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Servicios públicos
El ojo de la aguja: la Renta de Ciudadanía
Planteamos una reflexión acerca de la Renta de Ciudadanía, el “siente un pobre a su mesa” contemporáneo
Se aproximan los días la inevitable reposición de Qué bello es vivir. ¡Oh, la Navidad!, la época de la lágrima fácil y los gestos caritativos, que en el fondo no son más que meros recursos con los que endulzar unas fiestas destinadas al consumismo más atroz. Para no desentonar, esta tribuna está dedicada a un tema tan relacionado con la exclusión social como la Renta de Ciudadanía, pues, como indica el consejero de Asuntos Sociales, es una ayuda “destinada especialmente a los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad y a aquellos que han sufrido con mayor dureza los estragos de la crisis”.
Si cito entrecomillando es porque las palabras de Conrado Escobar por una vez no resultan banales. En efecto, la Renta de Ciudadanía viene a suplir las anteriores prestaciones de inserción económica. Es, por tanto, el auxilio para personas y familias riojanas en situación de desamparo económico; el único que recibirán por parte de las instituciones autonómicas. La Renta de Ciudadanía viene ser el ojo de la aguja: quienes no puedan pasar por él, quienes cobren un mísero salario por debajo del mínimo interprofesional, pero por encima de los 426 euros de cuantía básica de la renta –aunque hablemos también de casos de familias monoparentales–, o quienes no quieran –o no puedan– aceptar el itinerario sociolaboral que se les prescribe, se quedarán fuera, en una exclusión casi total.
A este respecto, resulta llamativo que las primeras cifras que la Consejería de Asuntos Sociales ha divulgado presenten una alta tasa de desestimación. “La Renta de Ciudadanía no es algo asistencial que se vaya a dar a todas las personas que no tengan recursos”, se justifican desde Consejería. Lo que se intuye de fondo es que, a pesar de todas las deficiencias que está generando la implementación de la Renta de Ciudadanía –retrasos de abonos, paralización de solicitudes de ayudas anteriores, dudas sobre cómo los recursos afectarán a la tramitación, indefinición de las vías de inserción, etc.–, denunciados por diferentes colectivos, encabezados por la Asociación Vecinal Madre de Dios, el problema no está en la dificultad de aplicación de una ley aprobada deprisa y corriendo, sino en las ideas y valores que animan su redacción.
Por más que la Renta de Ciudadanía haya contado con el consenso de todas las fuerzas políticas con presencia en el Parlamento, lo que garantizaría cierta pluralidad ideológica, su principio rector es característicamente neoliberal: la responsabilidad individual. La Renta de Ciudadanía se presenta como un derecho que impone como contrapartida un compromiso personal que ata al beneficiario. Sus resultados no solo no palian los condicionantes estructurales, sino que además son susceptibles de ser utilizados para constreñir cualitativa y cuantitativamente el embrolloso asunto de la pobreza. Si no figuras en la estadística de percepción de la ayuda, no cuentas.
“La ley más importante de la legislatura” de Ceniceros es, principalmente, un elemento propagandístico. Una forma de contentar a todos: por un lado muestro una preocupación social y por el otro cierro la mano, para que mi potencial electorado no piense que estoy tirando dinero público. Mientras los hay que se consuelan pensando que por lo menos el nuevo presidente tiene miras más amplias que Pedro Sanz, algunas familias buscan de qué sobrevivir.