Opinión
Zapatos de tacón

He escuchado hablar a Loueila Mint al Mamy dos veces. La primera fue en una plaza una tarde que no paraba de llover. Llevaba tacones altos a pesar de la lluvia y nos contó que cuando era pequeña, en el campo de refugiadas saharauis donde vivía, se ponía piedras en las chanclas para construirse unos zapatos de tacón.
Nos contó que llevaba tacones porque a pesar de ser mujer, racializada, migrante y refugiada era una persona con privilegios.
Llevar tacones era para ella un símbolo que le ayudaba a no olvidar a las niñas que, como hacía ella cuando era pequeña, se los construyen con piedras en un campo de refugiadas. Niñas que no podrán optar a decidir si, cuando sean mayores, querrán ponerse unos de verdad en un día de lluvia.
Es abogada y nos dijo que sabe que sus privilegios le colocan en una situación de responsabilidad respecto a las personas migrantes, refugiadas o no, que no tienen la posibilidad de ir a vivir a otro lugar.
En un artículo de Rebeca Solnit sobre el cambio climático dice que “la esperanza es el compromiso de buscar posibilidades”. Creo que una manera de asumir los privilegios y hacer algo con ellos tiene que ver con esto
Loueila ha convertido esa responsabilidad en dedicar su tiempo a pelear por los derechos de las personas migrantes que no mueren ahogadas y consiguen llegar a España sin papeles y sin derechos.
Me pareció que no hay mejor manera de explicar qué son los privilegios y qué hacer con ellos a gente como yo, que somos privilegiadas porque tenemos la posibilidad de saciar no sólo la necesidad de pan sino también la de rosas.
En un artículo de Rebeca Solnit sobre el cambio climático dice que “la esperanza es el compromiso de buscar posibilidades”. Creo que una manera de asumir los privilegios y hacer algo con ellos tiene que ver con esto. Con que las personas que no tenemos que pasar el día pensando cómo sobrevivir dediquemos tiempo, esfuerzo e ilusión en pensar y poner en práctica propuestas, alternativas y formas de vida que indaguen en las múltiples formas que hay para no rendirnos.
Loueila encontró en los tacones que se construía con piedras en el campo de refugiadas en medio del desierto el impulso para asumir la responsabilidad de sus privilegios y usarlos para cambiar un mundo en el que, casi siempre hombres, se juntan en sus despachos a la temperatura de máximo confort para firmar leyes y acuerdos que determinan la muerte y la degradación de los ecosistemas.
La segunda vez que la escuché hablar también trató el tema de los privilegios y las responsabilidades. Cuando terminó hubo un aplauso sonoro.
Para asumir las responsabilidades es necesario buscar lugares donde agarrarse para tomar impulso. Uno de ellos pueden ser los aplausos compartidos después de que suenen voces que dicen que improbable e imposible son dos palabras distintas.
Migración
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