We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Opinión
Vive la France
Contra todo pronóstico, la victoria del NFP dio un vuelco en la segunda vuelta de las Legislativas francesas que casi nadie había previsto. El resultado generó muchas dudas sobre la gobernabilidad del país, pero arrojó una certeza incontestable: la derrota de la extrema derecha a manos de la movilización del electorado de izquierda.
Una vez más la cultura política de nuestros vecinos no nos defraudó y supo identificar qué es lo que se tiene que hacer ante una situación de alarma y dónde están las prioridades. Francia, la cuna de nuestra civilización moderna y de los valores republicanos volvió a estar a la altura y volvió a darnos una lección con un match point decisivo para el futuro inmediato de la construcción europea.
Sidecar
Sidecar Victoria aplazada de la izquierda francesa
La victoria de la RN de Le Pen hubiera podido hacer que la balanza de la Comisión Europea basculara peligrosamente hacia la extrema derecha, al haber otorgado a esta capacidad de bloqueo en algunas de sus decisiones. Sin embargo, solo se ha conseguido una parte del objetivo, sin duda el más urgente, frenar el paso a la extrema derecha. La batalla por la conformación de Gobierno nos dará una pista sobre si se avanza en la dirección de conseguir el segundo objetivo, el más importante, derogar las políticas que han auspiciado el crecimiento de los seguidores de Le Pen y establecer un programa de gobierno que de respuesta a los problemas estructurales que padece la clase trabajadora.
Porque este es el problema de fondo. Intento aproximarme al auge de la extrema derecha en nuestro mundo occidental, desde Estados Unidos a Turquía, pasando por Argentina, Italia, España o ahora Francia, como un síntoma del fracaso del neoliberalismo para dar respuesta a los problemas de nuestro tiempo, cuya mayor expresión son la polarización y la fragmentación de la sociedad. El neoliberalismo, no solamente como modelo económico, sino también como todo un sistema de creencias que configura un modelo cultural y de pensamiento hegemónicos que encumbra el individualismo y desprecia cualquier expresión de lo colectivo basada en la solidaridad y la cooperación, ha roto el contrato social que fundara las democracias liberales después de la II Guerra Mundial, cuyo exponente fue el Estado del Bienestar europeo.
Francia
Elecciones en Francia Las urnas dan la victoria a la unión de las izquierdas y frenan a la extrema derecha
En ese sentido, y volviendo a Francia, Macron encarnó todos esos valores. Fue ministro de Economía con Hollande para después abandonar el Partido Socialista impulsando su propio movimiento político En Marcha, una suerte de tercera vía a la francesa, muy acorde con los tiempos, con la mirada puesta en su proyección a nivel europeo. Su propuesta fue muy bien acogida por los mercados y la tecnocracia europea y respondió con mano de hierro a la mayor movilización social en años como respuesta a su contrarreforma laboral y de las pensiones. Su política económica marcadamente neoliberal ha incrementado la fractura social y ha hecho perder poder adquisitivo a las clases medias y populares, uno de los principales ejes de las protestas del heterogéneo movimiento de los chalecos amarillos que sirvió a Le Pen para ampliar su base social.
Quiero decir con todo ello, a modo de tesis, que las políticas económicas de la Unión Europea lideradas en Francia por Macron han sido el caballo de Troya de la extrema derecha. Así ha sucedido en otros momentos de la historia. La extrema derecha aprovecha el malestar ocasionado por la acentuación de las políticas de ajuste económico en tiempos de crisis para abrir brecha en la sociedad al señalar a la inmigración como enemigos de la patria y armar un discurso nacionalista con el que los damnificados del sistema se identifican a la desesperada a la vez que les permite proyectar todo su malestar en un nuevo sujeto, el otro, el diferente que encarna todos los males que les apremian.
Por ese motivo, es singularmente importante el momento que está viviendo Francia y que anticipa lo que puede suceder en otros lugares de occidente. Las dificultades para formar un gobierno tras las pasadas elecciones expresan esa tesitura. De nada sirve un gobierno de unidad con las mismas políticas que han provocado esta situación. De nada nos sirve el viejo discurso de la unidad contra el fascismo si no se señalan las políticas que le han abierto la puerta. La lucha contra el desempleo, la precariedad, el precio de la vivienda, la salud y la educación públicas y una política internacional basada en la paz y la cooperación con los países del sur son la única bandera que sirve en la lucha contra el fascismo, aquella que puede servir de enganche para un transformar el presente y dibujar un futuro de esperanza en esos nuevos guettos cada vez más inhabitables en los que se han convertido algunos barrios abandonados por las políticas públicas. Por eso es importante poner en valor que los franceses no solamente han derrotado a la Alianza Nacional de Le Pen sino también a Macron. Cualquier tentativa de alianza que permita a Macron salir airoso no hará otra cosa que aplazar la victoria de la extrema derecha. Cualquier gobierno que no ataje los problemas estructurales que sufren las clases medias y populares no hará más que seguir allanando el camino para Alianza Nacional en el futuro.
Para acabar, en clave española, no han sido pocas las voces que han querido ver lecciones aplicables a nuestro país de lo ocurrido en Francia. Pues bien, quizás la única lección urgente que deberíamos extraer de todo ello es que nuestro Frente Popular ya gobierna, aunque parezca no saberlo, y bien harían los partidos que dan apoyo al gobierno de Sánchez en ir convocando unos estados generales de las fuerzas progresistas y de izquierdas capaz de convertir lo que fue un acuerdo táctico de unión frente al espanto en un proyecto de país para las próximas décadas. No hay tiempo que perder, aprovechemos el estado emocional de entusiasmo y confianza en el que nos han sumido los 26 muchachos de la roja como estímulo para armar un equipo sólido pero plural, diverso, solidario y generoso con determinación en una idea clara de juego que permita liderar la política española en los próximos diez años.