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Actualidad
Podemos: del repliegue al peronismo
“Hay pues una verdad inesperada en la vieja sabiduría
cínica de la Unión Soviética: ¡miente como un testigo!”
(Slavoj Zizek: Órgano sin cuerpo)
Cuando no funcionaba el eje derecha-izquierda, sino el supuestamente más revolucionario de arriba-abajo, la cultura digital de Podemos trenzó una alianza electoral con la analógica de Izquierda Unida (IU) que fracturó a la formación rojiverde.
La idea inserta en la propuesta de Pablo Iglesias era pasar por la izquierda al PSOE, convirtiéndose en la auténtica socialdemocracia capaz de atraer a las clases populares golpeadas por la crisis.
No obstante, la estrategia diseñada por los profesionales de la ciencia política que integran la dirección del partido morado se saldó con un estrepitoso fracaso. Las urnas arrojaron un veredicto por lo demás ya augurado por los menos doctos. Al día siguiente de las elecciones se comprobó que el híbrido Unidos-Podemos (UP) se había dejado en el viaje más de un millón de votos.
Con semejante tasa negativa de retorno de la inversión realizada en esa apuesta con las huestes de Alberto Garzón, el pablismo ha decido enrocarse para intentar renacer, pasando del sorpasso estratégico al repliegue táctico, en línea con el peronismo práctico que asegurar profesar el secretario general. Así las cosas, la foto de la reconciliación con el intrigante Íñigo Errejón es solo un paripé para hacer un control de daños respecto a la operación abordaje diseñada por Carolina Bescansa. Con un colofón igualmente churrigueresco, porque la elección de la “pérfida” Tania Sánchez es un bofetón a la memoria de un sector de IU en la Comunidad de Madrid. Aquella militancia que probó la pócima de la división fratricida que escanciaba machaconamente la camarada del “no es no” para venderse cara, cuando aún era pareja del líder desde la equidistancia partidista.
Ahora, haciendo de la necesidad virtud, Iglesias vuelve grupas y proclama que el partido emergente concurrirá a los comicios locales, autonómicos y europeos de 2019 con su ADN original. Se cancela así, en principio y salvo sorpresas, el idilio con las gentes del coordinador federal de IU que apostaron por la confluencia con la startup política más codiciada del momento. Pero hoy ya nada es igual. Ni Podemos está en el primer puesto en intención de voto, ni Izquierda Unida acaricia su refundación en las ubres de unas siglas que se presentaban como herederas del espíritu más hacendoso del 15M. Y por no haber ya no queda ni perspectiva de abordar el pretendido desbordamiento plurinacional con las confluencias probeta (desde Compromis a las Mareas), cada vez más sentidamente emancipadas de su cordón umbilical. No Logo.
Un fiasco anunciado si se tiene en cuenta que los sondeos advertían sobre los desperfectos provocados por esa íntima incompatibilidad. En la letra pequeña de las principales encuestas se revelaba una severa disfunción entre la calificación ideológica que otorgaban a Podemos sus potenciales votantes y la que ellos se concedían a sí mismos.
Si bien a Podemos le situaban en el espacio de la izquierda radical, sus simpatizantes solían declararse de centro y de centro izquierda (Metroscopía. 11/01/2015).
Conflicto y antinomia que los dos principales protagonistas airearon ex ante y ex post de su narcisista proceso de acoplamiento. Así, mientras Garzón afirmaba que “Podemos ha aceptado gran parte del discurso de la derecha” (El País. 14/12/2015), su entonces compañero de fatigas Iglesias sostenía: “Podemos es un partido que tiene rasgos peronistas” (El País. 13/06/2016). Todo ello en el marco de una operación política de altos vuelos para alzarse como alternativa de gobierno, cocinada por expertos en asuntos demoscópicos, para más inri.
Cabe especular si la opción oportunista (hubo cálculo coste-beneficio) que puso en marcha el gran timonel de Podemos tenía segundas vueltas. Es decir, cabría la posibilidad de que en una primera fase se pretendería tentar a la suerte conjurando los malos augurios que los estudios estadísticos arrojaban. Y que en la segunda, si la coalición derrapaba como terminó pasando, se activaría una especie de OPA fría sobre cuadros y votantes de la cuarteada IU. Todo ello en la estela de lo que a comienzos de la Transición ocurrió con el pacto entre PSOE y PCE para los ayuntamientos democráticos (luego reproducido con la integración de Nueva Izquierda (NI), y ahora sospechado con la oferta a Manuela Carmena para encabezar a los socialistas para el ayuntamiento en 2019). Incubadora política que, poco tiempo después, serviría al felipismo para atesorar antiguos cargos comunistas con que reforzar sus flacas estructuras de poder.
El resultado en uno y otro caso es una trama de canibalización político-ideológica a plazos, el primero vivido como tragedia (compañeros de viaje al revés) y el segundo como farsa (la izquierda sucumbiendo ante el fuego amigo).
Eso es lo único que queda por escrutar tras la decisión de Podemos de ir con su propia marca a las urnas en el inmediato futuro, lo que supone en la práctica dejar en barbecho el emparejamiento con Izquierda Unida, embrión de una fantaseada unidad popular, y posiblemente dictar su sentencia de muerte al quedar reducida a su inmersión en el partido morado o ser víctima del abrazo del oso de un PCE cada vez más residual. Clausurada, pues, la aventura de la hipotética remontada, y tras la deflagración de la querella catalana, Pablo Iglesias sabe que su círculo de influencia orbita entre votantes de sesgo centralista, y por tanto moderado. De ahí que se haya negado siempre a incorporar en su papeleta electoral el término “izquierda” (el mismo borrado genealógico que están perpetrando los populismos fachas) y ahora apostate de IU como a la chita callando lo ha hecho de la ex radical Syriza (Podemos solo ha renovado amistad con Francia Insumisa de Mélenchon y con el neoperonismo de la señora Kirchner). Y esto acontece mientras se consolida como recambio conservador el sorpasso de Ciudadanos, ese espécimen flotante que representa la antítesis del proyecto asumido por el primer Podemos como baluarte de la cara pragmática e institucional del 15M. ¿Por las virtudes de la derecha o por las incompetencias de la izquierda?
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Este articulo necesita una letra mas para definir perfectamente a la izquierda tricornio. La "s" en No LogoS.
Rafael, tu "No Logo" es devastador. El Rey "republicano" está desnudo.
"Y por no haber ya no queda ni perspectiva de abordar el pretendido desbordamiento plurinacional con las confluencias probeta (desde Compromis a las Mareas), cada vez más sentidamente emancipadas de su cordón umbilical. No Logo. "
Genial. Todavía me estoy riendo con el "No Logo". Lo tomo prestado para hacer camisetas.
Al menos Iñigo intento asaltar los Pablos con un empowerment digno de un yesyucanner.