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Violencia sexual
Francia, de vetar el consentimiento en Europa a anunciar que cambia su Código Penal tras el caso Pelicot
“Cualquier acto de penetración sexual, de cualquier naturaleza, o cualquier acto bucogenital cometido sobre la persona de otro o sobre la persona del autor mediante violencia, coacción, amenaza o sorpresa”. Así define el Código Penal Francés el delito de “violación” en su Código Penal.
Y, en el caso de Dominique Pelicot, “no hubo ni violencia, ni coacción, ni amenaza, y por lo tanto el debate del juicio se centra en si hubo o no sorpresa”, explica Lola Schulmann, responsable de Amnistía Internacional en Francia en el área de derechos de las mujeres.
Y es que el caso de violencia sexual que ha provocado una respuesta masiva en las calles y en las redes, en el que se juzga a un hombre que drogó durante una década a su esposa para que otros hombres la violaran mientras estaba inconsciente, no es de manera clara un caso de violación según los estándares del Código Penal francés.
En Francia, las mujeres que quieran presentar una denuncia por haber sido víctimas de violación necesitan tener pruebas de alguna de esas situaciones, algo que puede explicar la bajísima tasa de denuncias de denuncias: en Francia, solo un 6% víctimas de violación, intento de violación o agresión sexual presentaron denuncia en 2021, según un estudio de Amnistía Internacional. Y eso, dice Schullman, tiene que cambiar.
Violencia sexual
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En marzo Macron y ahora el ministro de Justicia
Emmanuelle Macron, en marzo, se mostró a favor de un cambio de estas características. Schulmann pone en contexto ese posicionamiento del presidente, que hizo antes de las elecciones generales de julio de este año en las que el Nuevo Frente Popular (NFP) ganó por la mínima, sin poder evitar un gobierno neoliberal liderado de nuevo por Macron.
“Macron se muestra de acuerdo en este cambio durante un acto en torno a la Constitución en Francia, y en un momento donde Francia acababa de incluir como derecho constitucional el derecho al aborto”, explica Schulman. Pero, después de esas declaraciones, ocurrió nada.
El 27 de septiembre, con el juicio de Aviñón ya en marcha, el ministro de Justicia francés dijo estar a favor de integrar la noción del consentimiento en la definición del delito de violación. Declaró esta intención de forma muy somera: en una entrevista a una emisora de radio francesa, Didier Migaud contestó con un escueto “sí” cuando se le preguntó si estaría de acuerdo en cambiar el Código Penal.
El 27 de septiembre, el ministro de Justicia francés dijo estar a favor de integrar la noción del consentimiento en la definición del delito de violación, algo que ya había sugerido Macron en marzo
El caso de Dominique Pelicot ha creado un nuevo contexto que Schulmann entiende más propicio al cambio pese a que, explica, hay reticencias que vienen tanto de abogados como de algunas feministas. En cualquier caso “estamos cómo cada vez más personas están tomando una posición a favor de cambiar las leyes en ese sentido”.
“Existe una delegación en la Asamblea que ya venía trabajando en esta propuesta y ahora tenemos a favor al nuevo ministro de Justicia, esperamos que el trabajo que iniciaron hace meses se reanude y podamos ver cambios en los próximos meses”, explica, para que Francia se adapta al Convenio de Estambul.
19 países en Europa
La Convención de Estambul del Consejo de Europa sobre la lucha contra la violencia contra las mujeres, el tratado de referencia en la Unión Europea sobre violencia contra las mujeres, insta a los países que lo han ratificado —Francia entre ellos— a que tomen medidas legislativas o de otro tipo para penalizar cualquier relación sexual en la que no haya consentimiento dado de forma voluntaria “como resultado de la libre voluntad”.
Un total de 19 países en Europa tienen ya leyes que regulan los delitos sexuales en base al concepto del consentimiento. España es uno de ellos desde la aprobación de la Ley de garantía integral de la libertad sexual, aprobada en 2022 tras un proceso de varios años que tomó relevancia tras el caso de La Manada.
En 2018, cuando Amnistía Internacional analizó por primera vez las leyes sobre violación en Europa, solo ocho países tenían definiciones legales de violación basadas en el consentimiento. Desde entonces, 11 países más han adoptado leyes basadas en el consentimiento
El último en incorporar este cambio ha sido República Checa, con una nueva ley recientemente aprobada que será efectiva en 2025. Lo explica Mónica Costa, encargada de campañas de Amnistía Internacional a favor de los derechos de las mujeres. “En todas estas legislaciones, el eje es que la víctima ya no tiene que que probar que ha habido violencia o coacción, sino que la definición se basa en la ausencia de consentimiento”, explica a El Salto. “Sin embargo, cada legislación tiene sus propias particularidades: por ejemplo, en Alemania, que ya cambió la legislación hace ya muchos años, está enfocada a que a que la víctima tiene que decir expresamente que no quiere mantener relaciones sexuales, y en Suiza, que cambió el año pasado, la legislación también tiene este ángulo de “no es no”, mientras que otras legislaciones, como las de Suecia o España tienen más este ángulo de que si la persona no consiente expresamente se entiende que no hay consentimiento”, añade.
En 2018, cuando Amnistía Internacional analizó por primera vez las leyes sobre violación en Europa, solo ocho países tenían definiciones legales de violación basadas en el consentimiento. Desde entonces, 11 países más han adoptado leyes basadas en el consentimiento: Croacia, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Grecia, Malta, Países Bajos, Polonia, Eslovenia, España y Suiza. “Hemos visto un cambio positivo y esto ha sido posible gracias a una movilización de las mujeres, del movimiento feminista, de las organizaciones aliadas y de un cambio también de percepción de la sociedad sobre lo que es la violación, el impacto y las barreras que hay para que se pueda terminar con con la impunidad”, valora Mónica Acosta.
El giro de guion francés
“No está de más recordar que fue la resistencia de Francia, junto con la de Alemania y Hungría, la que impidió que se incorporara el tipo penal de la violación en la Directiva europea”. Así se pronunciaba en sus redes sociales esta semana la eurodiputada María Eugenia Rodríguez Palop, que conoce muy bien los debates que se han dado en las instituciones europeas hasta llegar a aprobación por el Parlamento el pasado mes de abril, de una directiva europea que aborda la violencia de género, la primera que existe con el objetivo específico de luchar contra la violencia contra las mujeres y que dejó fuera una propuesta clave: la de incluir una definición del delito de violación basado en la ausencia del consentimiento.
La aprobación de esta directiva es relevante: mientras que los tratados (como el de Estambul) solo vinculan a los países que lo ratifican, la directiva alcanza a todos los países miembros. “La posición de la Hungría de Orbán se podía entender, pero no se entendían en el caso de Alemania y Francia, que además habían ratificado el Convenio de Estambul”, explica Rodríguez Palop. “Conseguimos convencer a 13 gobiernos, pero necesitábamos un mínimo de 15: faltaron justamente Alemania y Francia”.
Pese a que la directiva incorpora la violación en la parte preventiva de la norma, servicios de atención a víctimas de violencia sexual que no existen en buena parte de los países de la Unión Europea y una cláusula que permite revisar la directiva al cabo de cinco años, para esta eurodiputada aquello fue una oportunidad perdida.
María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada: “El caso de Dominique es la gota que ha colmado el vaso y la que ha arrastrado a miles de personas a la calle; ahora Macron puede tener muy claro que su resistencia no estaba justificada”
“Hay momentos históricos en los que hay que dar un paso adelante y ese paso adelante ha de darse con las consecuencias que sean en términos electorales”, explica. Pero es que con la reacción social al caso que se juzga en Aviñón “Macron puede tener muy claro que su resistencia a la modificación no estaba justificada ni siquiera en términos electorales”, valora.
Un cambio de estas características, además, no es solo penal, sino que supone un cambio notable en el enfoque de las violencias sexuales, muchas veces interpretadas a través de los prejuicios pese a las rotundas estadísticas.
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Más allá del Código Penal
Más allá de la redefinición de la violación en el Código Penal Francés, la violencia sexual tiene en este momento la atención mediática y política en Francia, por lo que es un buen momento para poner el foco en varios asuntos, como subrayan las expertas de Amnistía Internacional.
Uno de ellos es la revictimización que supone las mujeres que denuncias. “Esto es algo de lo que no había hablado tanto hasta el caso Pelicot, que es cómo nuestro sistema judicial también puede crear más víctimas, y cómo las víctimas pueden sentir otra violencia en las instituciones policiales y legales”, dice Schulmann.
El acceso a la justicia de las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual en Francia es otra de sus preocupaciones, abordada en un informe reciente de Amnistñia Internacional en Francia centrado en las mujeres migrantes, trabajadoras sexuales y mujeres trans. “La mayoría de ellas decide no presentar una denuncia debido a la violencia que sufren nuevamente las instituciones”, explica. “Hemos visto casos de mujeres migrantes que son víctimas de violencia y van a la comisaría porque necesitan protección y acaban siendo deportadas a sus países de origen; o mujeres que se dedican al trabajo sexual y se les niega la protección porque dicen que su agresor es un cliente… hay mucho en juego para que las mujeres puedan ser y sentirse protegidas y respetadas una vez que van a una comisaría de Policía”.
En Francia, cada dos minutos una mujer es víctima de violación, tentaiva de violación o agresión sexual. Solo en un 0.6 de los casos de violación o intento de violación se produjo una condena, con dartos de 2020 comaprtidos por Amnistía Internacional en Francia.
Lola Schulmann, Amnistía Internacional Francia: “Hay un gran debate y es muy importante porque es una manera de decir que francia no está haciendo lo suficiente para proteger a las víctimas de violencia sexual en francia, especialmente a las víctimas de violación”
En Europa, los datos de referencia son los de la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA), que estiman que 1 de cada 20 mujeres (5%) ha sido violada desde los 15 años en la Unión Europea y que un tercio (31%) de las víctimas de violación ha experimentado seis o más incidentes por parte de su pareja actual.
“Una definición de violación como la de Francia genera una percepción en la sociedad de que solo es violación sin se dan estos elementos, además de perpetuar la sensación de impunidad”, valora Mónica Costa. Y es que lo más potente de un cambio en la definición de violación, dice María Eugenia Rodrígiez Palop, es que lleva aparejado un cambio de paradigma: “Lo más importante es el enfoque, el cambio de filosofía que supone incorporar la violación como ausencia de consentimiento, porque le da a la mujer una agencia que de otra manera no tiene”.
El debate está abierto en Francia pero, recuerda Lola Schulmann, no se trata solo de un debate penal: “Hay un gran debate y es muy importante porque es una manera de decir que francia no está haciendo lo suficiente para proteger a las víctimas de violencia sexual en francia, especialmente a las víctimas de violación”.