15M
Universidad frente a la crisis

Casi un año antes de que se produjeran las movilizaciones del 15M, el profesor Juan Torres hizo una convocatoria entre los docentes de la Universidad de Sevilla para hablar sobre los recortes en el sector público, de manera general, y en la universidad, de forma particular.
Profesora Titular de la Universidad de Sevilla
13 may 2021 06:00

En aquel primer encuentro, al que acudimos apenas unas diez personas a la cafetería de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, mantuvimos un intenso intercambio de opiniones sobre qué podía hacer la universidad ante la crisis que el modelo neoliberal había causado, y que se había visto agudizada desde 2008. A partir de ese momento, nos reunimos algunas veces más (no con mucho éxito de convocatoria), hasta que finalmente elaboramos el manifiesto Universidad frente a la crisis, que presentamos en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla, en junio de 2010, junto a Juan Torres (US), y los profesores Vicente Manzano (US), Rafael Gómez (UPO) y Esther Velázquez (UPO). En aquella ocasión acudieron los medios de comunicación y asistió bastante público, lo que nos sorprendió y nos hizo también intuir que la indignación popular estaba creciendo en aquellos meses previos al estallido del 15M.

El manifiesto ‘Universidad frente a la crisis’ incluía una crítica a los medios de comunicación, a los que se les pedía que se convirtieran en altavoces para el diálogo y el debate social

El citado manifiesto contenía afirmaciones que apuntaban a cómo las causas de la crisis estaban basadas en la especulación financiera y la actuación de organismos internacionales como grandes actores de la economía sistémica, al tiempo que se señalaba el deterioro de esta influencia sobre las democracias representativas. Además, prevalecía el tono de crítica general a las medidas adoptadas por los gobiernos para resolver la crisis, algo que no se lograría “sin cambiar las reglas del sistema financiero, sin acabar con los paraísos fiscales, sin vigilar y controlar a los bancos y dejando que sigan siendo ellos quienes impongan el modo de funcionar de la economía mundial.”

Resulta especialmente interesante releer ahora el manifiesto, con perspectiva y distancia, ya que también había una crítica latente a los medios de comunicación, a los que se les pedía que se convirtieran en altavoces para el diálogo y el debate social. Aunque no había una llamada explícita a salir a las calles, sí se reconocía la capacidad de empoderamiento de la ciudadanía para convertirse en protagonistas del cambio y reclamar a la clase dominante otras vías de enfrentar la crisis.

En más de ochenta países, en todos los continentes, ciudadanos sin siglas ni partidos, decidieron movilizarse contra organismos económicos internacionales, la clase política y los medios mainstream

Desde entonces, se sucedieron meses llenos de actividad y activismo, fuera y dentro de la universidad. El clamor de la gente iba en ascenso y terminó por cristalizar el 15 de mayo de 2011 en España, y fue seguido meses más tarde por otras movilizaciones como Occupy London y Occupy Wall Street. La indignación se hizo global el 15 de octubre de ese mismo año y millones de personas salieron a las calles bajo el lema “Somos el 99%” frente al 1% que representaba a la minoría dominante. En más de ochenta países, en todos los continentes, ciudadanos sin siglas ni partidos, decidieron movilizarse contra organismos económicos internacionales, la clase política y los medios mainstream. Como dijo Carlos Taibo (2011), “el movimiento que veía la luz carecía de forma orgullosa y llamativa de líderes” y “colocaba en su centro prácticas de cariz libertario”.

15M
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La universidad formó parte de las dinámicas asamblearias del 15-M para el intercambio de opiniones y la llamada a la acción a través de diferentes iniciativas

El carácter asambleario empezó a funcionar como manera de articular propuestas cívicas de contrapoder. También la universidad decidió formar parte de estas dinámicas sociales, y se crearon listas de correo como Unicrisis, que permitían el intercambio de opiniones y la llamada a la acción a través de diferentes iniciativas. De esta forma, al inicio del curso 2011/2012, universidades como la UAM realizaron llamadas a la movilización a profesores, personal de administración y estudiantes con el eslogan “Toma el Campus. Sus organizadores se definían como ente participante del 15M y afirmaban que era “necesario luchar para defender la universidad pública, la educación sin discriminaciones y la investigación de calidad al servicio de la sociedad”. Mientras, en la Universidad de Granada se organizaba lo que llamaron un acto reivindicativo alternativo a la inauguración oficial del curso a través del que se pedía “una universidad más democrática, transparente en sus proyectos, con debates abiertos y asamblearios”.

En Andalucía, el comienzo de aquel curso coincidió con la inminente aprobación de la nueva Ley autonómica de Universidades, lo que llevó a paros, movilizaciones y al encierro de 300 alumnos en el Rectorado de la Universidad de Sevilla. Además, las reivindicaciones se dirigieron también contra la subida de tasas y la reforma laboral realizada por el gobierno socialista. El mensaje central que articulaba todas las protestas insistía en la creciente privatización de la universidad pública, su mercantilización y la continua precariedad para el profesorado. La actividad durante aquellos meses era incesante y, en diciembre de 2011, se presentaba econoNuestra, plataforma formada por profesores e investigadores interesados en “en ofrecer una mirada distinta de la crisis económica y social y promover un diálogo entre la “academia” y el movimiento 15M”.

Fue nuestro particular mayo del 68 y, como entonces, pedimos lo imposible

Diariamente se intercambiaban impresiones entre los docentes movilizados, o se proponían firmas de documentos como el Manifiesto Europeo de los Sindicatos de la Investigación y de la Universidad para salir de la crisis, o actos alternativos de protesta como dar clases en las calles. Y, un año después, llegó la firma de otro manifiesto, esta vez dirigido contra el Real Decreto-ley 14/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo y la exigencia de la dimisión del ministro José Ignacio Wert.

Poco a poco, la lista de Unicrisis se fue diluyendo hasta que terminó su actividad en el verano de 2014. Después de los años que han pasado, compruebo la intensidad de aquellos momentos, la creencia de que el cambio era posible y que profesores y alumnos teníamos mucho que decir y hacer para proteger la universidad pública, pero también para proponer un modelo social y económico diferente. Fue nuestro particular mayo del 68 y, como entonces, pedimos lo imposible (Marcuse). La realidad se encargó después de dejarnos cierta herencia reflexiva, pero el mismo sistema depredador.

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