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Actualidad africana
La influencia de las antiguas y las nuevas potencias se renegocia (y se apoya en la desinformación)
Puede que solo sea un paso más y a estas alturas, quizá sea incluso esperado. La antigua influencia de Francia en Sahel se está diluyendo irremediablemente y ese no es un proceso que acabe de empezar. Pero, en momentos en los que aumenta la tensión, se visualizan además las estrategias paralelas como la desinformación que acompaña a este pulso. En Senegal, la temperatura del discurso político alcanza cotas poco sostenibles. “O nos mata o lo matamos”, llegó a decir el principal candidato opositor en referencia al actual presidente, en un mitin multitudinario. Y aún queda más de un año para las elecciones.
Ultimátum a las tropas francesas en Burkina Faso
El sábado 21 de enero se extendió, a través de las redes sociales, una información atribuida a la junta militar burkinesa y supuestamente distribuida por medios oficiales, por la cual se anunciaba la cancelación del acuerdo de cooperación militar de Burkina Faso con Francia y se reclamaba la salida de las tropas galas del país del Sahel en el plazo de un mes. Las conversaciones en los canales digitales se nutrieron de esas informaciones inciertas y durante unos días se mantuvo una cierta confusión en torno a su veracidad. Incluso el presidente francés Emmanuel Macron reclamó prudencia ante la falta de una confirmación por parte del propio gobierno militar. Sin embargo, las dudas se disiparon el lunes, cuando el portavoz del ejecutivo burkinés, Jean-Emmanuel Ouédraogo, ofreció una entrevista en la RTB, la televisión pública del país, en la que ratificó punto por punto las primeras informaciones e insistió en la salida del contingente francés, conocido como fuerza Sabre, del territorio burkinés.
No es la primera ocasión en la que informaciones de cierto calado aparecen en primer lugar de una manera aparentemente informal y que solo después de algunos momentos de maduración en la opinión pública son asumidas con total naturalidad por parte de las autoridades burkinesas. Este último episodio se produjo además en el marco de una nueva ola de manifestaciones en las calles de Ouagadougou en las que se reclamaba explícita y categóricamente la repatriación de los militares francés y el cierre de las bases galas en el país.
Francia parece haber aceptado la retirada de los 400 soldados de las fuerzas especiales que mantenía en suelo burkinés, y de hecho inmediatamente se ha empezado a hablar de la nueva estrategia de la presencia gala en la región
Después de algunos previsibles cruces de declaraciones, Francia parece haber aceptado la retirada de los 400 soldados de las fuerzas especiales que mantenía en suelo burkinés, y de hecho inmediatamente se ha empezado a hablar de la nueva estrategia de la presencia gala en la región. El traslado de esos soldados desalojados de Burkina a Níger parece que se trabaja como la solución más inmediata a la espera de otros cambios más profundos. Este último episodio confirma la tendencia del arrinconamiento de la influencia francesa en esta área de África Occidental, sobre todo a partir de la expulsión más abrupta del contingente galo en Mali, que además era un gesto mucho más simbólico ya que sextuplicaba el número de efectivos desplazados a Burkina Faso.
La ruptura de ciertos vínculos, aunque en el caso burkinés no se ha hablado de la interrupción de las relaciones diplomáticas, como sí pasó en Mali, se relaciona con la intensificación de las relaciones de estos países con Rusia y, sobre todo, con su apoyo militar a través de los efectivos del controvertido grupo Wagner. Precisamente, la conversación en redes sociales de la medida de la junta militar burkinesa ha coincidido con la difusión de unos vídeos especialmente simbólicos. Se trata de unos vídeos de animación que circulan por Facebook y Twitter. En uno de ellos, el que se ha transmitido más intensamente en la plataforma de microblogging se puede ver a un soldado maliense (con un gran parecido con el presidente, el coronel Assimi Goita) que lucha contra un ejército de esqueletos marcados con la bandera francesa y cuando se encuentra más en apuros, aparece un mercenario del Grupo Wagner que le ofrece armas y su apoyo para vencer la amenaza que, según el discurso, intentaba apoderarse del país. Ambos van después a ofrecer su ayuda a un soldado burkinés (con gran semejanza física con el presidente, el coronel Ibrahim Traoré) que se está defendiendo de una serpiente gigante con los colores del Hexágono. De nuevo, las armas y el apoyo del mercenario de Wagner y el soldado maliense, permiten un éxito, cuyo siguiente paso, según el guion del vídeo es Costa de Marfil.
La propaganda rusa se hace cada vez más intensa y más agresiva y, por ejemplo, la analista Niagale Bagayoko ha recordado en los últimos días, como se difunden bulos e incluso teorías conspiratorias en torno a la actividad francesa en el Sahel que, a pesar de ser aparentemente descabelladas, van influyendo en el estado de opinión de las sociedades de la región.
Sigue aumentando la tensión preelectoral en Senegal
Todavía falta más de un año para la celebración de las elecciones presidenciales en Senegal, pero la tensión de la actualidad política aumenta a un ritmo que será difícilmente sostenible. El reto de los próximos comicios ha generado un nivel de compromiso prácticamente tan elevado como el de crispación. Al propio objeto de la elección, el control del sillón presidencial se suma, en esta ocasión, un reto añadido y es la amenaza de que el actual presidente, Macky Sall, intente hacerse con un tercer mandato. Se trata de una opción que la Constitución prohíbe expresamente, de manera que si Sall lo intenta es probable que lo haga tensando peligrosamente las instituciones del Estado y la salud de la democracia senegalesa.
Con este pulso, como telón de fondo, son momentos de aspavientos, gesticulaciones y grandes discursos. En todo caso, esa crispación ya han producido consecuencias, como la agresión a la diputada de la coalición gobernante Amy Ndiaye Gniby o la reciente prohibición de una manifestación convocada por diversas organizaciones sociales y partidos de la oposición para alertar sobre irregularidades en la gestión de los fondos anti-Covid. Al mismo tiempo que Macky Sall evita pronunciarse abiertamente y de manera inequívoca sobre su participación en las elecciones, el discurso de los políticos de la oposición y, en especial de Ousmane Sonko, el aspirante con más apoyo social, sube de tono.
El pasado 22 de enero, el principal candidato de la oposición para la presidencia de Senegal, Sonko y el Pastef, el partido que lidera, dieron una muestra definitiva de decidida apuesta. El aspirante se dio un auténtico baño de multitudes en la periferia de Dakar
El pasado 22 de enero, Sonko y el Pastef, el partido que lidera, dieron una muestra definitiva de decidida apuesta. El aspirante se dio un auténtico baño de multitudes en la periferia de Dakar. Ante un público masivo y enfervorecido Sonko ofreció el tono en el que se desarrollará esta larguísima campaña electoral: “Fui a visitar la tumba de mi padre en Ziguinchor. Después, fui a pedirle a mi madre que rezara por mí. Ya he hecho mi testamento y estoy listo para enfrentarme a Macky en todos los frentes. Si no retrocede, o nos mata o le matamos", aseveró Ousmane Sonko. Caída la noche, las imágenes del mitin iluminado con las linternas de miles de teléfonos móviles se ha convertido en un símbolo de esa fuerza. El candidato y su comparecencia en las elecciones está amenazada por un complicado juicio en el que debe responder por una acusación de violación y amenaza de muerte. Una amenaza que ha movilizado más a sus simpatizantes y que apuntala su narrativa de líder político perseguido y censurado.
Una lucha diplomática sobre la deuda externa
La deuda externa de los países africanos ha sido tradicionalmente un asunto controvertido, cargado de matices y, sobre todo, de desigualdades y de abusos. La sombra de la deuda ilegítima u odiosa provocada por las decisiones de gobernantes poco democráticos en provecho, a menudo, de instancias del Norte global y el lastre del servicio de la deuda al que no se ha encontrado una salida razonable y sostenible y que no hipoteque el futuro de los países, marcan la visión de esa obligación, pero también los mecanismos de denuncia y resistencia de las organizaciones sociales. Ahora mismo Zambia es el escenario de un intento de repensar esa deuda.
El país fue el primero en verse obligado a suspender el pago de algunas de sus obligaciones durante la pandemia e inauguró un ciclo que amenazaba con llevar a la quiebra a muchos otros estados del continente. En ese momento, China, que es el principal acreedor de varios de esos países, anunció una estrategia amplia para facilitar la reestructuración de la deuda, con lo que mejoró considerablemente su posición diplomática. Pero esa fórmula no ha terminado de llegar por diferentes motivos. En los últimos tiempos, China ha pedido que la deuda de acreedores particulares se incluya también en esos planes, lo que incrementa las dificultades. Paralelamente, el Fondo Monetario Internacional ha elogiado las medidas tomadas en Zambia para salir de sus dificultades y ha pedido comprensión y compromiso a los acreedores.
En el escenario de Zambia, el FMI y China negocian cómo el país va a tener que continuar devolviendo los préstamos recibidos; al mismo tiempo, se está librando un pulso por la influencia internacional; pero también podría ser un primer paso para la redefinición de esas obligaciones.
Alarmas por ataques a los defensores de los Derechos Humanos
En los últimos días, las denuncias públicas por los asesinatos del ruandés John Williams Ntwali, el suazi Thulani Rudolph Maseko y el camerunés Martínez Zogo han llamado la atención sobre la vulnerabilidad de los defensores de derechos humanos en África. El periodista y activista Jeffrey Smith ha transmitido la gravedad de esa acumulación de ataques en varios mensajes: “La semana pasada, en un plazo de 72 horas, tres de las luces por la libertad más brillantes de África fueron asesinadas: John Williams Ntwali ( #Rwanda ), Thulani Maseko ( #eSwatini ), Martínez Zogo ( #Cameroon ). Mis pensamientos sobre el impacto y sus legados publicados en The Africa Report”, decía en uno de esos mensajes.
Los crímenes se produjeron, o al menos se conocieron, el 20, el 21 y el 22 de enero. Primero fue la noticia de la muerte de John Williams Ntwali, un periodista crítico que se había convertido en una de las voces más incómodas de Ruanda, donde cada vez quedan menos disidentes libres o vivos, a pesar de la imagen internacional que Paul Kagame proyecta. Ntwali murió en un accidente de tráfico que no ha sido esclarecido. Las sospechas están tan extendidas que un centenar de organizaciones de la sociedad civil han reclamado una investigación independiente para aclarar los detalles del siniestro. Entre ellas se encuentran Human Rights Watch, Committee to Protect Journalists o incluso la UNESCO.
En los últimos días, las denuncias públicas por los asesinatos del ruandés John Williams Ntwali, el suazi Thulani Rudolph Maseko y el camerunés Martínez Zogo han llamado la atención sobre la vulnerabilidad de los defensores de derechos humanos en África
El 21 de enero, Thulani Rudolph Maseko fue asesinado a tiros en su casa durante la noche, en presencia de su familia. Maseko era un conocido abogado defensor de los derechos humanos y uno de los más destacados opositores a la monarquía absolutista de Esuatini. Muchos observadores han señalado la relación entre el asesinato del activista y la efervescencia prodemocrática que vive el país y que está siendo duramente reprimida por el régimen.
El último de esa macabra serie ha sido el periodista camerunés Martínez Zogo, cuyo cuerpo fue hallado en un arcén con evidentes signos de violencia y en estado de descomposición. Zogo había desvelado escándalos de corrupción a través de la radio que dirigía y su asesinato ha sido ha sido condenado tanto por organizaciones de los derechos humanos como por diversos estados europeos. Algunos consideran que se trata de un mensaje claro para la prensa crítica del país.
La cara oculta del relumbrón digital
El titular de una investigación exclusiva del periodista Billy Perrigo para la revista Time es suficientemente clarificador: “OpenAI usó trabajadores kenianos por menos de 2 dólares por hora para hacer que ChatGPT fuera menos tóxico”. La interpretación de la noticia es todavía más ilustrativa. ChatGPT es posiblemente uno de los desarrollos tecnológicos más deslumbrantes del momento, para los medios y el discurso más ligero es la demostración del potencial de la tecnología y cómo el mundo entero a su alrededor tiene que adaptarse (la educación o la comunicación, por ejemplo). Y también es uno de los ejemplos de lo lucrativos que pueden llegar a ser los negocios digitales. Sin embargo, la realidad es mucho más mundana. Esa pretendida inteligencia artificial es una secuencia de comandos construida por seres humanos que requiere a otros seres humanos para moldearla y entrenarla y, como ha ocurrido en muchos otros contextos históricos esos seres humanos que sostienen las innovaciones tecnológicas, los que hacen el trabajo sucio, acostumbran a desarrollar su labor muy lejos del glamour, y en muchas ocasiones en países del Sur global.
Ciencia ficción
PAN 05x06 Desamores Digitales, ChatGpT y Divulgación de la Ciencia Ficción con Gisela Baños
Cuando ChatGPT fue adquiriendo popularidad y empezó a ser diseccionado, comenzaron a aparecer algunas carencias y ciertas limitaciones, entre ellos un riesgo potencial (debido a sus antecesores) de reproducir sesgos. Para evitarlo los desarrolladores incorporaron una especie de detector de contenidos tóxicos, pero ese detector también debía ser entrenado, precisamente, con esos contenidos tóxicos. El reportaje señala que trabajadores kenianos que cobraban entre 1,32 dólares y 2 dólares la hora, se encargaron de ese trabajo. No es la primera ocasión en la que el lado oculto de la innovación tecnológica, los trabajos más grises imprescindibles para sostener esos desarrollos se apoyan sobre trabajadores kenianos a precios ridículos, como ya se ha denunciado en el caso de la moderación de contenidos de algunas plataformas de redes sociales. En algunos casos, la economía digital ha mostrado su escasa originalidad, al reproducir dinámicas que hunden sus raíces en el colonialismo.
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Mientras Africa siga siendo una neocolonia al servicio del gran capital, nada va a cambiar. En las décadas de la Guerra Fria las potencias occidentales asesinaron a todos los líderes populares. Y a día de hoy, detras de esos dictadores y gobiernos corruptos están los intereses de grandes corporaciones, que saquean sus recursos, explotan a su población y la dejan sometida a un pago injusto de la deuda. África sigue controlada muy estrechamente para impedir cualquier tipo de desarrollo local y democrático.