Por un minijob no se puede cobrar más de 450 euros al mes y las horas se dividen entre el Salario Mínimo Interprofesional, que se aprobó en 2015 y fue revalorizado en 2016 a 8,84 Euros por hora.
Así, es perfectamente posible trabajar sólo una hora y media al día, pero el salario nunca podrá superar la frontera de 450 Euros mensuales. La ventaja para los empresarios es que la contratación y despido bajo esta modalidad es muy sencilla, sin apenas burocracia. Pero también hace que el trabajo se haya flexibilizado tanto que la inestabilidad laboral en ciertos sectores se haya vuelto sistémica.
Ocurre, por ejemplo, con el sector de la hostelería. A Bruno Icaza, migrante que trabaja como ‘minijobber’, le parece “la solución perfecta para que el Gobierno consiga mantener a la gente mansa reduciendo las tasas de paro con contratos basura. De momento ha sido mi única opción”. Uno de los handicaps de estos “mini-trabajos” es que, a pesar de tener los mismos derechos en cuanto a vacaciones pagadas y bajas laborales que los contratos corrientes, al ser vistas socialmente como ocupaciones menores o temporales, muchos trabajadores no lo saben y no se lo reclaman a sus jefes.
Con los minijobs, el empresario se ahorra pagar el seguro médico a sus empleados
“Yo sí lo sabía, pero el problema del minijob es que te hacen ese tipo de contrato para pagar menos impuestos y en algunos trabajos te ponen a trabajar el doble de lo estipulado en tu contrato y te pagan el resto en negro”, concluye Bruno. Con los minijobs, el empresario se ahorra pagar el seguro médico a sus empleados. En Alemania, donde el sistema de salud no es público, sino de tipo Bismarck (gestionado por empresas privadas), es obligatorio tener seguro médico y cuesta un mínimo de 176 euros al mes, se use o no. Muchos no lo saben y no contratan un seguro al llegar a Alemania. Pueden estar no cubiertos sanitariamente, pero posteriormente se les exigirá el pago retroactivo de esos meses que no han estado asegurados.
Ante esto, la solución que encuentra la mayoría es solicitar la ayuda social o Hartz IV. Se llama así en honor a Peter Hartz, un antiguo alto ejecutivo de Volkswagen que fue su ideólogo. El Hartz IV cubre hasta unos 950 Euros al mes, descontando lo que el propio trabajador gane. Sirve para completar minijobs, pero también para los autónomos con bajos ingresos y cubre además el seguro médico y una mínima cotización al seguro de pensiones. Para los no autóctonos es una solución transitoria mientras aprenden alemán y pueden encontrar un trabajo mejor.
Los daños colaterales de la reforma
Pero, según cuenta José Valdés, del grupo activista Grupo de Acción Sindical (GAS), “los minijobs son un agujero negro de desprotección y explotación”. El GAS se dedica a ayudar a los trabajadores a organizarse colectivamente en sus empresas y surgió como grupo de trabajo del 15M-Marea Granate de Berlín. Entre otras cuestiones, ponen en contacto a los trabajadores con los sindicatos alemanes que les corresponden por su sector.
“Los inmigrantes son especialmente vulnerables porque suelen desconocer sus derechos aquí. El círculo se cierra con la pasividad de la mayoría de los sindicatos, que han renunciado de facto a impulsar la organización de dichos empleados”, explica José. “Uno de los daños colaterales de la Agenda 2010 es la ultra flexibilidad exigida, que hace difícil la organización de los trabajadores. La rotación de personal y la dificultad para establecer lazos entre la plantilla dificultan las acciones colectivas”.
Otro grupo de voluntarios que intenta minimizar estos abusos en el trabajo es la Oficina Precaria. Concha Álvarez, que lleva más de 20 años viviendo en Berlín, relata que “antes del invento de los minijobs todos los empleados cotizaban regularmente y recibían sus prestaciones normales. No era posible que tu jefe no te pagase el seguro médico. Ahora, el complemento económico (Hartz IV), hace disminuir el número de parados oficiales, porque la gente que son parados de larga duración y lo reciben no salen como desempleados”. Cuando se cobra Hartz IV, al beneficiario de esta ayuda social se le presupone en búsqueda activa de empleo y se le presiona más que a un verdadero desempleado. Si rechaza alguno de los trabajos propuestos o falta a alguna cita con su asesor, puede llegar incluso a perder la prestación que le permite llegar a fin de mes.
Amanda Pérez también tiene un minijob. En su caso, recibe los 450 Euros legalmente y el resto de su salario en mano. “Hay gente que ha estado así por dos y tres años. El empresario se ahorra pagar su seguro, pero cuando pasa el tiempo tienen que hacerte un contrato más grande porque si no, no se puede justificar ante Hacienda no haber vivido del Estado teniendo sólo un minijob, no salen las cifras. Pero hay muchas trampas para que esto parezca real”, dice a El Salto.
Desde el sindicato Ver.di, Jan Jurczyk confirma lo ya mencionado. “Con la Agenda 2010 cada vez más personas se vieron obligadas a combinar varios minijobs para poder llegar a fin de mes. Muchos necesitan apoyo estatal permanente. Esto afecta, por encima de todo, a personas con baja cualificación o extranjeras. El resultado, como todos sabemos, serán pensiones de jubilación irrisorias que conllevarán a la pobreza en la tercera edad”. En Alemania está permitido que se trabaje hasta un máximo de 400 euros al mes a pesar de cobrar una pensión de jubilación. Es una de las salidas de algunos jubilados que no llegan a fin de mes. La otra es recoger botellas en las estaciones, para reciclarlas después y obtener una pequeña cantidad monetaria con la que hacer la compra.
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