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Investigación
Elena Ojea: “El hecho de dejar de comer pescado para reducir el impacto climático es una visión muy occidentalista del problema”
Nada nuevo: los recursos de la tierra son finitos. Y también las especies. Pero el mar puede satisfacer nuestras demandas de alimentos. Y qué va a pasar dentro de tres décadas? Esto fue lo que se plantearon una veintena de científicos internacionales para el estudio futuro de los alimentos procedentes del mar del High Level Panel fuere la Sustainable Ocean Economy de la ONU. En él participó Elena Ojea (Nigrán), investigadora en el CIM (Centro de Investigaciones Marinas) de la UVigo y única persona de nacionalidad española en este proyecto.
En el 2016 Elena fue la primera gallega en obtener la bolsa Starting Grant del Consejo Europeo de Investigación. Además, está trabajando en el sexto informe del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (IPCC) junto a 14 científicos españoles más. Ella trabaja concretamente en el capítulo de los océanos que se presentará en 2022.
Ante la época de escepticismo en la que vivimos, Elena reivindica “el valor de la ciencia”. En cuanto al estudio, destaca la importancia de la pesca artesanal, tanto por su importancia cultural para los pueblos marineros cómo para la reducción del impacto medioambiental. En el futuro augura desarrollar acuicultura de moluscos, que ve “mucho más sostenible para el mantenimiento de los océanos”.
Fuiste la unica española que participó en el estudio de Naciones Unidas. El futuro de los alimentos procedentes de él mar. Se habla de que el océano tiene el potencial de satisfacer aún más la demanda de alimentos, pero no solo con la pesca. ¿Cuáles fueron las principales conclusiones sacadas?
En el estudio nos preguntamos: “¿Qué potencial tiene el océano para producir de manera sostenible alimentación para cubrir la demanda del planeta en los próximos 30 años?”. Ahora mismo, la proteína que comemos la mayor parte de las personas proviene un 17% del mar. Queríamos saber si podría ser mayor. Lo que vimos fue que, teniendo en cuenta factores muy importantes como cambiar la manera de gestionar los océanos o cambiar el modo de hacer acuicultura; podríamos cambiar la alimentación que viene del mar e incluso aumentarla.
En el caso de la acuicultura hablamos de la que se hace en el mar. El mayor caso de crecimiento sostenible está en los moluscos. Tienen un mayor potencial de crecimiento. En otro tipo de pescados, la acuicultura alimenta las especies con harinas y otros alimentos que no otorgan una buena sostenibilidad. Además, por la prensa sabemos que los países menos desarrollados elaboran esas harinas a partir de su propio pescado para los países más ricos. Hay un problema también de equidad y justicia social.
La acuicultura impacta en el medio ambiente a través del consumo de recursos, el proceso de transformación y la generación del producto final. Para producir alimentos de especies carnívoras, como salmónidos, los expertos indican que se crea una alta presión sobre los bancos de pescados. ¿Cómo se puede desarrollar la acuicultura siendo sostenible con estos factores?
En el estudio intentamos minimizar esos impactos medioambientales. Como dices, dependiendo de donde se haga puede tener mayor o menor impacto. De ahí viene también que el crecimiento de manera sostenible pueda ser mayor en moluscos, sobre todo en explotaciones offshore.
Ahora mismo, lo que aporta el océano de energía animal a nuestra alimentación es un 84% de capturas salvajes, el otro 16% es de acuicultura, la mayoría de pescado. De esa cantidad, el 5% son bivalvos y es ahí donde vemos el crecimiento potencial del 5 a un 17% de forma sostenible en el futuro. Sin embargo, hay cuestiones a resolver como en qué sitios y cómo.
Entonces, ¿dónde y cómo?
Es que también hicimos otros estudios del impacto del cambio climático, donde vemos si realmente mejoramos la gestión del mar en la acuicultura y en la pesca y hasta qué punto podemos contrarrestar el cambio climático. Los países más ecuatoriales son los que van a sufrir las pérdidas más grandes tanto de abundancia como en biodiversidad de recursos. Pero en el estudio nos quisimos centrar en qué pasaba y nos centramos en dedicar recursos a especies que están sin explotar de manera sostenible. Vemos que en muchos lugares del mundo son opciones más que viables para adaptarse. En algunos casos hasta pueden compensarse las pérdidas con este tipo de gestión.
De todos maneras, en los lugares más vulnerables ni mejorando la pesca o la acuicultura de manera sostenible podríamos compensar las pérdidas.
Y, ¿qué pasa con la alternativa de la comida con algas?
Lo de los moluscos es el resultado más directo del estudio. El que más puede crecer. Por supuesto, el tema de alimentación a través de las algas marinas está en auge y creemos que hay un gran potencial, pero no lo pudimos estimar ni estudiar por falta de datos. Los países no recogen la cantidad de algas que se consumen. Es un tema en el que aún se empieza el estudio.
Además de la acuicultura; ¿la pesca artesanal o la pequeña escala es también una salida?
Sí, claro. La pesca artesanal emplea muchísima más gente que la pesca industrial en el mundo y tiene un peso incluso mucho más importante en la seguridad alimentaria en muchos países. También está muy vinculada a la cultura de muchos sitios. Es verdad que en la pesca artesanal también se generan situaciones de sobreexplotación de recursos, pero no tiene nada que ver con la industrial. A través de diversos estudios, vemos como la pesca artesanal tiene muchas opciones de gestión sostenible y equitativa. Tiene un grano potencial, tanto en la alimentación como para evitar el cambio climático, con una gran capacidad adaptativa.
Galiza, u otras Comunidades Autónomas en el Estado español, tienen una gran cultura y tradición pesquera. Pero, ¿qué refuerzo puede tener esa identificación a la cultura que comentas?
Hay muchos aspectos valorables. Es una señal de identidad propia: el hecho de ser un pueblo marinero y su tradición, desde las fiestas hasta el turismo, repercute en las ciudades y en la economía. Sin embargo, no se queda ahí, eso también de la mucho conocimiento local del que es la pesca, el mar, el comportamiento de las especies, la toponimia de los lugares... Es un valor incalculable.
Tus últimas publicaciones tratan sobre legislación en materia medioambiental y de adaptación de las comunidades pesqueras a los problemas que trae el cambio climático. Van en la dirección de adaptar las grandes empresas y conglomerados pesqueros hacia una pesca más sostenibles?
Nosotros trabajamos con el sistema de pesca tradicional en Galicia. Todos los recursos que tienen, cómo trabajan... Va orientado a las políticas públicas y a la propia gestión de las cofradías. Pero en otro de los temas que estamos trabajando, que es la industria vasca del atún tropical, realizamos entrevistas a la gente que dirige las empresas y enseguida sacaremos las conclusiones sobre las adaptaciones que se están haciendo y las posibilidades que tiene el sector. Ahí sí que va a tener implicaciones para que las propias industrias las puedan adoptar.
Los caminos futuros que se discuten en Naciones Unidas pasan por transformaciones estructurales en los sistemas de producción
Muchas de esas grandes empresas son las mayores productoras de residuos de plástico. ¿Cómo se podría reducir esto?
Ya. En esos temas yo realmente trabajo menos, pero vinculado al tema de la contaminación y el sistema productivo, evidentemente hay muchísimas mejoras que hacer. Es un gran problema. Cuando se habla de sostenibilidad, se habla a nivel integral; desde el impacto que uno tiene hasta los recursos que se emplean y la huella de carbono que se tiene en las actividades. Ahora mismo, hay muchas iniciativas a nivel social, pero también a nivel legislativo para, a efectos prácticos, mudar la situación. Se ve que tenemos un sistema productivo en una situación no óptima por contaminación, ya sea de plásticos u otros residuos, a las que no es quien de hacerle frente. Los caminos futuros que se discuten en el 6º informe del plan intergubernamental del Cambio Climático del IPCC (Naciones Unidas) pasan por transformaciones estructurales en los sistemas de producción
Entonces, ¿la Transición Ecológica de la que se habla no puede caer en el llamado Greenwashing?
En el mundo científico cada vez está más aceptado, por las evidencias que se publican, que es necesario un cambio transformativo en la sociedad y en la economía, sobre todo en el contexto del Cambio Climático. Yo estoy participando en el 6º informe del plan intergubernamental del Cambio Climático del IPCC (Naciones Unidas) y los caminos futuros que se discuten en el informe pasan por transformaciones estructurales en los sistemas de producción. Tiene que haber cambios drásticos. Esto está aceptado en el general del mundo científico, ahora toca llevarlo al campo político y materializarlo. Lo de pescar menos o delimitar los tiempos de pesca ya no son medidas efectivas en los océanos en las próximas décadas. En ese sentido, se requieren cambios transformativos y lo que no sea así —hacia objetivos de desarrollo sostenible y mitigación— no va a tener eficacia.
Ahora el eterno dilema. Como se deberían adaptar las pesquerías para que sean sostenibles en un futuro y no tiendan a hacer desaparecer los puestos de trabajo?
Me atrevería a decir que hay que cambiar el foco. Muchas veces es compatible que recuperando una especie sobreexplotada o pescando otros stocks a un mayor nivel de sostenibilidad, incluso aumenten las capturas. Al cambiar las sobreexplotadas por otras, se puede pescar más. A veces, se difunde un falso relato sobre que al pescar sostenible se van a perder puestos de trabajo. Lo normal es que la pesca aumente las capturas.
De todos modos, sí que es verdad que por los efectos del cambio climático —determinadas industrias pesqueras o stocks— puede haber una disminución o que las especies estén en lugares donde ya no se puede pescar porque no hay acuerdos o porque están muy lejos y es muy costoso. Ante eso, muchos países dan subsidios a la pesca, generalmente a la industrial. Nosotros los llamamos “insostenibles”, porque están manteniendo artificialmente una actividad que no se sostiene a nivel ecológico. Hay que tener una mirada más amplia y mirar hacia alternativas para el sector pesquero.
Esas subvenciones deberían ir hacia la Transición Ecológica?
Claro. Eso sería el ideal. Lo cómo hacerlo es lo complicado; ver qué oportunidades surgen. Nuestros estudios parece que hay una oportunidad de aumentar esa productividad de la producción acuícola
Al principio de la entrevista hablabas de las desigualdades entre países. Se sabe que a nivel de conflictos laborales las empresas tailandesas son culpables y responsables de atentados contra los Derechos Laborales y Humanos.
Sí. Es bien sabido que a nivel internacional en la pesca aún hay abusos laborales. A veces son banderas de conveniencia. El capital viene de otro lugar y muchas veces es difícil saber quien comete esas malas prácticas. Se usan diferentes banderas para tener una normativa más laxa. Por lo menos, se pueden identificar mediante el Big Data y técnicas de mapeo, pero debe hacerse más a todas horas.
Hablando de lo más mainstream: hace unos meses salió un documental en Netflix sobre el problema de la pesca: ‘Seaspiracy’. La comunidad científica lo criticó por dar datos inexactos, aunque valoran ciertas aportaciones. ¿Cómo valoras tú este documental?
El documental tiene cosas positivas como la de dar la voz de alarma en que están pasando cosas mal hechas en el mar. Pero, el mensaje final no es tan científica como el planteamiento y la discusión que hay en el mundo científico. El debate va en esa línea de que la pesca tiene impacto ambiental, pero hay ejemplos para hacer bien las cosas. El panorama no es tan negativo y tremendista como se pinta. Usa datos que fueron rebatidos en estudios posteriores, como lo que da de la explotación o de que los stocks están sobreexplotados. Además, el documental no pone en valor la importancia que tiene la pesca en las comunidades marinas de la gente que vive del mar. A la gente que come del mar la pesca les aporta nutrientes esenciales en los países más pobres donde no hay acceso a fuentes alimenticias equivalentes.
Otra cosa que veo negativa en Seaspiracy es que no visibiliza ni da importancia a la capacidad que tenemos como sociedad de mejorar las cosas y regularlas. Ya hay acuerdos internacionales para proteger el 10% de los océanos, que en un futuro seguro que subirá a un 30%; tenemos muchísimos stocks sobreexplotados que se recuperaron en los últimos 20 años. El documental es un poco alarmista de más.
Como conclusión del documental se habla de que la única vía posible para dejar de contaminar y destruir los océanos de una forma inmediata es dejar de comer pescado. ¿Estás de acuerdo?
Desde mi perspectiva, el hecho de dejar de comer pescado para reducir el impacto climático, es una visión muy occidentalista del problema. A nivel mundial no todos pueden dejar de tomar pescado. Hay 260 millones de personas en el mundo que dependen directamente de la pesca para su subsistencia. Esa solución está muy reducida al occidente, donde tenemos el lujo de poder escoger otras alternativas alimentarias.
En el documental indican que no existe la pesca sostenible. Sin embargo, según un estudio de la FAO antes mencionado, el 65% de las pesquerías se encuentran en un estado biológicamente sostenible. Para enterarnos bien; ¿cómo se define un tipo de pesca como sostenible?
En el mundo científico, los expertos en pesca utilizan modelos en los que se hace una valoración de la biomasa que tiene un stock y las tasas sostenibles de extracción (de captura). Eso se calcula sabiendo cuál es la extracción de un determinado recurso para que se mantenga en el tiempo. Es decir, que no se colapse. Es una metodología muy usada y de calquer stock del que tengamos un mínimo de datos se puede calcular. Ahí tenemos un valor de captura sostenible que se está aplicando a muchas especies del mundo.
Por otra parte, hay que lamentar que no tengamos esta información de todas las especies que existen. Entonces, en muchos casos no se sabe y hay un problema de desconocimiento. Aquí está una de las claves del desconocimiento de los recursos que tenemos.
Entonces ese 65% de pesquerías en un estado biológicamente sostenible, ¿puede estar falseado?
Realmente es un 65% sostenible del que conocemos, que no deja de ser la mayoría, pero hay que ser críticos.
¿Crees que la población está concienciada respecto a la contaminación en los océanos?
Creo que cada vez más, pero de diferentes formas. Mi percepción es que el tema de los plásticos tiene mucho impacto, porque es algo inmediato, se puede grabar y verlo en el momento; la sociedad entiende mejor las cosas que puede ver. Sin embargo, los problemas del cambio climático son difíciles de ver, porque estamos hablando del futuro, de cosas que no pasaron; otras veces son cosas que ya pasaron pero que no se pueden visualizar bien. Hay concienciación, pero como científica veo que es un poco más difícil trasladar los mensajes.
En el campo de la investigación eres una referente, mas según el CSIC, las mujeres solo representan el 35% del total de los investigadores científicos, mientras que en el doctorado las tasas son más equilibradas (50,2% hombres y 49,2% de mujeres). Es culpa del techo de cristal?
Sí. Tenemos una sociedad desigual entre hombres y mujeres. Se ve también en la carrera profesional de la ciencia. Siendo más específica, la carrera científica es una carrera muy competitiva, pero también muy precaria en muchos casos, sobre todo en las etapas iniciales. Es poco compatible con cosas que afectan directamente a las mujeres como el embarazo. Estas cosas hacen que las oportunidades sean diferentes para hombres y mujeres. Habría que dar más facilidades para las mujeres en ese sentido.
Entiendo entonces que tú estarías a favor de destinar más dinero de i+D+i a la investigación.
Sí, totalmente. Como científica, veo lo importante que es la ciencia. Pienso que los científicos también tenemos que mirar hacia la sociedad y comunicar mejor. Vemos como otros países donde se apuesta mucho más, no solo captan los mejores profesionales de aquí, sino que también [la ciencia] tiene su repercusión social y económica. Además, la sociedad se va concienciado bastante con el tema últimamente.
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Los que te leen son justamente occidentales que podrían cienciarse del problema y variar su dieta para rebajar la tensión sobre los mares ya que tenemos opción. Gracias por la desmotivación, te aseguraste el sueldo.
Las respuestas de la entrevistada me provocan vergüenza ajena. Sería justa, y muy deseable, otra entrevista a modo de réplica. A otra persona más cualificada y más imparcial.
Utilizar como argumento las necesidades pesqueras de los países empobrecidos y saqueados no es solo cinismo: es maldad, es perverso.
Tampoco comparto lo occidental como línea divisoria. Frente a qué? Oriental, asiático? En serio? Me parece una visión egocéntrica, capitalista, ciudadana de un primer mundo saqueador de recursos ajenos. Esa división quizás sea más acertada.
La entrevistada es bióloga, no geógrafa o socióloga para usar el término académico riguroso de turno, pero por lo que dice se entiende "occidental" como países de rentas altas cuyos consumidores tienen acceso a un abanico de alimentos más amplio que los países de rentas bajas y creo que se refiere a que un hipster vegano de Cuenca puede comer quinua boliviana, aguacates chilenos y tofu de soja cultivada en la Amazonía a un coste ecológico mayor que el consumo de pescado en una comunidad pesquera en Dakar o en el delta del Mekong. Por tanto, a lo que se refiere la entrevistada es que hacer afirmaciones grandilocuentes y absolutas sobre comer o no pescado es parcial. Otra cosa es cuestionar desde perspectivas animalistas si es lícito considerar animales como recursos o si desde los criterios de sostenibilidad de la FAO son cuestionables a nivel científico (algo que a mí se me escapa) o hasta que punto están atravesados de intereses económicos, etc.
Otra más del lobby pesquero consentido por Naciones Unidas. Siguen erre que erre con la producción sí o sí y como es gallega defiende a raja tabla la pesca (artesanal dice con la boca chica), por eso de "alimentar al mundo". Lo de criticar el documental Seaspiracy, es la guinda de la conversación, no muerde la mano del amo y no da importancia a las mafias pesqueras y a los corruptos gobiernos y empresas que tienen como garantía un sello distintivo que tiene menos valor que un billete de 3 euros. La independencia y el espíritu crítico a la sobreexplotación del planeta brilla por su ausencia, está antes el estatus social y cientifico. La ciencia asesina aliada con el poder, que efectivamente, llevan años haciendo un lavado de cara de la insostenibilidad de un sistema de producción con rentabilidad "infinita". Comida hay para todos, el problema continúa siendo el mismo: El derroche alimentario de los "privilegiados". Por poner los típicos ejemplos, ¿Cuánto se tira en bodas, comuniones, innecesarias cenas y comidas de empresas y fines de semanas, cumpleaños, Navidades, romerías, absurdas rutas de la tapa, en casa, insolidarias celebraciones de eventos tipo cumbres, simposios, congresos..., cruceros, hoteles, supermercados, en el campo porque no cumplen con los estándares comerciales? Los humanos somos una plaga para el planeta y antropo-científicas oficiales como la entrevistada, simplemente tapan el verdadero problema. La gloria humana a costa de la miseria animal y vegetal. Palabrería de lo humano, demasiado humano. Ahora más que nunca necesitamos más filosofía y la mínima ciencia.