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Heteropatriarcado
Si no naces con gaita, no puedes bailar
A la orilla del río Alhama y a los pies de la sierra Alcarama, en la frontera con Soria, se encuentra la localidad riojana de Cervera, que cuenta con un amplio patrimonio cultural que no es accesible para todos sus habitantes, pues tienes que nacer con pene para poder disfrutar de algunas de sus tradiciones.
A la orilla del río Alhama, a los pies de la sierra Alcarama y en la frontera con Soria, se encuentra la localidad riojana de Cervera, que cuenta con un amplio patrimonio cultural que no es accesible para todos sus habitantes, pues tienes que nacer con pene para poder disfrutar de algunas de sus tradiciones.
Este es el caso de “La Gaita”, una danza tradicional que se remonta al siglo XVI donde los hombres vírgenes y solteros de la localidad danzan al amparo de la música de las gaitas. Durante más de 500 años, al menos en el hecho de que sólo sean hombres, los cerveranos han mantenido esta tradición segregadora hasta que dos mujeres decidieran en el año 2013 poner fin a esta discriminación patriarcal.
Durante el último día de las fiestas de Santa Ana, patrona de la localidad, una incorporación reciente a la tradición permite a los llamados ‘veteranos’ —hombres que ya no cumplen con los requisitos de este ritual de cortejo— seguir disfrutando de esta y rememorar tiempos más jóvenes. Es en este añadido reciente a la tradición donde entre 2013 y 2015 dos mujeres cerveranas se sumaron sin ningún incidente, hasta que en 2016 fueron insultadas, abucheadas y expulsadas del festejo por parte de uno de los miembros de la junta directiva de Cofradía de Santa Ana.
Ana, vecina de Cervera, que no quiere dar su nombre real 'por miedo', explica que tras ser expulsadas, un gran número de personas “decidimos sumarnos para reivindicar nuestro derecho a participar en las fiestas”. A partir de ese momento dejaron de ser dos para ser 17 y al año siguiente decidieron llevar su reivindicación también a las fiestas de San Gil, que se desarrollan a finales de agosto y cuenta con la misma tradición.
Desde entonces denuncian presiones, coacciones, amenazas e insultos no sólo durante las fiestas, sino a lo largo de todo el año, por querer participar en igualdad de condiciones que los hombres en las fiestas de su pueblo. Recientemente, y tras meses intentándolo, se han reunido con la junta directiva de la Cofradía de Santa Ana, formada exclusivamente por hombres, para tratar de lograr una “Gaita Mixta”. Ana explica que el resultado fue un simple “no por mis cojones y que si el día de mañana no hay hombres podremos bailar”, todo esto aderezado según la cerverana con insultos, burlas y descalificaciones en una reunión a puerta cerrada antes de la cual les obligaron a apagar los teléfonos para evitar ser grabados.
La excusa en la que se amparan para evitar la participación de las mujeres es la preservación de una tradición de más de 500 años de historia. Según se puede leer en la hoja parroquial —publicación conjunta de las parroquias de San Gil y Santa Ana del 15 de julio— se compara la incorporación de las mujeres a la celebración con la restauración del Ecce Homo de Borja o el San Jorge de Estella y se afirma que “Es un error leer las tradiciones del pasado con criterios de moda”. También aprovechan este extenso texto, que ocupa casi la mitad de la publicación, para acusar a quienes quieren abrir la festividad a las mujeres de ser la “causa de zozobra de las cofradías” y de sembrar la “discordia entre vecinos y familias”.
No es un caso aislado, se llama patriarcado
El caso de Cervera no es el único que excluye a las mujeres, hay un largo repertorio de fiestas populares de las que están excluidas por razón de género.La danza de los zancos de Anguiano —La Rioja— es un claro ejemplo. Una tradición que se remonta al siglo XVII y que recientemente ha sido declarada bien de interés cultural, pero en la que las mujeres no pueden participar más que como espectadoras.
Más conocida es la representación de los Moros y Cristianos, que tienen su máxima representación en la que se desarrolla en el alicantino pueblo de Alcoi. Pese a que año a año se van abriendo más a la participación de las mujeres gracias a su lucha constante, aún quedan algunos personajes como el Capità o el Alfèrez sólo se permite que sean interpretados por hombres y que 'casualmente’ son los más importantes de las fiestas.
Más al sur, encontramos el salto de La Reja de la Virgen del Rocío —Huelva—, en la que solo los hombres tienen el privilegio de poder, entre el fervor religioso desbocado y la lucha cuerpo a cuerpo de forma violenta, cargar la talla de la virgen. La participación de las mujeres se ve reducida a vestir a la virgen y al niño.
En otras ocasiones ha tenido que ser un juez quien intervenga para que las mujeres tengan el derecho de participar en las festividades locales y pese a ello, la discriminación se sigue haciendo notar. Es el caso del desfile del Alarde de Irún —Gipuzkoa—, en el que se conmemora la victoria de las tropas irunesas sobre las francesas durante la madrugada del 30 de junio de 1522. Pese a que tuvo que ser un juez quien hace ya más de 20 años ordenara que estos desfiles pudieran ser hechos tanto por hombres como por mujeres, aún a día de hoy el desfile tradicional solo permite a las mujeres participar como cantineras y las excluye como soldado.
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Dudo mucho que a las mujeres transexuales las dejen participar. Que los artículos feministas sean tan cisexistas es bastante descorazonador.
El titular es transfobo a más no poder, efectivamente. Aunque también me da a mi que tampoco dejarían participar a un hombre trans. Son estas cosas que o eres cisgénero desde el momento que te parió tu madre, con cromosomas XY y a poder ser con la gaita entre las piernas... o te quedas a zurcir en casa.
Respecto a las fiestas de Moros y Cristianos, en Alicante hay muchas poblaciones que celebramos esta fiesta y solo en Alcoy se prohíbe la participación de las mujeres, muy triste de verdad.
En la cercana localidad de Tudela se celebra la bajada del Ángel, que tradicionalmente debía ser encarnado por un niño varón. Desde hace unos años ya no existe esa limitación, y hay niñas que han hecho de Ángel. La tradición continúa viva, y la paz sigue reinando en el pueblo.
Si no fuera por las mujeres, donde estarímos. Hombres; poder compararnos con ellas sería un gran previlegio, no seamos tan inútiles de que nosotros les neguemos tradiciones que son de todos.