Literatura
Uxue Razquin Olazaran, editora: “Solo queremos que nos cuenten una buena historia”

La editora navarra de Erein siempre quiso dedicarse a las letras: “El orden de las palabras, cómo haces los fragmentos, todo ello dice mucho de nosotros”. Ahora dice no a muchos manuscritos y sí a unos pocos, cita a Harry Potter y se siente como los ojeadores del clásico videojuego FIFA.
Uxue Razquin Olazaran
Uxue Razquin Olazaran, editora de Erein. Foto: Irati Iturritza

Uxue Razquin Olazaran (Iruñea, ​​1992) llegó a los libros gracias a su ama y, ahora que ella no está, la lectura es el punto de conexión entre las dos. “Durará siempre”, anuncia, y tiembla. Ahora trabaja para Erein, una editorial vasca con 45 años de historia que apuesta por el euskera, el género policiaco (y negro, que no es lo mismo), la traducción y la historia. La editora navarra siempre quiso dedicarse a las letras: “El orden de las palabras, cómo haces los fragmentos, todo ello dice mucho de nosotros”. De formación es periodista, y de hecho pasó por la redacción de Deia y su suplemento cultural, Ortzadar. Sin embargo, un diario es demasiada inmediatez para Uxue. En la misma línea, hubo un tiempo en el que reflexionó en Berria o escribió divulgación en la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU. Ahora dice no a muchos manuscritos y sí a unos pocos, cita a Harry Potter y se siente como los ojeadores del clásico videojuego FIFA.

¿Qué te decían las letras y qué te dicen ahora?
Para mí las letras siempre han sido un refugio y han significado eso: refugio. Me encuentro bien escribiendo y leyendo, refugiándome. Soy una friki de Harry Potter. Hay una cita de [el profesor] Albus Dumbledore que dice: “Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo”. Estoy con él. 

Y el periodismo, ¿qué te dice ahora y qué te decía antes?
El periodismo me dice menos de lo que debería. Entré en la carrera por la serie Motivos personales (2005), donde se mezclaban asesinatos y periodismo. Estudié Periodismo porque vi a Lydia Bosh investigar asesinatos y meterse en líos, pero en el Campus de Leioa, en la UPV/EHU, me aburrí bastante. Escribiendo sobre ciencia me he dado cuenta de lo mucho de lo que la disfruto. He tenido dos grandes maestras, Marta Macho y Uxune Martínez. En general, la inmediatez me mataba. Necesito trabajar los textos bien y no solo rellenar los espacios. 

Prefieres estar detrás de los libros.
Totalmente.

¿Cómo llegan los libros a tu vida? A mí me llegan por mi madre y por los veranos en el bibliobús, por ejemplo. 
Llegué a los libros por mi ama. Desde pequeña. Estoy muy agradecida. Me daba libertad para escogerlos. Me decía: “Si no aciertas, lo dejas”. Pero me costaba dejar un libro. Ella me ha dado muchos regalos, pero este es el más importante. Me ha regalado la fascinación por la literatura. Me la ha transferido. Ella es muy lectora, pero mis hermanos no tanto, más allá de sus trabajos. He creado un mundo dentro de mí gracias a ella. También uno físico. Una estantería llena de libros de pared a pared. Ahora que ella no está, el libro es nuestra mayor conexión entre las dos. La recuerdo antes del último ingreso, enferma y muy demacrada físicamente, baja de ánimos, sentada en mi cama, mirando la estantería medio llena: lo que había construido para mí. Estábamos emocionadísimas. Es una imagen que tengo clavada. Era su final, pero el comienzo de algo para mí. Hacíamos clubes de lectura… [se emociona, se detiene, le tiembla la voz]. Incluso después de fallecer, el libro, como artefacto, me une a ella. Esa acción de abrir la primera página. Ese amor nunca va a desaparecer.

¿Mejor editora que escritora?
Es un ejercicio muy diferente. Cuando dije que sí, ni siquiera sabía a qué se dedicaba una editora. Supuse que leería mucho y valoraría textos para su publicación. Como escritora… escribo para mí. Es parte del refugio que comentaba antes. Lo fue cuando sufrí bullying o cuando falleció mi madre. La escritura me ha acompañado con el duelo. Escribo cosas que no diría en alto, porque hay pactos. La poeta Irati Iturritza dice una cosa que, cada vez que escucho, se me sale el corazón. Ella empezó a escribir poesía tras leer a la también poeta Wisława Szymborska, concretamente el poema Un gato en un piso vacío. Ese texto le enseñó a ver la muerte desde la perspectiva de un gato. La poesía, entonces, es cuestión de perspectiva.

En cuanto a la diferencia entre escribir y editar, puedo contarte que estoy trabajando con una persona impresionante, una autora que es una joya. Cuando me envía los textos veo cosas: dónde se pierde, sus puntos fuertes, nice touch, que diría Tarantino. Yo luego intento poner en práctica mi criterio. Escribir y editar son dos ejercicios muy conectados, pero diferentes.

Nadie sabe qué hace un editor realmente. 
Hasta que no llegué a Erein no había tenido oportunidad de estar en el mundo editorial. Siempre veía las ofertas de InfoJobs en PenguinRandomHouse o en Planeta… pero este ha sido el primer contacto profesional con la edición. Me dijeron: “¿Quieres ser editora?”. Contesté: “¡Sí!”. Y luego: “¿Pero qué hay que hacer?” [risas] No hubo servilleta para el contrato, como Messi… [risas].

Decía Claudio López Lamadrid que si los editores os movierais por la codicia no estaríais en el negocio de los libros. Pero sí os da para comer, ¿no? 
Es un negocio. Más precario, quizá. Es desigual. Tengo estabilidad, afortunadamente. Me da para comer. 

“Espero no encontrarme muchas Cármenes Molas por aquí y sí muchas Cármenes que molen”

Entiendo que como lectora no te aburres. ¿O sí? Estar, no sé, cinco horas corrigiendo, releyendo, sugiriendo, debe ser agotador.
Por suerte soy capaz de diferenciar la lectura por trabajo de la lectura por placer. No descansas: pasas la mañana leyendo, releyendo. No puedes apagar el interruptor, sigues dando la vuelta a las tramas, a los personajes. Dices que no a un manuscrito y te viene el fantasma del manuscrito a molestar y decirte: “¿Estás segura de que no?”. Me pasó hace poco con una novela policiaca. No me convencía el final propuesto por el escritor. Para mí es importante la psicología de los personajes, pero no encontraba la manera de resolverlo. Les pregunté a mis compañeros, frente a un plato de lentejas. Pudimos cercar las opciones. Tener la última palabra, aunque consensuada, es guay, pero te comes la cabeza. 

Una editora no tiene por qué entusiasmarse por todos los libros, ¿no? Simplemente sabe que es bueno para la editorial.
Sería raro que me entusiasmaran todos los libros. Está claro que me entusiasman los que considero que están bien escritos en cualquier género. Depende del punto de vista, el estilo, cómo se presenta la historia. Como lectora puedes decir: “Esto no me gusta, lo dejo de leer”. Como editora debes pensar en aportar para que ese libro se convierta en un valor para el público en general. En mi tiempo libre no leo novelas románticas, pero si llega una novela erótica [risas], pero me gusta cómo está contada, bienvenida será. Tienes que ampliar mucho tu mente. Me recuerdo día tras día que debo mirar por la editorial. 

Una buena historia es una buena historia.
Es que solo queremos que nos cuenten una buena historia. Hace poco me pasó con un libro que, en ese sentido, no tenía fuegos artificiales. Era muy básico, ¡pero estaba tan bonito contado! Como cuando escuchas a un cuentacuentos, que te parece todo bien y pides que siga. ¿Por qué crees que esta historia merece la pena?  Muchas veces nos perdemos en lo que orbita. No hay entusiasmo. Quiero que se recupere ese: “Ostras, te voy a contar una cosa”. 

¿Aporta algo más que placer (o angustia) la lectura del género negro por el que apuesta Erein?
Hay que diferenciar el policiaco del negro. Pero ambos funcionan por la curiosidad, que nos mata por dentro, que no podemos aguantar. Queremos saberlo todo. La base es así de simple: querer saber quién es el asesino. Sin embargo, escribirla es muy difícil. Erein apuesta por una colección, Cosecha roja, dedicada a este género, que siempre ha sido relegado a un segundo nivel. 

Dicen que las editoriales son inaccesibles, búnkeres.
No creo que las editoriales sean menos accesibles, pero con la gran cantidad de manuscritos que llegan, se están poniendo barreras. Se abren y cierran convocatorias. Es una defensa. Hay mucha gente que escribe, sí, pero también mucha que quiere publicar. Generalizo: no hay filtros. No se pregunta si uno ha escrito algo realmente bueno. Se deja en manos de la editora. Piensan: “No estoy seguro, pero ya me dirán que no”. Más que trasladar una historia y desear que se lea, los escritores buscan lo que se produce en torno a la publicación. No tanto escribir sino poder escribir y publicar. Ruido, que hablen de ti, entrevistas. Es mi sensación, puedo estar equivocada.

“Como editora me siento en Twitter como un ojeador de partidos en el FIFA”

¿Notas respeto al sector del libro de Euskal Herria fuera de Euskal Herria? Por fin ha sido premiado un libro en euskera con un galardón nacional.
Llevo poco tiempo aquí [en el sector] y quizá mi diagnóstico no sirve para nada, pero percibo mucho respeto. Ha llegado el premio nacional para Miren Agur Meabe, se está traduciendo gran cantidad de obras. Es posible que haya que realizar un esfuerzo mayor para dar a conocer a creadores y creadoras en euskera. Hay calidad y margen de mejora. Me parece impresionante que un libro cuyo origen es en euskera llegue a otra lengua. Es un motivo suficiente para la alegría. Cuando se llega a esos escaparates da un subidón de la leche. Es superbonito. 

¿Se pueden tener debates edificantes en Euskal Herria para nutrir a la cultura? Contexto: una crítica al festival Letraheridas, que se celebra anualmente en Iruñea, por la falta de autoras que escribieran en euskera acabó siendo un embrollo de insultos, señalamientos y ambiente gris. Terminó el pasado 31 de octubre, ¿qué poso queda de aquello?
Me sorprendió mucho el revuelo con Letraheridas, se montó un circo a partir de una crítica constructiva, bienintencionada y pertinente. Por poner en situación, la escritora Kattalin Miner comentó que era una pena que el festival, feminista, no tuviera a autoras vascas en la programación, y tampoco que escribieran en euskera. Comentó también que le daba pena, pero que aún así, como le parecía un pedazo de festival, lo seguiría de cerca. Yo secundé esta opinión, vi que era un buen punto para cambiar las cosas. Lo importante del debate quedó emborronado por la reacción de la organizadora de Letraheridas, que fue desmedida. Cuando organizas un evento, o cuando editas un libro, debes prepararte para las críticas. Para avanzar son necesarios los debates y las propias críticas si se hacen desde el respeto, que es desde donde se hicieron. Nunca se descalificó. En un momento dado, me sentí muy vulnerable, sobreexpuesta. Nunca pensé que mi nombre, mi cara, llegarían a un post de la organización. Es violento que te señalen. También creo que todo esto ha sido una excepción en nuestro panorama cultural, sino, estamos jodidas. 

¿Hay muchas Carmen Mola por aquí, por el sector editorial de Euskal Herria?
Sinceramente, espero no encontrarme muchas Cármenes Molas por aquí y sí muchas Cármenes que molen. 

Se acerca Durangoko Azoka. Hordago estará. ¿Y Erein? 
Erein estará en Durangoko Azoka. Veremos cómo va todo con el cambio provocado por la pandemia. 

Qué difícil es la vida de una editorial sin ferias del libro. 
Las ferias de libros son muy importantes y Durango es el culmen de los libros de nuestra comunidad, del euskera. Durante el año hay momentos muy importantes con otros eventos pero Durangoko Azoka es nuestro escaparate, nos sirve para presentar novedades y obras de fondo. Todo esto es verdad, es una fecha importante, pero también lo es que todo está, quizá, más repartido durante el año. Esas líneas de importancia se ven difuminadas porque hay actividad todo el rato, porque estás en las redes sociales, en la web. Son los tiempos de ahora. La actualidad es otra.

“Mi madre me regaló la fascinación por la literatura”

¿A quién te gustaría leer en Erein?
Trabajar y publicar con cualquiera de las autoras vascas que tenemos ahora mismo sería un honor. Es verdad que estoy muy obsesionada con las traducciones, así que me gustaría llevar a Luisa Carnés y Marlen Haushofer al euskera. También me gustaría descubrir a una autora y hacer que, con un pequeño empujón, lo petara [risas]. Sería un sueño. 

Cada vez más personas escriben. ¿Cómo buscas nuevas voces narrativas?
Ahora estoy utilizando mucho Twitter: propongo una historia o un juego literario y eso me permite ver cómo escriben algunas personas, cómo se desenvuelven. Sé que es un tuit, pero me viene bien para fichar. Como cuando en el FIFA va un ojeador al partido… [risas]. Algunas posibles autoras que nunca han publicado empiezan en Twitter.

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