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Congreso de los Diputados
Una legislatura contra el mal de hartura
La legislatura da comienzo con la entrada de Vox en la Mesa del Congreso. El acuerdo PSOE y Unidas Podemos sigue en el aire.
“Todas las familias felices” es una reflexión de Ursula K. Leguin que refuta uno de los comienzos más reconocidos de la literatura universal. “Todas las familias felices se parecen; las familias desdichadas son desdichadas a su manera” es el arranque monumental de Ana Karenina, de Leon Tolstoi. Una frase que Leguin, admiradora de Tolstoi, refuta en su corto artículo. Tampoco las familias felices se parecen.
Las novedades se suceden en el principal escenario de la política nacional. Hoy, sesión de investidura. Comienza la XIV legislatura. Javier Zamarrón, presidente de la mesa de edad del Congreso pide perdón por la legislatura desdichada, la número XIII. No se formó Gobierno. No estuvo cerca, siquiera, y la desgana en la que transcurrieron los meses desde abril a septiembre aceleraron el mal de hartura de capas significativas de la población.
Mal de hartura: caldo de cultivo para el crecimiento de Vox. Hartura de Albert Rivera y sus teorías crispadas. Hartura de Pedro Sánchez y su suerte —el candidato socialista perdió su baraka en los meses de octubre y noviembre—. Hartazgo de la izquierda española, dinamitada desde dentro en enero del 19. Hartos, unos de otros, la izquierda española y las izquierdas vasca y catalana. Más hartazgo y más abstención. Motivos para que el diputado de trazas decimonónicas pida disculpas. Motivos para que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quieran pasar cuanto antes la página de la investidura.
La legislatura que ha dado comienzo hoy en el Congreso antes que feliz es la oportunidad para que el hartazgo no incremente el capital político de la extrema derecha
2019 ha sido un año de riesgos para el PSOE, una apuesta fallida, con resultado de hundimiento, para Ciudadanos. No ha sido posible cabalgar el bloqueo, traducción al lenguaje electoral del hartazgo. Solo lo han conseguido embridar quienes han entendido que en el hartazgo había material para la construcción de una subjetividad de apariencia ganadora. Vox, el partido de los machos enfadados con todo. El partido saludado por Steve Bannon, el puto amo del hartazgo.
Ha sido la principal incógnita de la mañana: saber si una de las cuatro vicepresidencias de la mesa iba para Vox. Premio para Ignacio Gil Lázaro, un antipolítico de la factoría Vox: lleva desde 1982 en el Parlamento. En 2018 dio el paso del PP al partido de Santiago Abascal y se puso la chaqueta antiestablishment. Hoy regresa a la Mesa del Congreso, en la que ya estuvo cuando era parte del establishment.
ESPERANDO A LOS BÁRBAROS
Las legislaturas felices, de haberlas, tampoco se parecerán entre sí. La XIV, “la esperada” para la izquierda española, ha comenzado que la desdichada decimotercera legislatura: con la elección de Meritxell Batet como presidenta del Congreso. La mesa estará dominada por el centro-izquierda, que cuenta desde las 13.40 con dos vicepresidencias y con tres de las cuatro secretarías. El diputado Javier Sánchez Serna, de Unidas Podemos, ha aprovechado la división de voto entre Ciudadanos, Partido Popular y Vox para auparse a una de las secretarías de la mesa.Las bases socialistas y las de Unidas Podemos en sus distintas acepciones confían en que el periodo que comienza hoy concluya en el primer Gobierno de coalición desde la interrupción de la democracia en España de 1939. El voto positivo o la abstención de Esquerra Republicana de Catalunya en la sesión de investidura que Batet fijará cuando reciba las órdenes pertinentes de Pedro Sánchez, debe desencadenar esa legislatura largamente esperada —también temida— por lo que se ha dado en llamar la izquierda española.
Referente de Anticapitalistas, Raúl Camargo, comentaba ayer en su cuenta de Facebook la noticia de que Podemos y PSOE han llegado a un acuerdo para promover una política económica que “calme” a los llamados “inversores”. El exdiputado autonómico resumía la expectación negativa ante un pacto frágil, en el que Unidas Podemos corre el riesgo de ser asimilado y neutralizado por el poder.
La experiencia de Syriza, la más infeliz de las buenas noticias generadas en el espacio de la izquierda no socialdemócrata en Europa, es el ejemplo triste que pende sobre la legislatura del Gobierno de coalición. Pese a que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha prometido que su mandato no será guiado por la austeridad, aunque se suaviza el enfrentamiento entre los halcones financieros alemanes y el Banco Central Europeo, la legislatura comienza con otro mal presagio: la creación de empleo se ha estancado. Se crean trabajos precarios y temporales, y se están creando menos. Cualquier dato negativo será achacado a la desconfianza respecto a la llegada de Unidas Podemos al Consejo de Ministros.
“Con los poderes económicos, con algunos, se podrá negociar más que con otros, porque el proyecto que nosotros estamos planteando es perfectamente compatible con la economía de mercado, poniéndole algunos límites más, que en el fondo al final repercuten positivamente en la capacidad de consumo de una sociedad. Pero tenemos una derecha política y mediática absolutamente echada al monte”. Estas declaraciones de Pablo Iglesias en abril, pocos días antes de las elecciones generales, quedaron en suspenso en el tiempo del bloqueo.
Hoy funcionan para conocer los límites del Gobierno de coalición, esperado, amenazado, y quizá insuficiente cuando se desencadene la próxima tormenta financiera. De seguro será insuficiente sin una movilización que defienda los escasos diques que han resistido la austeridad. De seguro —espíritu Syriza—, eso tensará más la relación de Unidas Podemos con los sectores movilizados. Es lo que Leguin justifica como “el coste y la complejidad enorme de esa 'felicidad', el hecho de que dependía de una subestructura de sacrificios, represiones, secretos, elecciones o renuncias, oportunidades que se aprovechaban o se dejaban pasar, momentos de sopesar males mayores o menores”.
Los gobiernos felices no se parecen, y es posible que no existan. La legislatura que ha dado comienzo hoy en el Congreso antes que feliz es la oportunidad para que el hartazgo no incremente el capital político de la extrema derecha. Y no es poco.
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Prolongar la puta agonía de un sistema fallido con complicidad y alevosía... ¿Qué podría salir mal?
PD: Solo recordar que al menos en Italia (ilustres innovadores de la Berlusconización de las sociedades de la posverdad) derrotaron al fascismo y fueron capaces de operar la 'Tangentópoli', mientras por estos lares la Mafia del 78 opera con total impunidad.