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Presupuestos Generales del Estado
La novela de los Presupuestos: ascenso ‘indepe’, Ciudadanos en cortejo y una coalición en colisión
El proyecto que busca sepultar las cuentas de Montoro contará con los votos necesarios para su aprobación pero la estrategia divergente de PSOE y Unidas Podemos ha hecho más turbulento ese camino. Moncloa juega con a dos bandas con final impredecible. ¿Táctica mediática o apuesta al choque de trenes?
En política cuando todo parece ir muy bien alguien cae en la tentación de empeorarlo, sea por ambición o por torpeza. No hace falta ser Maquiavelo para entender que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez está aprovechando la negociación por los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para ensanchar su base de apoyos, enviar un guiño al Ibex 35 y copar el centro político. A pesar de contar con los votos para aprobar el proyecto, como se demostró el otro día al conseguir 199 votos en contra de las enmiendas a la totalidad, Moncloa ha decidido hacer un camino más sinuoso y conflictivo.
Lo que está en juego no son solamente las cuentas de 2021, las más importantes en décadas debido al escudo social que reclama el pozo económico derivado de la pandemia, sino también el rumbo del gobierno de coalición. El PSOE ha profundizado el acercamiento con el Ciudadanos de Inés Arrimadas. Los puentes tendidos durante el estado de alarma siguen firmes y Moncloa quiere el apoyo de los autoproclamados liberales a los Presupuestos, sin “vetos cruzados”, como dice la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
El negocio para Sánchez es enviar una señal positiva al palco del Bernabéu, mostrarse en el centro político y esmerilar a sus aliados de izquierda que le exigen medidas más contundentes. Para Arrimadas es ganancia exhibirse como un posible amuleto del PSOE para que no quede preso de su socio de gobierno. El sueño de Albert Rivera de liderar la derecha fue truncado. Ahora el objetivo es más sencillo y sobre todo apetecible para las élites económicas: el salvavidas de Sánchez cuando quiera que se imponga el pseudo-socialismo de Nadia Calviño.
En la vereda de enfrente, el vicepresidente segundo Pablo Iglesias quiere fortalecer la mayoría progresista de la investidura y que Arrimadas sea sólo una testigo lejana. Para eso necesita el apoyo táctico —y cuenta con él— de Esquerra Republicana y EH Bildu, que por diferentes motivos también quieren oxigenar la coalición. El “cuanto peor mejor” sólo queda hoy en día para la CUP en lo que es la izquierda.
Unidas Podemos juega su propia partida contra el PNV, con quien mantienen una relación cordial pero de enfrentamiento especialmente en políticas económicas
El Presupuesto es el de mayor gasto social de la historia. Incorpora abultadas partidas para atender el mayor gasto en desempleo (25.012 millones) o el ingreso mínimo vital (3.017 millones), además de aumentar un 114% la inversión en infraestructuras y 151% en Sanidad. Esto se puede no sólo gracias a que la Comisión Europea ha liberado el techo de gasto (el déficit será del 5,2% del PIB), sino por los casi 28.000 millones de euros de los fondos de la UE y un incremento de recaudación tributaria por algunas leves subidas de impuestos al IRPF y al diésel (esta última será mínima o acabará siendo inexistente por pedido del PNV y Ciudadanos).
Los soberanistas suben a escena
La novela de los PGE ha tenido episodios importantes en noviembre de parte de Ciudadanos y de EH Bildu. En el caso de la formación de Arrimadas (10 escaños en las Cortes). Ambos partidos apoyaron el primer test legislativo del proyecto, junto a los partidos de la coalición, ERC, PNV, Más País, Compromís, Teruel Existe y Nueva Canarias. La negativa tajante vino de parte de los grupos del PP, Vox, Foro Asturias, UPN, la CUP y Coalición Canaria. Los de JxCat que responden al liderazgo de Carles Puigdemont (escindidos en la práctica de los cuatro neoconvergentes del PDeCAT) y el del BNG han advertido que sus enmiendas a la totalidad fueron una llamada de atención para que se oigan sus demandas, pero su ‘no’ podría pasar a la abstención o al voto positivo.Pero la novedad de parte de la izquierda abertzale vino de parte de su líder histórico, Arnaldo Otegi, al anunciar por radio que apoyaría los Presupuestos de no haber un cambio de profundidad en su contenido. Como es una batalla entre ‘síes’ y ‘noes’, que EH Bildu pase de la abstención al positivo suma cinco votos que hacen más fácil aún la aprobación de los PGE.
En la negociación con los soberanistas participa Iglesias, que dialoga con el presidente interino catalán Pere Aragonès y con el portavoz Gabriel Rufián
Las negociaciones con los partidos vascos merecen un apartado. Desde Podemos confirmaron a El Salto que el anuncio de Otegi no los tomó por sorpresa sino que fue una estrategia conversada, como demuestra el mensaje de Twitter de Pablo Iglesias saludando las intenciones del grupo que comanda Mertxe Aizpurua. Además, los morados también juegan su propia partida contra el PNV, con quien mantienen una relación cordial pero de enfrentamiento especialmente en políticas económicas.
“Por primera vez en el gobierno del Estado, una fuerza vasca incide en el rumbo y no es el PNV y esto ocurrió sin siquiera empezar el debate. EH Bildu se anticipa y es el referente de apoyo al gobierno de coalición al menos por unos días porque el PNV aún no formaliza su acuerdo”, señalaron desde la cúpula de Podemos.
Fuentes conocedoras de los vaivenes de la negociación recalcaron un detalle: EH Bildu pedía una reunión con Montero antes que acabara el período para presentar enmiendas a la totalidad. El Gobierno lo concede pero para diluirlo convoca también a todos los partidos. De hecho, Moncloa difunde la foto con Ciudadanos con premura pero la imagen con EH Bildu la envía cerca de la medianoche, después de los telediarios. La coalición abertzale tomó nota y comunicó un apoyo que el PSOE ya no pudo esconder.
Más modestos por su contexto político propio, los soberanistas de ERC y del PDeCAT toman nota y son funcionales a Iglesias. Los republicanos, con 13 diputados, “están entre el sí y la abstención”, aseguran desde el Gobierno, aunque entienden que los republicanos “no pueden permitirse” demostrar mucho entusiasmo. En la negociación con los soberanistas participa Iglesias, que dialoga con el presidente interino catalán Pere Aragonès y con el portavoz Gabriel Rufián. El diputado de En Comú Podem, Jaume Asens, también trata de acercar posiciones con los neoconvergentes y con los de JxCat.
El último hecho que constata la articulación entre los independentistas catalanes y vascos y Unidas Podemos fue la enmienda presentada en conjunto para evitar los desahucios hasta que termine el estado de alarma, es decir, todos y no sólo los que correspondan a afectados por el coronavirus, como es actualmente.
Quienes conocen a Iglesias saben que esta jugada es no sólo para presionar al PSOE (que rechaza la medida) sino también para mostrar más cerca aún a los socios de investidura progresistas. En la formación morada saben que habrá más medidas de presión de este estilo si el PSOE no cede. En silencio, admiten que ya está en agenda organizar reuniones con colectivos de afectados por los desahucios.
La naranja mecánica
A Clockwork Orange, la famosa novela del británico Anthony Burgess en 1962, es un clásico de las distopías del siglo XX que ponderaba el libre albedrío. La versión naranja de la política española que encarna Arrimadas encarna ambas cosas este año. La distopía para Rivera —tender la mano a Sánchez— y la decisión de elegir con libertad su nuevo y más modesto rumbo: giro al centro, muleta del partido dominante y apostar al “voto útil” que no puede captar ni el PP ni Vox.
Los de Arrimadas comparten con los independentistas algo: el rechazo mutuo. Apuestan al veto cruzado a la vez que elogian el Presupuesto diseñado por Montero y Calviño. Fuentes del grupo parlamentario afirmaron que su apoyo “dependerá de la foto final, porque es incompatible (su voto) con Bildu y ERC porque ellos no quieren la igualdad entre los españoles”.
“Lo que trata UP es que no esté Ciudadanos en la coalición de los PGE pero no por vetos sino simplemente para consolidar una mayoría con coherencia política”, dicen fuentes de la coalición
De hecho, el portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, aseguró tras reunirse con Montero que consideraba “respetadas las líneas naranjas” que ellos advertían que no iban a cruzar y que era un buen “punto de partida para ponerse a negociar”. Destacaron que la subida del IRPF será para ingresos superiores a 300.000 euros, que no se incrementaría el impuesto de sociedades y que la ministra prometió que no se aumentaría el impuesto al diésel. Curiosa coincidencia con sus rivales acérrimos del PNV.
Este acercamiento con Arrimadas disgusta a Unidas Podemos. Preguntados al respecto, desde la vicepresidencia segunda insisten en la necesidad de consolidar la mayoría de investidura: “Lo que trata UP es que no esté Ciudadanos en la coalición de los PGE pero no por vetos sino simplemente para consolidar una mayoría con coherencia política en la que haya partidos de izquierdas y nacionalistas. En la que haya políticas de escudo social y mucho diálogo territorial. Ciudadanos simplemente no representa ni lo uno ni lo otro”.
Cerca de Iglesias señalan que el líder morado esto “lo entiende perfectamente pero desde la lucha legítima está tratando que haya coherencia y ética con los partidos que hicieron presidente a Pedro Sánchez”. También constatan la “desesperación” de Ciudadanos y creen que el desenlace de todo esto dependerá de lo flexible que acabe siendo la formación naranja, pero miran con calma el juego mediático articulado por el jefe de gabinete, Iván Redondo, ya que los 35 escaños morados son irreemplazables. Un pacto que viole el acuerdo de investidura y haga ceder demasiado sencillamente haría caer el Gobierno.
Así las cosas, la bola empieza a rodar en el tablero de las Cortes Generales y además de política se hablará, cómo no, de dinero. Fuentes que participan de las negociaciones que encaran Montero y el secretario de Derechos Sociales, Nacho Álvarez (referente económico de Podemos), aseguraron que podría haber modificaciones en el Presupuesto por las peticiones sobre algunos ítems de la reforma laboral (un reclamo de Bildu), el diésel y algo relacionado con impuestos. Pero aún todo está en análisis y guardado bajo siete llaves.
Desde la Secretaría de Comunicación del Gobierno confirmaron que el objetivo de Sánchez es que la aprobación de los presupuestos “sea antes de fin de año” y creen que esos tiempos “cumplen el calendario” de tratamiento legislativo. En UP creen que es posible pero que podría pasar a enero. En esto el PSOE tiene un aliado: ERC. Cuanto más lejos sea la aprobación de los PGE con respecto a las autonómicas de Catalunya, mejor para ellos. La estrategia de Oriol Junqueras es colaborar pero sin que la CUP le coma más electorado independentista.
Le quedan seis semanas a Sánchez para cumplir su anhelo y que en las reuniones familiares de fin de año ya se pueda comentar que España tiene por primera vez en casi una década unos presupuestos que no fueron hechos por el PP.
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Una buena crónica entorno a los PGE. La izquierda real, desde dentro y desde fuera del Gobierno tirando de la brida izquierda del PSOE. Ante el panorama político del trifachito, resulta imprescindible constituir un bloque de izquierdas, reales y aparentes, para consolidar un desarrollo social y económico que beneficie a las mayorías sociales. Para que esto sea posible es necesaria la presión de la calle, la movilización de los colectivos y la presencia activa de la sociedad civil organizada.