Túnez
La amenaza autoritaria se cierne de nuevo sobre Túnez

La población tunecina se revuelve ante la deriva del presidente Kais Said a quien oposición y prensa acusan de querer acabar con la frágil democracia del país.
Kais Said
El presidente electo Kais Said, al frente del país desde el otoño de 2019.
Túnez
24 may 2022 06:00

Más de once años después de la eclosión de las llamadas Primaveras Árabes en Túnez, se volvieron a oír gritos reclamando la democracia en la céntrica Avenida Bourguiba de la capital. “¡Libertades! ¡El Estado policial ya murió!”, coreaban el pasado domingo 15 de mayo varios miles de personas convocadas por el recién creado Frente Nacional de Salvación, una plataforma que agrupa a diversos partidos y asociaciones de la sociedad civil opositores al presidente Kais Said. La manifestación tuvo lugar casi diez meses después de que Said se arrogara poderes absolutos y suspendiera la Constitución, poniendo en peligro la condición de Túnez como único país árabe con elecciones libres. 

“El presidente utiliza un discurso de odio, violento, contra la oposición. Nos encontramos con obstáculos a nuestro derecho de reunión y de manifestación. Además, por el solo hecho de criticar al presidente, uno puede terminar frente a un tribunal militar”, se quejó Jawhar Ben Mbarek, líder de la plataforma “Ciudadanos contra el golpe”, integrada en el Frente Nacional de Salvación, durante la marcha. La manifestación se desarrolló ante la atenta mirada de decenas de uniformados, que habían sellado las calles colindantes, y que identificaban a algunos de los asistentes a la manifestación. Las asociaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, han denunciado una deriva autoritaria que se ha traducido en arrestos y procesamientos arbitrarios, sobre todo de políticos islamistas. 

La transición democrática en Túnez dio un giro inesperado el pasado 25 de julio, cuando el presidente Kais Said hizo una controvertida lectura del artículo 80 de la Constitución para situar el país en un estado de excepción

La transición democrática en Túnez dio un giro inesperado el pasado 25 de julio, cuando el presidente Kais Said hizo una controvertida lectura del artículo 80 de la Constitución para situar el país en un estado de excepción. Said, un profesor de Derecho de 64 años, justificó su golpe de fuerza en la crisis sanitaria provocada por la pandemia y en el conflicto que mantenía desde hacía meses con la mayoría parlamentaria. Elegido en 2019 con más del 70% de los sufragios, este político independiente atribuía a la “clase política corrupta” la situación de estancamiento social y económico que padecía el país desde la Revolución de 2011.

“Kais Said no escucha a nadie. Ni tan siquiera se reúne con los dos partidos que le apoyan. Incluso han dimitido en los últimos meses algunos de sus colaboradores más cercanos”, sostiene el periodista Aymen Herbewi. Convencido de la necesidad de purgar el estado tunecino de “traidores, corruptos y agentes extranjeros”, a medida que pasaban los meses, ha ido acumulando poderes y desarbolando todas las instituciones independientes que podían representar un freno a su voluntad. Por ejemplo, en enero, disolvió el Consejo Superior de la Magistratura, comprometiendo seriamente la independencia del poder judicial. Y en marzo, hizo lo propio con el Parlamento, que se hallaba “congelado” desde el mes de julio.

Sin experiencia política previa —se dio a conocer en las tertulias de los platós televisivos—, Said es un político heterodoxo, difícil de definir. Los medios franceses lo catalogaron de “islamista” por su moral conservadora, mientras otros preferían la etiqueta “radical” o “populista” por su inédito proyecto político y sus vagas propuestas. “Kais Said no cree en la democracia liberal. Quiere implantar un sistema de democracia directa de base local. El problema es que no tiene los apoyos suficientes para tal cambio, y eso generará un conflicto”, advierte el politólogo Tarek Kajlawi, bien conectado con el entorno presidencial.

Pese a las llamadas a un “diálogo inclusivo” para salir de la crisis política actual por parte de EEUU o la UE, así como el todopoderoso sindicato tunecino UGTT, Said parece determinado a forzar las costuras de la política tunecina para imponer su proyecto. Tras realizar una consulta popular online, el presidente ha nombrado de forma una comisión de juristas que redactarán la nueva Constitución, que será sometida a la ciudadanía en referéndum el próximo 25 de julio.

“No hemos decidido qué haremos ante un referéndum que aún ni se ha convocado oficialmente. Pero no participaremos en ese proceso ilegítimo, más ahora que Said ha puesto a dedo los miembros de la Junta Electoral”, espeta Ben Mbarek. Para el Frente, que reúne a los dos partidos más votados en las últimas elecciones, a los islamistas de Ennahda y los populistas de Qalb Tunes, se impone la celebración de elecciones anticipadas y la restauración de la Constitución de 2014, el principal logro de la transición democrática.

Mientras Gobierno y oposición andan a la greña, buena parte de la población está más preocupada por la crisis económica y por una inflación galopante, unos problemas que se han agravado tras el estallido de la guerra en Ucrania

Según varios analistas, un actor clave en el conflicto actual será la UGTT, el sindicato más poderoso del mundo árabe y la única institución capaz de movilizar a la calle. Atenazado por las divisiones internas, hasta ahora se ha mantenido en una calculada ambigüedad. Si bien ha expresado su contrariedad por el talante unilateral del presidente, no se ha sumado a las protestas de la oposición. Otro punto de contención con Said es la firma de un crédito con el FMI, necesario para evitar la bancarrota del país. El presidente exige el apoyo de la UGTT en sus negociaciones con el Fondo, pero la central a cambio quiere poder incidir en la política económica del país.

Mientras Gobierno y oposición andan a la greña, buena parte de la población está más preocupada por la crisis económica y por una inflación galopante, unos problemas que se han agravado tras el estallido de la guerra en Ucrania. “La gente quería cambios como fuese, y por eso Kais Said era muy popular el verano pasado. Pero han pasado los meses, y nada ha cambiado para mejor”, comenta Farida, una ama de casa de un barrio popular, que se queja porque los pañales de su hijo se han encarecido un 50% en poco tiempo. Aunque las encuestas reflejan que el presidente mantiene un apoyo considerable, la semana pasada tan solo fue capaz de movilizar a cientos de personas en una manifestación de apoyo a su programa de reformas. El verano en Túnez se prevé muy caliente.

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